POR LA ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
San Vicente Ferrer, el Pare Vicent para la multitud de fieles que le seguían a todas partes y para los que escuchaban con fervor y deleite sus enseñanzas, predicaciones y exhortaciones por buena parte del orbe cristiano; Santo, Intelectual y Evangelizador como resumimos con tres adjetivos el compendio de toda una vida dedicada al servicio de la Humanidad.
Tan grande fue su proyección en todos los sentidos que ha llegado íntegra hasta nuestros días, lo que podemos comprobar no solo por su veneración , mantenida y creciente en su ciudad natal y en Vannes donde reposan sus restos, sino en todos los lugares por donde pasó dejando un mensaje de paz, esperanza, y caridad, propios del cristianismo universal ya.
Grandeza que se evidencia también en que los contrarios a su mensaje han ido dejando su herencia de odio y animadversión en otras gentes, que continúan manifestándolo públicamente como hemos visto recientemente en ridículos actos caricaturescos o en el rechazo y oposición a públicos reconocimiento de la validez de su imperecedero mensaje a través del tiempo y del espacio.
Desgraciadamente, si hubiera nacido en nuestro tiempo San Vicente, se hubiera visto obligado a repetir la misión que desarrolló entonces, por absolutamente necesaria todavía a pesar de los avances en muchísimos aspectos, especialmente en los tecnológicos y científicos tanto en el micro como en el macrocosmos en donde se desarrolla la vida humana, porque en los morales siete continúan siendo los pecados capitales y ni uno solo ha desaparecido, veamos: la Lujuria crece en intensidad y la Pederastia corroe incluso a la misma Iglesia, por la naturaleza de sus pastores tal y como ha lamentado y condenado el Papa Francisco; la Avaricias corrompe a nuestra sociedad, especialmente a nuestros políticos; la Gula es causa de muchas enfermedades y un mal ejemplo para los sumidos en la pobreza; la Pereza es causa de la multitud de parásitos que pululan por nuestras ciudades viviendo a costa de los demás; la Soberbia impulsa innumerables actitudes insolidarias que tienen su máximo exponente en la vecina Cataluña; la Envidia continúa siendo el pecado capital habitual en España y la Ira es causa de grandes males a nivel particular y colectivo.
En cuanto a los males apocalípticos tres continúan con total intensidad. Si la Guerra en los Balcanes y en Crimea continúa en Ucrania y en el Próximo Oriente con toda su crudeza a pesar de la aparente derrota del Isis, pero el Yihadismo o Guerra Santa persiste por todo el mundo a través del terrorismo. En África es endémica ya. El Fuego continúa asolando el Reino Vegetal, por imprudencias humanas, actos vandálicos o malas políticas forestales. El Hambre, lejos o reducido en Occidente, asola a partes de África.
La Enfermedad (Peste) relativamente controlada en Occidente y buena parte de América y Asia se ceba también en África y en otras partes del mundo.
Por todo el orbe la violencia de género se extiende como una mancha de aceite y las leyes, cada vez más represivas, son incapaces de contenerla; quizás convendría estudiarlas en profundidad y ver si son excesivamente parciales.
En Valencia también tendría una gran tarea a realizar. El Pueblo Valenciano se ve acosado por sus vecinos del norte, impulsando maniobras políticas para subvertir su historia, cultura y señas de identidad. La complicidad interna facilita su acción, por lo que se ve ampliamente recompensada.. El rechazo social que alienta, creciendo día a día, hace presagiar males mayores que aún estamos a tiempo de evitar. La extensión de su acción en escuelas y centros de enseñanza superior aumenta el paroxismo del Pueblo Valenciano, que busca intensamente la organización de la resistencia, la unión efectiva, sólida y duradera y la acción constante por los medios que exige nuestra educación y nuestra fe cristiana.
