POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Aún estábamos en los días intensos de la Semana Santa, con los actos que se suceden cada año y al mismo tiempo son diferentes, esas manifestaciones entre lo religioso y lo turístico, con unas procesiones magníficas y con mucho público asistente. Como es costumbre en esta ciudad, procesionan los cofrades entre filas nutridas de acompañantes, ambos son la procesión, y al mismo tiempo hay otras gentes expectantes viendo el paso de la comitiva. Es un modo de hacer. Y una reflexión que quiero hacer en voz alta: la proporción de la cantidad de público viendo pasar la historia de la Pasión en esos pasos o escenas, es inversamente proporcional a la disminución de participantes efectivos, no parece que esté ahí el relevo generacional, con excepciones, que las hay. Los años hacen mella en los cofrades portadores, las lesiones impiden a otros la continuidad, y los que entran en el círculo no son suficientes, como ya se viene notando los últimos años. Por eso se ha animado a quienes quieran participar. Por lo demás, se está ganando en organización, sobriedad castellana, recogimiento en los participantes y en belleza de unas procesiones muy dignas y atractivas, como pone de manifiesto la gran cantidad de público que viene a asistir a estos actos. A pesar de las continuas amenazas del tiempo, la gente ha acudido en unos días que parecían de las mayores fiestas.
Inmersos en esos ajetreos, nos llegó discretamente la muerte de un viejo conocido, el crítico de cine, realizador y escritor Diego Galán, que fue un gran director del Festival de San Sebastián. Un verdadero “hombre del cine”, que el año pasado recibió la Medalla de Oro de la Academia de Cine de España 2018, que destacó siempre por su “admirable trayectoria y apoyo constate al cine español”, y murió el pasado lunes 15 de abril, a los 72 años. Apenas una semana antes publicó su última columna en el ‘El País’, con el título “Cuestión de gustos” de la serie “Cámara oculta”, y temas de cine, naturalmente. Como experto en cine, comenzó como crítico en la revista “Triunfo”, y por ello le conocimos en nuestra ciudad cuando hace unos años presentó varias de las Semanas de Cine de Arévalo, cuando el Cine Castilla, recién estrenado, realizó aquellas recordadas jornadas de cine… con Fernando Lara, Juan Carlos del Pozo, y otros que se brindaron a colaborar, les gustaba esta iniciativa que organizaba aquellas jornadas cinematográficas de calidad. Y el público acudía… esto fue hasta que llegó la invasión de los videos en los bares y el cine de sala recibió la primera puntilla… Buenos recuerdos que surgen a raíz de la muerte de este hombre de cine que nos regaló con su ¡presencia de cine!
Ahora, cuando estoy finalizando estas líneas están a punto de finalizar los actos del “Día de la Comunidad” de Castilla y León, organizado por la Asociación La Queda, en colaboración con el Ayuntamiento de Arévalo, la Escuela de Folklore Arevalense, el Grupo de Dulzainas Armusime, y Protección Civil. Después de un pasacalles por el centro de la ciudad en el que desfilaron las asociaciones Arrabal y El Castillo, ataviadas con trajes regionales y acompañados de los dulzaineros. Ya en la Plaza de la Villa, el centro histórico de la ciudad y un marco extraordinario y monumental, actuaron ante numeroso público. Es el primer año de esta forma de celebrar el día de la Comunidad, y seguro que no será el último, por la gran acogida que está teniendo. Numerosas jotas y bailes castellanos se fueron interpretando entre los aplausos del público. La agrupación de danzantes de la escuela folklórica arevalense, bajo la dirección de Diego Manso, que ha experimentado una gran progresión de tal forma que nos ofrecieron un espectáculo bellísimo de danza castellana acompañados por los dulzaineros de Armusime, que ha despertado las raíces de la música y la danza de nuestra tierra, han encandilado el ambiente triste de un día gris y amenazante que abriendo el sol, al final ha dejado desarrollar el programa con la degustación popular de sopas de ajo, 350 raciones. Un día redondo y sonoro que es una hermosa forma de la promoción de nuestro folklore.