¿VENTRESCA O VENTRISCA?

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Existió allá en tiempos del Renacimiento un sabio (pero que muy sabio) italiano llamado Giovanni Picco de la Mirandola.

Sabía tanto y de todo que hasta llegó a publicar una invitación a todos los sabios del mundo para que fuesen a Italia a discutir con él «de omni re scibile» (de cualquier cosa digna de ser sabida).

En España también tuvimos un genio similar en tiempos de Juan II de Castilla; fue el obispo de Ávila don Alonso de Madrigal, al que se le llamó «El Tostado».

Falleció en 1454 y en su sepulcro figuraba este texto: «Hic stupor est mundi, qui scibile discutit omne.

¿Y para qué este discurso, prólogo, prefacio, introducción u obertura?

Pues para buscar respuesta a la pregunta de un antiguo alumno: «¿Qué decir, ventresca o ventrisca de bonito?».

Veamos:

A) He consultado diversos diccionarios asturianos (bables), desde el siglo XVIII (González Posada) hasta nuestros días y, si aparece, solamente es la palabra VENTRISCA.

En cuanto a su definición, entiendo como más completas la don Apolinar de Rato (finales del siglo XIX) y la de don Xuan Xosé Sánchez Vicente (siglo XX-XXI).

Dice la primera: » Ventrisca.- Les bandes de carne que forren la barriga del bonito ; estímase lo mesmo q´el sollombu del güe».

Explica la segunda: «Ventrisca.- Parte del pescado comprendida entre las aletas pectorales y las ventrales. Ventrecha».

B) El Diccionario de la Real Academia (RAE) refiere tres acepciones con idéntico significado de «vientre de pescado»: VENTRECHA (derivado del francés antiguo), VENTRESCA (derivado del catalán) y VENTRISCA (sin cita de origen).

C) Estas tres palabras tienen cuna latina: VENTER, con significado de vientre o barriga.

Venter declina con genitivo en VENTRIS, acusativo en VENTREM y ablativo en VENTRE.

La primera justificaría lo de VENTRISCA; las otras dos lo de VENTRESCA y VENTRECHA.

Bueno, bueno… ¿Y cómo preparar la VENTRISCA, VENTRESCA O VENTRECHA de bonito?

Hagámosla a LA PLANCHA.

La ventresca, lavada y seca con un paño, se salpimenta al gusto y se lleva a una plancha muy caliente engrasada con aceite de oliva o con un trozo de tocino de jamón.

Se coloca inicialmente por la parte de la piel y cuando se vea que la carne, sonrosada, empieza a «blanquear», se la de la vuelta y continúa el asado.

Suele tardarse unos 3 minutos en cada «vuelta».

Se ofrece con un suave baño de un sofrito de ajo muy picadín aderezado con un chorrito de fino andaluz y unas gotas de vinagre de vino blanco.

Es muy importante controlar el tiempo de asado para que la carne de la ventresca resulte «bien hecha», pero muy jugosa.

Y es que como explicaba don Mendo a su amada doña Magdalena al hablar del juego de «las siete y media»:

«Y el no llegar da dolor
pues indica que mal tasas.
Mas, ¡ay de ti!, si te pasas…
Si te pasas, ¡es peor!

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