Felizmente, la grave situación económica, profunda y extensa que sufrimos por la incompetencia de gobiernos anteriores, que la situaron al borde del abismo, pudo ser detenida y, hoy, hemos podido recobrar el aliento al observar la creciente recuperación. Y en ello ha desempeñado un papel decisivo el mundo empresarial que, a pesar de haberla sufrido con especial intensidad, hasta el punto de que buena parte del mismo ha desaparecido, el resto ha resistido o se ha reconvertido. La empresa familiar ha tenido un papel preponderante, siendo un motivo de orgullo para todos.
También la familia cristiana ha contribuido a la solución de la crisis que, afectando a parte de los miembros de la misma, ha permitido sobrellevarla con la ayuda del resto, especialmente de los mayores, es decir de los abuelos que, desde el primer momento, contribuyeron con su entrega personal en la medida de sus fuerzas y con la aportación de sus recursos. Los principios que la informan, amor filial y paternal, caridad y fraternidad, son sus puntales básicos.
Sin embargo no se puede bajar la guardia por lo que respecta a su integridad y continuidad, tal y como se ha consolidado a través de los siglos en el mundo cristiano por las enseñanzas de la Iglesia. Movimientos globales pretenden desestructurada, buscando otros elementos de cohesión que han fracasado sistemáticamente. A su compás se intenta ensayar otros procedimientos de relaciones económicas afectando al mundo del trabajo, de la producción de bienes y servicios y de las relaciones comerciales. Fracasados todos también hasta el momento.
Tampoco avanzamos en la seguridad, sin la cual es imposible la democracia e, incluso, su aumento extremo puede acabar con ella. Los robos siguen constantes en pueblos, campos y ciudades. La delincuencia organizada dedica, aparte robos a gran escala, su mayor esfuerzo a la introducción de drogas letales para todos pero, muy especialmente, para la juventud, truncando numerosas vidas, incluso familias enteras. Con la relajación de la autoridad, mermada por algunos grupos políticos, que jalean a delincuentes, bien sean antiguos etarras, bien golpistas separatistas, o simples antisistemas, las fuerzas de seguridad se ven sometidas a un acoso constante que permite la proliferación de aquellas y las agresivas, a veces mortales, respuestas que dan.
Desde Valencia, todas las organizaciones vicentinas han asumido una gran responsabilidad que cumplen ejemplarmente. En primer lugar mantener y extender la figura del gran Santo, Intelectual y Evangelizador, nuestro San Vicente Ferrer y, muy especialmente, la doctrina que propagó por gran parte del mundo cristiano, en realidad la doctrina de la Iglesia Cristiana basada en la Fe, la Esperanza, la Caridad y el Amor al Prójimo. Lo cual, si fuera asumido y practicado por todos los seres humanos, nos conduciría a la Arcadia Feliz, trasunto de nuestro Paraíso Terrenal, meta utópica al parecer, o inalcanzable pero cuyo intento es lo único que, por los testimonios de su esfuerzo, puede contribuir a dignificar a la especie humana.
VICENTE FERRER, SANTO, INTELECTUAL Y EVANGELIZADO
San Vicente Ferrer se encontraba, a finales del siglo XIV, cuando se dirigía a Bocairent con la intención de predicar, acompañado sin duda por la legión de penitentes que le seguían a todas partes, cruzando el Barranc de La Fos por el Pont Vell o d´Arrere Vila,cuando en ese preciso momento y lugar una violenta tempestad comenzó a arrojar agua a cántaros y piedras en gran número, obligándole a refugiarse en una cuevecita al pie del acantilado calizo en cuya cumbre se asienta La Vila o ciudad medieval, lugar que se conoce con el nombre de Pouet de Sant Vicent, donde rezuma agua que nutre una concavidad, agua que la piedad popular reconoce como milagrosa para curas oculares, protegido ahora todo por enrejado vertical.
Una vez en su interior, nuestro venerado dominico pronunció una frase que la tradición local recogió y mantuvo y que el artista bocairentino, Sr. Casanova Vañó, reprodujo en un artístico azulejo que se colocó en la propia cavidad y que dice así:
Dichós el que tinga una mol·laeta en Bocairent que no morirá de mal temps
Si profundizamos en ella veremos que su sentido trasciende el propiamente utilitario y oportunista, va más allá, como todo en la predicación por la mayor parte del occidente europeo del fraile viajero.
