POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Al hilo de la celebración en Jaén, a partir de esta tarde, del Congreso Nacional de Vexilología donde nos reuniremos varias decenas de interesados en esta disciplina de la historia, recordamos la Bandera de Malanquilla que nos identifica a todos los malanquillanos de nacimiento o adopción. Una feliz iniciativa del fallecido alcalde Raúl Sánchez, que ondea desde el balcón del ayuntamiento proclamando con sus emblemas la identidad de un pueblo hecho a sí mismo y que lucha ante un futuro incierto.
Y esa personalidad propia se manifiesta en las espigas, como pueblo eminentemente cerealista que, a través del trigo ve asegurada su existencia. Naturalmente, el molino de viento no podía faltar en la enseña municipal. Malanquilla y su molino, todo un símbolo local, van indisolublemente unidos y abrazando ambos elementos las barras de Aragón, como símbolo de pertenencia a una comunidad.
A la hora de elegir los emblemas de debían figurar en la bandera tuve muy en cuenta las normas vexilológicas que hablan de claridad y utilización preferente de los elementos que conforman el escudo a fin de que su sola visión identifique a la localidad que representa.
Desde el orgullo de haber contribuido al engrandecimiento de Malanquilla, animo a las corporaciones locales que aún no cuenten con su bandera propia a que se pongan “manos a la obra”. Es mucho lo que se puede hacer por Aragón.