POR OSÉ JULIO ORTIZ CHISVERT, CRONISTA OFICIAL DE COBEÑA (MADRID)
Hoy tengo entre mis manos un documento que la prima de mi madre, Teresa Chisvert Crespo, vocal de la Institución de Estudios Históricos de Cobeña, me ha facilitado. Este documento hace referencia a una fiesta de cultura cristiana llevada a cabo en Cobeña para las Navidades de 1920, no es ni más ni menos que un artículo publicado en el Boletín El Porvenir de la Juventud de la Mutualidad Escolar del mismo nombre, de 1920, en el que se hace referencia a una “crónica amena y simpática” remitida desde Cobeña.
Corría el año, 1920 cuando en Cobeña había una extraordinaria y excelente profesora y también un buen cura, esta, Doña Juliana Crespo y él Don Jesús García Coloma.
Según nos relata el boletín, en el local de la Escuela Nacional, adornado con exquisito gusto, se celebró una fiesta que congregó a todo Cobeña; los niños y niñas admirablemente disciplinados, las muchachas de la Escuela Dominical, las madres orgullosas, los jóvenes del pueblo, que acuden todas las noches a la escuela gratuita que imparte el Sr. cura y en definitiva, todo Cobeña con sus autoridades y mayores contribuyentes a la cabeza. A continuación y gracias a este boletín, podemos saber quienes fueron los niños y niñas, los jóvenes y multitud de otros vecinos de Cobeña, hace casi 100 años.
Así el boletín nos sigue contando como la señorita Ángeles Moreno, hizo en nombre de las Hijas de María, la dedicatoria de la fiesta junto con las niñas Chon y Reme, al igual que hicieron Román Atienza y Celedonio de Mesa, de la Escuela Nocturna. También Anita San Martín, que leyó la semblanza de lo que es la parroquia y las niñas Julia Valdominos y Vicentita Crespo en su diálogo, “Jesús y el Alma”.
Concepción García recitó un poema titulado “El niño sin catecismo”.
Se celebraron es dicha fiesta, no solo, lectura de narraciones y poemas sino también una representación teatral; en dicha representación Vicenta Crespo tuvo el papel de doncella, Mercedes Bravo, Carmen Tendero, y Pilar y Dolores Ramón, también tuvieron papeles en dicha comedia así como la salada y graciosa “Mary” (hermana de Pilar y Dolores). El título de la comedia que interpretaron fue “Virtudes”.
También participaron en el papel de baturros María Moreno y Cayito, que bailaron unas jotas como si fueran auténticos zaragozanos (el “Arrabal” es un barrio de Zaragoza).
El boletín ensalza la presentación y el aparato escénico calificándolo de lujosísimo, con ángeles con alas, deslumbradores.
Sigue enumerando a los niños de Cobeña de 1920; Paulino Morona, Simona, Angelín, Mariano, (“muy simpático con su corderito”), Luciana y Paulina… todos bailando y ejecutando su papel en la obra de teatro.
También nos narra el boletín que además hubo un coro de niñas que admirablemente cantó el “Himno de la Confederación Agraria”, variados villancicos y jotas muy bonitas.
Puso fin a la fiesta la lectura de una carta de adhesión y bendición del obispo y unas frases del Sr. cura.
Inmediatamente se entregaron premios absolutamente a todos los que acudían a las diferentes escuelas, diurna, nocturna y dominical.
Dice finalmente el boletín:
“… una fiesta de cultura cristiana que ojalá nunca olviden los hijos de Cobeña…”
He aquí un relato del que podemos extraer los nombres de aquellos niños y niñas que hace 97 años, en 1920, formaban la comunidad más joven de Cobeña.
Hoy no sobrevive ninguno, aunque yo he conocido a muchos pues algunos de esos niños como Cayito y Vicentita, que entonces apenas tenían 6 y 7 años y que más tarde se casarían y serían los padres de Teresa Chisvert.