En primer lugar hay que resaltar que el preclaro dominico, asesor de príncipes y reyes, consejero de papas, decisivo en el Compromiso de Caspe, en la solución del Cisma «moderno» o de Occidente y en la fundación de la Universidad de Valencia, se dirigía a predicar a una pequeña población oculta entre agrestes sierras, el Benicadell y La Mariola, por tortuosos caminos en empinadas laderas y profundos barrancos. ¿ Por qué?. Porque para él todos eran Hijos de Dios y, como tales, necesitados de ser evangelizados, de conocer la doctrina del amor, del sacrificio por el prójimo, de la hermandad y de la fraternidad, de la Caridad, y como principio el amor a Dios y el respeto al Supremo Hacedor.
Mol·laeta lo traducen los bocairentinos, a despecho de los diccionarios valencianos, por casa, hogar, cubierta, y evidentemente es correcto si consideramos que «esmolá» es el nombre de la viga (fileta o polaina) de madera antiguamente, de cemento o hierro en la actualidad, que soporta una cubierta o techo, forjado diríamos ahora.
Pero la trascendencia le viene porque el santo, como bien interpretan los vecinos de la noble ciudad de la Vall de la Mariola, hacía referencia a hogar, a familia, naturalmente a la familia cristiana.
La familia cristiana es, sin duda, la primera entre las grandes creaciones que ha podido realizar la Humanidad, evidentemente por inspiración divina desde los primeros tiempos bíblicos y consolidada ya a la venida de Cristo con modelo por excelencia en la Sagrada Familia, que el cristianismo ha difundido por buena parte del orbe y que, actualmente, el dominico de voz tronante, se encargaría de extender, como «buena nueva» por el resto del mundo no cristiano.
Hoy, los tiempos son tan convulsos como los que conoció San Vicente. América se conocerá un siglo más tarde, de Asia solamente se conocía la parte próxima a Europa y de África la fachada mediterránea y poco más; la Tierra era plana y a su alrededor giraban el Sol y los pocos astros celestes conocidos, dos siglos más tarde aún se quemaba en la hoguera a los que defendían la idea heliocéntrica. El centro del «mundo» era, pues, el Mediterráneo, que se repartían dos religiones enfrentadas a sangre y fuego, el Cristianismo y el Islam, este último practicando la «guerra santa» o «yihad» como sistema de difusión.
La Iglesia Católica estaba dividida, tres Papas se disputaban el poder terrenal y el celestial. Las herejías amenazaban la doctrina de la Iglesia. La sucesión al trono de Aragón amenazaba con una guerra civil. Durante su juventud sufrió la Guerra de los dos Pedros, Castilla contra Aragón y los asedios a Valencia. Guerra y pestes azotaban Europa y la misma peste se cebaba en la Corona de Aragón y en la propia orden dominicana.
No debe parecer extraño, pues, que la divisa del gran santo fuera «Timete Deum et date illi honores, quia venit hora iudicii eius». Parecía, pues, que se acercaba la hora del fin del mundo y del juicio final.
Sin embargo, hoy, a fuerza de estar al borde del precipicio parece que nos hayamos acostumbrado a mirar el abismo y nuestra preocupación no alcance la altura que alcanzó en nuestro soliviantado paisano.
Sin embargo, la situación es pareja y debiera ser más preocupante todavía. Es verdad que aquel tipo de enfermedad tan letal entonces es nada hoy para la medicina moderna, pero otras, no menos letales, la han sustituido y, ahí, tenemos el sida; las coronarias, producto del exceso de alimentación; las derivadas del consumo de drogas, que corroen a nuestra juventud, deshacen a nuestras familias y enriquecen a bandas organizadas de desalmados; el cáncer taimado; la muerte súbita y otras no por extrañas menos letales, com el moderno Ébola que ha inquietado a Occidente recientemente.
