DE FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES ARRIONDAS (ASTURIAS).
Frente a un texu milenario, árbol sagrado de los antiguos druidas y símbolo de la vida que trasciende la muerte, se erigen los muros del monasterio de San Pedro Villanueva, en Cangas de Onís. Un cenobio fundado el 21 de febrero del lejanísimo año 746 y que, 1.277 inviernos después, se mantiene como estandarte de un pasado legendario. Este tesoro histórico fue el protagonista de la charla impartida ayer por el cronista oficial de Parres, Francisco José Rozada, dentro del ciclo de encuentros culturales del Parador de Cangas de Onís, instalación hostelera que se ubica en el presente en el monasterio.
Atendiendo a los datos, la tradición y los relatos que se conservan de la época, se da por hecho que fueron el rey Alfonso I ‘El Católico’ y su esposa, Ermesinda, los fundadores del monasterio, «tal vez en memoria del rey Favila», hijo de Don Pelayo y hermano de Ermesinda. «Todo apunta a que en aquel pequeño reino astur la vida cristiana tenía un notable desarrollo», apuntó Rozada, aunque, realmente, no hay documentación fiable y escrita sobre el conjunto monástico hasta el siglo XII. Eso sí, la actividad monacal era bastante reducida y apenas cuatro monjes habitaban el amplio recinto.
Como curiosidad, recordaba Rozada, que hace 53 años al realizarse obras en el tejado los operarios encontraron una teja un tanto especial; contenía el mensaje de un cuidadoso monje. «Todo indica que era una costumbre de la época ese sencillo ritual de información, de cara a un futuro desconocido», apuntó Rozada.
Así, el escriba grabó sobre la teja la siguiente inscripción latina: «El año 1261 el abad Rodrigo terminó las iglesias de San Pedro. El monje Martín escribió la teja». Una rúbrica y una especie de extraño sello cierran los datos. No obstante, matizó el experto, «ese año corresponde a la Era Hispánica que regía entonces y hoy equivaldría al año 1223», de modo que la citada teja cumple exactamente 800 años. La pieza, que actualmente se conserva en el Museo de la Catedral de Oviedo, da cuenta de esa voluntad «tan humana» de querer trascender el propio tiempo.
Aunque en 1907, el monasterio fue declarado monumento nacional, las actuaciones de restauración tardaron bastante más. Hasta 1998, el conjunto estaba «prácticamente en ruinas». Fue entonces cuando se decidió dedicarlo a Parador Nacional. Posteriormente, la declaración de Bien de Interés Cultural supondría un acicate para la protección y difusión de la historia del monasterio.
Una velada medieval
Para complementar la charla de ayer, el director del Parador de Cangas de Onís, Ignacio Bosch, ha organizado una velada medieval el sábado 25 de febrero. Habrá una cena monacal y cantos gregorianos para que quienes acudan puedan sentirse un personaje más de la novela ‘El nombre de la rosa’. Dicha actividad se enmarca dentro de los actos por los primeros 25 años de este parador.
FUENTE: https://www.elcomercio.es/asturias/oriente/1277-anos-historias-20230218000816-ntvo.html