POR FERNANDO LEIVA BRIONES, CRONISTA OFICIAL DE FUENTE-TÓJAR (CÓRDOBA)
Esta vitrina posee dos niveles (LÁMINAS 1 y 2): el de arriba muestra un prótomo de carnero en una peana y el de abajo, delante, una pila ritual ibérica conteniendo diversas piezas también de ese periodo. La figura zoomorfa aquí expuesta es un animal muy ligado al ser humano por los múltiples beneficios que de él obtiene. Es austero, prolífico, bello, noble y bravo. El hombre lo representó en pintura y escultura en función de sus creencias, ya rogando, ya alabando a sus dioses. En la Antigüedad estuvo asociado a los mundos funerario, simbolizando el tránsito de la muerte a la vida, y religioso. También se relacionó con la fecundidad y como defensor de la aristocracia local. Tiene su origen en el Mediterráneo Oriental extendiéndose a lo largo del I milenio a.C. hasta la Península Ibérica alcanzando su máximo apogeo a partir del s. III a.C. Los carneros se modelaron en arcilla, bronce (un ejemplar apareció en Las Cabezas) y en piedra, caso del aquí expuesto. Apareció al desfondar el terreno junto a otras piedras en 1992 en la fachada Sur del cerro de Las Cabezas -donde se ubicó ILITVRGICOLA- en un lugar privilegiado entre el oppidum y la necrópolis de La Cabezuela excavada por Maraver en 1867. Es de momento el único óvido en piedra que se sabe exactamente el lugar de su hallazgo en la provincia de Córdoba. Las técnicas empleadas en su labra fueron las adecuadas en una materia blanda (piedra arenisca o piedra tosca, como se le denomina en Fuente-Tójar). Los instrumentos elegidos para su desbaste serían gubias, escoplos y formones, incluso cuchillos y punzones. En su origen formaría parte de un pilar estela o de un monumento turriforme. Presenta el cuello corto mirando adelante en actitud defensiva o de ataque ante cualquier espíritu maligno o enemigo del muerto, como lo demuestra la frente situada en un plano anterior al hocico (nos recuerda a Amón-Ra, dios tribal de Tebas, con aspecto de carnero -crioesfinge- guardando al faraón entre sus pata). En la pieza se aprecian las cejas, los ojos almendrados de pupila lisa con párpados muy pronunciados y los cuernos lisos y enroscados; sin embargo están ausentes ¿por deterioro? las orejas, los orificios nasales y la boca (LÁM. 3).
Bastante significativo es la oquedad existente en la parte superior del lomo (LÁM. 4), interpretándose tal hueco, entre otras hipótesis, como lugar donde depositaron las ofrendas, como receptáculo de la sangre de algún animal sacrificado durante la ceremonia ritual o como urna cineraria del cuerpo calcinado de algún personaje influyente de la ciudad. Delante, en el nivel inferior se contempla una pila ritual abarquillada labrada en arenisca (LÁM. 5).
Procede de la fachada S. de La Cabezuela de una zona próxima a la necrópolis citada supra. Apareció ¿sola? a raíz de unas roturaciones agrícolas en 1999 y recuperada ese año gracias a la intervención de la Guardia Civil del Puesto de Fuente-Tójar (el dueño de la finca se la había llevado a su domicilio en Castil de Campos). En la concavidad hay una fíbula anular hispana, una concha de bivalvo y los adornos que en origen contuvo un caliciforme cerámico: una caurí, dos anillos de cobre y un alfiler de pecho hemiesférico de ese metal. Todos los materiales proceden de la necrópolis de Los Villarones y se datan entre los siglos VI-IV a.C. [ya citados en (29,b)]. BIBLIOGRAFÍA: LEIVA, F. (1994): “Nueva escultura zoomorfa en piedra aparecida en Fuente-Tójar (Córdoba): carnero ibérico”. En Crónica de Córdoba y sus Pueblos III, pp. 313-319. VAQUERIZO, D., MURILLO, J. F. y QUESADA, F. (1994): Arqueología Cordobesa, Fuente-Tójar, Córdoba. LEIVA, F.: (2014): Fuente-Tójar (Córdoba): Aproximación a su Arqueología e Historia Antigua. Excmo. Ayuntamiento de Fuente-Tójar. LEIVA, F., JURADO, N. y OSUNA, S. (2017): “El Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar (MHM): un Museo interdisciplinar”. En Boletín del Museo Arqueológico Nacional, nº Extra 35, ISSN 0212-5544 (Ejemplar dedicado a 150 años de museos arqueológicos en España), págs. 160-168.