Hoy, las personas de más edad de Cobeña son Mariano Chisvert Torres y Daniel García, ambos nonagenarios.
¿Reconocéis los nombres de alguno de los niños? ¿Sabéis qué fue de ellos?
Si queréis podéis dejarnos un mensaje en el blog si tenéis más datos
Notas Pueblerinas
En el pequeño y próximo pueblo de Cobeña se ha, celebrado una fiesta, en extremo simpática y consoladora, organizada por el Sr. Cura D. Jesús García Colomo.
En el local de la Escuela Nacional, adornada con exquisito gusto, congregóse todo Cobeña. Los niños de uno u otro sexo, admirablemente disciplinados y dirigidos por la profesora señorita Juliana Crespo, alma de toda íniciativa noble y elevada, amante hasta el extremo, de los niños, y a quien se debe en gran parte el éxito de la fiesta; las muchachas de·la Escuela Dominical, establecida por dicha señorita; las madres, orgullosas por el eputento de sus hijos; los jóvenes del pueblo que, con constancia y extraordinario interés, acuden todas las noches a la escuela gratuita que les da el Sr. Cura; en una palabra, todo Cobeña, con sus autoridades y mayores contribuyentes a la cabeza, unidos todos en un rato de caridad fraterna, en una fiesta de sana alegría de fundadas esperanzas y de cultura y regocijo, nacidos a la sombra de la cruz de Cristo.
La señorita Ángeles Moreno, con suma delicadeza, hizo en nombre de las Hijas de María la dedicación de la fiesta; las diminutas Chom γ Reme, monísimas en su diálogo a media lengua; Román Atienza y Celedonio de Mesa, de la Es:uela Nocturna, puestos muy en carácter en la lectura de sus cuartillas; Anita Sanmartín, muy bien al leer la semblanza de lo que es la parroquia; tiernas y angelicales, Julia Valdominos y Vicentita Crespo en su diálogo «Jesús y el Alma«, y con mucha, soltura y claridad Concepción García en la recitación de la poesía «El niño sin catecismo».
Vicenta Crespo muy propia en su papel de doncella, Mercedes Bravo, Carmen Tendero y Pilar y Dolores Ramón, preciosísimas en el desempeño de sus papeles en la comedia «Virtudes», y la genial Mary, tan salada y graciosa como siempre.
Los dos baturricos María Moreno y Cayito, bailando las jotas como los legítimos del Arrabal, cosecharon muchos aplausos y… algo todavía mejor.
¿Y qué decir de las escenas pastoriles? Insuperables. Más de una madre se enjugó una lágrima, y hasta hubo padres ¡quién lo diría! a quienes les palpitaba el corazón.
La presentación y aparato escénico, lujosísimo, la cuna del Hiño Jesús, de maravilloso efecto; los ángeles, «con alas y todo», deslumbradores, “Paulino Morona, muy natural; Simona, como una serrana; Angelín, gracioso como el solo, parecía una figura de Nacimiento; Mariano, muy simpático con su corderito; Luciana, muy aldeana en sus bailes, y Paulina muy seria y con un movimiento muy especial.
Nada digamos del coro de niñas que admirablemente cantó el Himno de la Confederación Agraria, variados villancicos y jotas muy bonitas.
Puso fin a la fiesta la lectura de una carta de adhesión y bendición de nuestro señor Obispo, y unas frases muy atinadas del señor Cura, dando a todos las gracias.
Inmediatamente se entregaron los premios a todos, absolutamente a todos los que acuden a las distintas escuelas, diurna, nocturna y dominical, entre aplausos entusiastas y vivas ensordecedores a los organizadores de la velada.
En resumen: una fiesta de cultura cristiana que ojalá nunca olviden los hijos de Cobeña, y que honra tanto a ellos como a al Sr. Cura, que de este modo ve recompensados sus trabajos en favor del pueblo.