POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
-La plaza y el parque de La Llera cambiaron de nombre varias veces-
-La plaza recibió sucesivamente los nombres de:
Plaza del Mercado, del Ayuntamiento, de Diego González Miranda, del General Miguel Primo de Rivera y de Venancio Pando.
-El parque de La Llera también se denominó:
Parque del General Zuvillaga y Parque de La República.
(Dada su relevancia este artículo lo publico hoy en LA NUEVA ESPAÑA)
MEMORIAS DEL CONCEJO DE PARRES 1835-1985 (CAPÍTULO ESPECIAL)
Fue el 20 de mayo de 1869 cuando quedó definitivamente certificada el acta de entrega de terrenos para la regularización de la plaza del Ayuntamiento y la construcción de la nueva Casa Consistorial, en Arriondas.
Sería conocida durante los cuarenta y un años siguientes como Plaza del Ayuntamiento o Plaza del Mercado, pero recibiría nuevos nombres en 1910, 1928 y 1931, sucesivamente.
El concejal Manuel Mier González fue quien hizo constar en un pleno municipal el 25 de agosto de 1928 que, siendo notorios el patriotismo, la abnegación y el desinterés que habían puesto al servicio de la nación las incomparables dotes de gobernante de don Miguel Primo de Rivera, era justo que el Ayuntamiento de Parres -al igual que lo habían hecho ya muchos ayuntamientos españoles- le rindiese el tributo de afirmación a la que -según él- era acreedor tan notable estadista y gran patriota, dando su nombre a la plaza principal de la villa de Arriondas.
Añadía el citado concejal que todo ello lo hacía destacar por la proximidad del día en el que se iba a conmemorar el quinto aniversario de la gloriosa fecha que había marcado el comienzo de la era del “resurgimiento patrio”.
Sabemos que la dictadura de Miguel Primo de Rivera fue el régimen político que vivió España desde el golpe de Estado dado por este general el día 13 de septiembre de 1923 y que duró hasta 1930; una sublevación contra el gobierno a modo de primer ensayo de nacionalismo español autoritario, la cual contó con el visto bueno del rey Alfonso XIII; una especie de dictadura con rey.
La Corporación de Parres acordó que se colocase una placa de mármol (de 75 centímetros de largo y 50 de alto) con la inscripción “Plaza de Primo de Rivera” para que estuviese a punto antes del domingo, día 9 de septiembre de aquel año 1928.
Votaron a favor del cambio doce concejales y lo hicieron en contra dos, manifestando éstos últimos que su deseo era que la plaza se siguiese llamando como siempre, Plaza del Ayuntamiento y -caso de ponerle otro nombre- el más apropiado sería el de quien había donado los terrenos para que dicha plaza existiese, Venancio Pando.
El benefactor parragués Venancio Pando y Cuervo había nacido en Trespiñera (Santo Tomás de Collía) en 1834 y -junto con sus hermanos Nemesio, Benigno y Cristóbal- marchó a la emigración, haciendo negocios en Cuba y Filipinas, regresando a Arriondas donde todos ellos abrieron sendos negocios. Venancio se casó con Lorenza del Valle y González y tuvieron dos hijos: Dolores y Emilio.
Se encargó a Gijón la placa de mármol con el nombre de Primo de Rivera y se pagó a FEVE 1,75 pts. por su transporte y la colocó en la fachada del ayuntamiento el maestro de obras municipal José Villanueva Díaz, al mismo tiempo que se le abonaban al guardia municipal José González Cueto las 2,05 pts. que le había costado el envío del telegrama que había remitido al Gobierno Central, en Madrid, participando que se le había puesto a la plaza el nombre del citado general.
Al enterarse Dolores Pando Valle de la decisión que se había tomado, presentó una instancia en el ayuntamiento señalando su extrañeza porque a la plaza se le hubiese puesto el nombre de Primo de Rivera, habiendo sido su difunto padre -Venancio Pando- el que había donado los terrenos en los que se hallaba dicha plaza, además de los que ocupaba la Casa Consistorial y los que -en aquellos años- ocupaba el edificio escolar de niños, por lo que suplicó se pusiese al menos otra placa en el ayuntamiento, haciendo constar dicha donación y -a ser posible- que se colocase bajo la de Primo de Rivera.
El alcalde José Aquilino Pando Blanco (primo de la reclamante) estaba en aquellos días en el balneario de La Hermida, en Santander (hoy Cantabria) y -al incorporarse a la alcaldía el día 18 de septiembre de 1928- se extrañó del debate público que había provocado el nuevo nombre dado a la plaza y ordenó al secretario que buscase todos los datos que se conservasen en los archivos municipales relativos a la plaza y que diese lectura a los mismos.
Así lo hizo el secretario, Enrique de la Grana Valdés, y -en un documento de unas 1.500 palabras, redactado en 1868 y conservado en el Archivo Municipal- había quedado registrada con gran minuciosidad de detalles la donación hecha de dichos terrenos por el concejal Venancio Pando, además de la permuta de otros terrenos, con la valoración de los mismos entre 1 y 1,5 escudos el metro cuadrado (precisamente cuando el escudo dejaba lugar a la peseta como nueva moneda en España), incluso se mencionó la disputa habida con Vicente Monasterio, otro donante que -dos años antes- también estaba dispuesto a ceder sus fincas conocidas como “Huerta de la Venta”, “Las Huertas” y la plazuela delantera de su casa, para que se pudiesen destinar a plaza del mercado de ganado, el cual se celebraba en el Llerón de El Barco.
