POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
A pesar de que la alcaldesa, Manuela Carmena, cree que Madrid no es una ciudad acosada por los atascos de tráfico, anda dispuesta a cargarse el coche, por si acaso. Endurecer las medidas cuando la contaminación atmosférica lo requiera, puede ser un buen comienzo para sus pretensiones, ya que iría más allá de lo previsto hasta ahora, que es permitir la circulación en función de matrículas pares e impares, lo llevaría al extremo de prohibir la circulación total de vehículos privados, o lo que es lo mismo, condenaría a la ciudad al caos total en cuanto a movilidad de refiere.
Pero por si la contaminación no llegara a límites suficientes como para obligar a dejar el coche en casa, la alcaldesa anuncia que en 2020 prohibirá la circulación por Madrid de todos los vehículos diésel contaminantes; es decir, la gran parte del parque automovilístico madrileño y del nacional, o lo que es lo mismo, los vehículos propios y los de fuera que a diario pasan por nuestra ciudad. Esto sería para año 2020. Largo me lo fía, porque para entonces puede que ni ella, ni nadie de su gobierno, tengan ya responsabilidades, o sí, cualquiera sabe. Esta es una decisión muy seria que no se podría tomar a la ligera. Eso de muerto el perro (el coche), se acabó la rabia (los atascos), no es tan fácil, porque cabe preguntarse: ¿estaría el transporte público en condiciones de asumir el flujo de viajeros procedentes del vehículo privado? Desde luego, que no.
Si Manuela Carmena quiere acabar con el coche en la ciudad, y si el transporte público no puede absorber la repentina demanda de viajeros, todos tendríamos que desplazarnos en bicicleta, y ella, y yo, no estaremos para entonces en condiciones de dar muchas pedaladas por esta ciudad de cuestas y repechos.
Fuente: http://www.madridiario.es/