POR ANTONIO DE LOS REYES, CRONISTA OFICIAL DE MOLINA DE SE-GURA (MURCIA)

El 24 de enero se cumplió el 550 aniversario de la dedicación del templo mur-ciano medieval a Santa María, por una bula firmada del papa Pablo II en 1465, y elevada a Catedral, en 1467. El aniversario lo está preparando de forma es-pecial el Cabildo Catedralicio, para celebrarlo en 2017.

La ausencia de una historia de la Catedral hace muy difícil su estudio, si bien, existen monografías y ensayos muy interesantes sobre las capillas de los Vé-lez, la de Junterón, la torre y el imafronte. ¿Debemos decir el imafronte a la imafronte? ¿Cuál es su etimología?

Sí podemos afirmar que Ia primera iglesia de Murcia fue la mezquita consagra-da por el obispo Pedro Gallego en presencia del de Barcelona y de Jaime I el Conquistador, titulada desde entonces Santa María la Mayor.

El 13 de septiembre de 1289 el papa Nicolás IV concedió el traslado de la sede del episcopado de Cartagena a Murcia.

Años después, el obispo Pedrosa levantó otra de nueva planta en el mismo sitio, recibiendo el beneplácito de la municipalidad que prestó mil quinientos sillares que tenía previstos para el puente en construcción. Llegado el momen-to de devolverlos, entregaron doscientas veinte piezas. Como «la labor de la torre era en servicio de Dios y en honra de la ciudad, les dispensaba de la de-volución».

Otra pregunta ¿quién fue el arquitecto de la catedral? ¿Qué ideas iníciales tuvieron sobre lo que debía ser el nuevo templo? Interesantísima incógnita a resolver. Lástima que no nos haya llegado noticias de aquel que hizo la traza inicial. Aunque, según Belda «No fueron, sin duda, demasiado ambiciosos los tracistas o los encargados del proyecto a la hora de diseñar el edificio». Prueba de ello está en la debilidad de los cimientos, cuando, tanto la torre, como el imafronte sufrieron deterioro inclinándose.

Según afirmó Lampérez, al llamar el cabildo a Juan Sánchez, maestro piquero procedente de Valencia, se siguieron las líneas de la catedral valenciana con-forme al modelo basilical de las iglesias italianas de las órdenes mendicantes. Todo dentro de “la moda del momento”.

Muchas eran las necesidades para la conclusión del templo. La reina Isabel la Católica, en 1476, concedió a los vecinos de Alguazas y Alcantarilla que traba-jasen en la Catedral, no ir en guerra, asomada o hueste salvo contra los moros. Y los papas Paulo II y Julio II, concedieron indulgencias a aquellos que con sus donativos allegaran fondos.

También se aplicaron, para obtener dineros, sanciones del obispo. Así lo anota Torres Fontes al referirse a la discusión sobre la jurisdicción eclesiástica de Alcantarilla. Bastaron, en 1428, «veinte peones a Sancho Fernández Villalo-bos para la obra de Santa María». Cristóbal Belda encuentra la sanción al co-mendador de Ricote, Gómez Suarez de Figueroa, con 600 florines de plata para el retablo mayor.

Es potestad de los obispos señalar el día en que ha de celebrarse la dedica-ción. Los de Murcia decidieron fuera el 24 de enero. Celebrándose conjunta-mente el comienzo de las obras y el de la bula de la dedicación. Cuando el incendio de 1845 se restauró el altar mayor y, ante las dudas surgidas, en 1912 volvieron a consagrar la Catedral fijando la misma fecha del 24 de enero.

Pasado el tiempo y vista la lamentable situación del templo, abandonadas de las obras en el siglo XVII, se encargó en 1709 a Toribio Martínez de la Vega, un informe del estado del edificio.

Los trabajos, reformas y mejoras duraron hasta 1792, el 29 de junio, cuando colocaron la veleta en la torre. El 21 de noviembre la dieron por acabada, se-gún el «Correo de Murcia» del 27 y firmado por un tal Montalvo.

Por la obligación de ser muy breve, decir que la Catedral se ha llevado muchos años, muchos esfuerzos y rectificaciones día a día, donde el vivir de la ciudad está latente y Ia colocación de cada piedra, el rezo de cada misa, la devoción en cada capilla, son el cobijo de todos los murcianos, sea por una lágrima o una alegría.

Fuente: Diario LA VERDAD. Murcia, 22 de junio de 2015