En Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), pequeño pueblecito de montaña situado en la comarca cacereña de La Vera y en las estribaciones occidentales de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, numerosas familias vivieron a lo largo del tiempo básicamente de las cabras, llegando en algunos momentos a pastar en su término municipal de poco más de 3500 hectáreas más de 3700 cabras.

Hoy en día, apenas quedan tres piaras de cierta importancia sumando unas 400 cabezas de las que 300 pertenecen al joven ganadero de 25 años Alejandro Torralvo Gutiérrez.

Tener una piara de 300 cabras en épocas pasadas era algo realmente impensable en Guijo de Santa Bárbara y en la mayoría de pueblos españoles donde las cabras fuesen sometidas a ordeño ya que esta tarea tenía que realizarse manualmente y una persona no podía ordeñar más de 100-150 cabras al día si no quería terminar con las manos, las rodillas y la espalda destrozadas.

Además de eso, el pastoreo o careo era una actividad verdaderamente complicada porque en la sierra abundaban los lobos que atacaban con gran frecuencia a las cabras y además en las zonas bajas y medias de la sierra e incluso a veces a gran altitud, había fincas dedicadas al cultivo de castaños, patatas o centeno que estaban cercadas únicamente por pequeños muros de piedra que impedían el acceso a las vacas, los equinos y los cerdos pero no a las cabras. Todo esto obligaba a los cabreros a estar ojo avizor para controlar a las cabras con la inestimable ayuda de los perros careas ya que los mastines servían únicamente para ahuyentar al lobo.

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