POR GABRIEL SEGURA HERRERO, CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE)
Fue en el año 1903 cuando Renato Bardín Delille (1858-1940), comerciante alicantino de vinos, de origen francés, construyó en las afueras de la entonces villa de Elda, a la vera de la carretera nacional, una promoción inmobiliaria para dar solución al tremendo problema de escasez de viviendas de la Elda que empezaba a ser receptora de gentes venidas de localidades vecinas, en busca del trabajo propiciado por la incipiente industria del calzado. Viviendas dispuestas una en planta baja y la otra en la primera planta que fueron construidas a ambos lados de una calle, también abierta y alineada por este acaudalado hombre de negocios de Alicante.
Construidas a lo largo de todo el año 1903, el problema vino cuando hubo que darle denominación oficial. El Sr. Bardín, de motu propio, bautizó a dicha calle con el nombre de “Calle París”, en recuerdo de su origen francés.
Aquella atribución de una competencia municipal motivó la intervención del concejal Manuel Vera Pérez en el pleno municipal del 29 de diciembre de 1903, en la que manifestó su disconformidad con la intitulación referida sin la correspondiente autorización del consistorio eldense; proponiendo que al nuevo vial que se incorporaba al callejero eldense se le dieron el nombre de “Conde Coloma”.
Propuesta aceptada por unanimidad que, sin embargo, nunca se llevó a efecto, siendo conocido como calle París durante décadas, hasta el año 1939. Nombre que se ha mantenido en el imaginario popular, en especial entre los más mayores que todavía siguen denominando así a esta calle, a pesar de que tras la Guerra Civil, su nombre fue cambiado por “Calle Roma”. Ciudad afín ideológicamente al régimen político ganador de la guerra, frente a la capital del Sena, lugar de librepensadores, capital de una Francia que había acogido a miles de refugiados republicanos españoles, ciudad humillada por Hitler al capitular conquistada por la “bota alemana”.
De aquellas viviendas construidas hace 120 todavía se conservan algunas en muy buen estado, pues han sido habitadas y mantenidas por sus propietarios durante más de un siglo.