El segundo teniente de alcalde dijo que no podía hacerse responsable a aquella Corporación de lo que no se había hecho en sesenta años (ponerle el nombre del donante Venancio Pando), no siendo de aquel momento el hecho de que se comenzase a “conmemorar” personas, pues era sabido que ya en 1910 se había dado a la plaza el nombre del médico municipal Diego González Miranda, sin que nadie se hubiese ocupado de hacer la más insignificante oposición, antes al contrario, todo el pueblo la había aplaudido.
Añadía Mier González que también en 1921 se había acordado dar los nombres de Manuel Argüelles y de Ramón Inocencio del Valle a las calles que hoy siguen llevando sus nombres, y hacía dos años -en 1926- se había dado a otra calle el nombre de Ramón del Valle, sin que tampoco en estos casos se hubiese apuntado por nadie la omisión en aquel momento notada respecto a la Plaza del Ayuntamiento, después de tan largos años transcurridos, intentando culpar a aquella Corporación y -añadía- que no podía admitir de nadie lecciones de patriotismo, proponiendo que se colocase en la otra esquina de las Consistoriales una placa en la que se hiciese constar la donación hecha por Venancio Pando del terreno que ocupaba la plaza, siendo aprobada dicha propuesta.
Debe puntualizar el cronista que escribe estas líneas que entre los terrenos donados que cita en su instancia de súplica la hija de Venancio aparecen los que ocupaba la escuela de niños, pero no debemos confundirlos con los que ocuparon después las Escuelas Graduadas de Arriondas (hoy Casa de Cultura) en el solar conocido como “Huerta del Ayuntamiento”, terrenos adquiridos en 20.000 pts. a Venancio Pando Valle (otro miembro de la familia que llevaba el mismo nombre, pero que era sobrino y no hijo del donante de la plaza) cuando éste se encontraba en Buenos Aires, para lo que había solicitado la garantía personal de veintidós vecinos solventes de Arriondas (cuyos datos personales se especifican) y concedía un año para que se le abonase la citada cantidad, dejando constancia en su testamento de la deuda que tenían con él, pues en 1938 sólo le había pagado el Ayuntamiento 6.000 pts., de forma que sus herederos -representados por Bernardo Fuentes Pendás- solicitaron se les abonasen las 14.000 pts. pendientes, además de los intereses correspondientes desde el día 1 de enero de 1936.
La Corporación dispuso que se abriese una suscripción popular para reunir esa cantidad aún adeudada por este solar dedicado a las citadas Escuelas Graduadas, las cuales no fueron recepcionadas e inauguradas por el Ayuntamiento hasta 1948.
Este edificio que hoy ocupa la Casa de Cultura de Arriondas fue elevado artificialmente sobre dos de sus frentes, lo que en principio provocó protestas vecinales al pensar que -con los desbordamientos de los ríos Sella y Piloña- poco menos que habría que llevar a los escolares en lanchas, hasta que fueron convencidos de que el acceso por las dos fachadas sería rellenado y se colocarían gradas.
La fiebre por poner nombres propios a los espacios y edificios municipales que son de todos es -algunas veces- justificada, como el caso de la plaza que aquí nos ocupa, pero en otras circunstancias puede ser una fuente de agravios comparativos, o muy discutibles cuando se les ponen nombres sugeridos por personas o grupos interesados, como vemos en este artículo, puesto que -al año siguiente- esta misma Corporación municipal acordó ponerle nombre propio incluso al parque de La Llera, hecho del que después sólo quedó memoria en nuestro archivo.
En efecto, el 27 de julio de 1929 (este mes se cumplen noventa años) el mismo alcalde -José Aquilino Pando- propuso a la Corporación que tuviesen en cuenta los grandes y constantes servicios que había prestado al Ayuntamiento el Excmo. Señor General Gobernador Civil de la Provincia, Don Francisco Zuvillaga y Reillo, gestionando la pronta resolución del expediente de muro de defensa del Sella, caminos vecinales, etc. por lo que les sugirió que el parque que se hallaba en construcción en la zona conocida como La Llera recibiese el nombre de Parque del General Zuvillaga. Por unanimidad así lo aprobaron, sin ninguna alegación ni reparo.
Y ya -puestos a bautizar con nombres propios algunos espacios públicos municipales- decidieron llamar a la carretera de Colunga avenida de D. José Cuesta, político conservador y presidente de la Diputación Provincial, como agradecimiento por las atenciones y favores otorgados al Ayuntamiento parragués.
Por fin, sería la mayoritaria Corporación Republicana de Parres surgida de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, la que decidió por unanimidad -apenas dos semanas después de su toma de posesión- poner a la plaza el nombre de Venancio Pando, eliminando y sustituyendo buena parte de los nombres antes citados (como es el caso del parque, que pasó a llamarse Parque de la República) hasta que -tras la Guerra Civil- nos encontremos en Arriondas con la avenida del Generalísimo, las calles dedicadas a José Antonio Primo de Rivera, Mártires de Parres, Calvo Sotelo, Sargento Provisional y otras, como ocurrió en tantos pueblos y ciudades de España, conservando la plaza el nombre del donante hasta hoy, ochenta y ocho años después de haberlo decidido y ciento cincuenta años de haber hecho la donación de los terrenos.
En 1988 la Corporación presidida por Manuel Alonso Nieda suprimió las alusiones franquistas por otras como la avenida de Europa, la de la Constitución, las calles Juan Carlos I, Príncipe de Asturias y otras, así como -dos años antes y con gran acierto- eligieron llamar Parque de La Concordia al nuevo espacio de 28.000 metros cuadrados surgido entre los ríos Sella y Piloña.
Pero hoy sólo nos interesaba de forma especial la plaza Venancio Pando en su 150 aniversario, a la que algunos siguen llamando plaza del Ayuntamiento y -los menos versados- plaza del Cañón, el cual -en el centro de la misma- va a cumplir sus primeros cincuenta y un años de estancia entre nosotros.