POR FERNANDO LEIVA BRIONES, CRONISTA OFICIAL DE FUENTE-TÓJAR (CÓRDOBA)
En esta ocasión tratamos de dos lugares con un denominador común: la piedra. En el primer emplazamiento se edificaron varias viviendas en tiempos imprecisos aprovechando una plataforma pétrea rodeada por un afloramiento de peñascos informes próximos entre sí. El lugar, conocido con el topónimo de “los cortijos de Peñalosa” o, mejor, “el cortijo de Peñalosa” (LÁM. 1, a y b), se localiza en la fachada S-E del cerro de Las Cabezas junto al camino que saliendo de Fuente-Tójar (la vieja Qaria Tuxar-al-Ayn) se dirige a la Rábita tras pasar el río Caicena insertándose en la antigua vía romana “el camino de Graná”, que enlazaba CORDUBA con ILIBERIS pasando cerca de ILITURGICOLA. En torno al cortijo citado, en 1996 una mano clandestina expolió el lugar extrayendo un tesorillo compuesto por 1.500 dirhems (monedas musulmanas de plata) guardados en una vasija de barro. El recipiente y el numerario corrieron suertes diferentes: unas monedas se repartieron o vendieron, 38 fueron entregadas con la fragmentada olla al Museo Histórico Municipal de Priego de Córdoba y 161 fueron intervenidas por la Guardia Civil (SEPRONA) y depositadas en el Museo Arqueológico Provincial de Córdoba (LÁM. 1, c y d). Los dírhems habían sido acuñados en diversas cecas andalusíes y foráneas y constituían un depósito cerrado escondido no más allá del 401 H. (1010-1011 d. C.) debido a los tiempos de revueltas e incertidumbres (la fitna entre los partidarios de Sulaymán y los de infortunado Hisám II) en que los beréberes arrasaban prácticamente todo al-Ándalus. Quien ocultó las monedas lo hizo de manera voluntaria conociendo con exactitud el terreno con la intención de recuperarlas tan pronto como se calmara la situación (vid: LEIVA BRIONES, F. (2003): “Tesorillo hispano-musulmán de ocultación hallado en Peñalosa (Fuente-Tójar, Córdoba). En Crónica de Córdoba y sus pueblos, IX, pp. 107-137. Córdoba).
El segundo de los temas se refiere a unos símbolos que aparecen en la haza de “Cortalaire”: Sobre un paramento tallado perpendicularmente en la roca existen dos signos grabados a base de líneas continuas y profundas. El lugar, oculto entre la vegetación, se localiza al noroeste del antiguo enclave del despoblado de Las Cabezas (LÁM. 2, a). Las figuras, de ejecución incierta, en cuanto a cronología y autor se refiere, son difíciles de visualizar. Se hallan frente a la salida del Sol. Cuando mejor se observan es al llegarles la luz oblicuamente (LÁM. 2, b). En primer término nos topamos con una cruz latina, immissa (LÁM. 2, c). El eje vertical mide 22 cm y 18 cm el travesaño, que se sitúa a 5 cm del ápice superior del primero. La profundidad de la hendidura, por término medio, es de un centímetro. A la derecha, a 37 cm, se encuentra otro signo esquemático compuesto por un eje vertical de 16 cm y otro transversal de15 cm. Si no existiesen más incisiones en la figura se diría que es otra cruz, pero al estar unidos los extremos del travesaño con una línea curva a modo de semicircunferencia con una sagita de 6 cm y una base nos hace sustentar la teoría de que se trata de una copa o cáliz (LÁM. 2, d), símbolos propios de la Orden del Temple, pensándose en la posibilidad de que en esa finca pudo haber una avanzadilla o puesto vigía templario desde donde controlarían la vía que comunicaba Córdoba con Granada, el terreno agrícola y ganadero circundante y las minas y yacimientos de sal de la zona. En sus proximidades existieron hasta tiempos recientes algunas cuevas, p. e., la “del Mellizo”, donde apareció una cantarilla vidriada en tono melado (Vid: LEIVA BRIONES, F. (2005): “Los Templarios y Fuente-Tójar (Córdoba), entre el cuento y la realidad”. En Crónica de Córdoba y sus Pueblos, XI, pp. 85-109. Córdoba, 2006). Este trabajo sirvió de base para que en 2012 se representara teatralmente en Fuente-Tójar el cuento del “Barranco de la Bruja” teniendo como protagonistas a un caballero templario y a una dama embrujada (LÁM. 3).