La Guerra, mal apocalíptico que no para, hoy, por suerte, está alejada de Europa cuando siempre fue protagonista y sufridora, pero se extiende por otras partes del mundo. Sin embargo, en el ámbito cristiano se ha sustituido por el terrorismo, que sufrimos especialmente en España, pero que obliga a todos a estar en guardia permanente porque es una guerra latente, declarada y puesta en práctica por aquellos que pretenden imponer su doctrina por la violencia taimada y extenderla por la invasión pacífica y la procreación incesante.
Terminada la época de la «clau al pany», crímenes y robos están a la orden del día. Se compara ya España con «Chicago en los años 30» y apenas nos inmutamos; por lo extraordinario el Crimen de Cuenca o el de la «descuartizadora del Mercat» quedó grabado en nuestro imaginario colectivo, pero hoy crímenes más abominables se cometen casi a diario y apenas se despachan con «otro más». La violencia de género, pese a la Ley al respecto que, incluso, parece estimularla, es ya un mal creciente que suele acabar en crimen.
La emigración, tanto si viene del Sur como las bíblicas plagas de langosta, como del Este o de allende los mares, es causa, por más que algunos espíritus perturbados intenten negarlo, de buena parte de nuestros males.
La errática política que se practica está, sin embargo, en el origen de todo y, fundamentalmente, en la crisis económica, profunda y pertinaz, que aun no se ha alejado del todo, «cuando no hay harina…» dice el refrán popular.
Nuestros campos amenazan con quedar abandonados, yermos, la práctica agrícola arruina a nuestros labradores y los robos constantes de las cosechas contribuye a ello, pero también los saqueos constantes de las instalaciones agrícolas, robos de los aperos, motores, cables, maquinaria. La situación es insostenible.
Pero hay otros males todavía más letales, el que aqueja a la familia cristiana es, sin duda, el más grave, especialmente porque procede del propio poder establecido. Minar la autoridad de los padres, especialmente el moral, parece ser su primer objetivo. Se permiten los infanticidios mediante la ley del aborto, auténticos asesinatos con total desprecio a la vida.
Sin embargo, la familia cristiana, con la íntima unión de todos sus miembros, el eterno amor paternal y filial, el mutuo apoyo y comprensión, el respeto y cuidado a los mayores, con la alegría colectiva en los momentos felices y la unión y la entrega en los tristes y críticos, con los padres dispuestos a dar la vida si preciso fuera por sus hijos o viceversa, es una conquista institucional de nuestros antepasados que será imposible que nos puedan arrebatar ya.
Por todo ello, ahora, como remedio artesanal para salir de la situación a la que nos han precipitado los malos políticos y la corrupción sin límites; intensificando nuestra cohesión para que la familia cristiana se mantenga sin alteración y se refuerce como el principal medio de cohesión y estructuración social; para que la seguridad sea uno de los principales objetivos de nuestros políticos ya que, sin seguridad, no hay libertad. Y sobre todo, practicando el TIMETE DEUM con el amor y reverencia con el que se teme a los padres para la mayor gloria del Supremo Hacedor de los cielos y de la tierra.
Pero, desgraciadamente, no podemos olvidar cuando la Sociedad Valenciana, capitaneada por el Lloctinent dels Cavallers Jurats de Sant Vicent Ferrer, Dr. Ballester Olmos, se disponía a glosar la figura y producción intelectual y humanística en el seno de la Alma Mater de la Universidad de Valencia, cuyo Estudio General que impulsó el sabio dominico permitió su creación hete aquí que la secta pancatalanista de ultra izquierda que controla y domina la mentada universidad, obligó al Rectorado de la misma a suspender el acto, alegando razones de orden público y la aconfesionalidad y laicismo de la institución, como si de un acto eclesiástico se tratara..
Grupos radicales que organizan homenajes a etarras por proetarras, es decir a asesinos, y convocatorias para la difusión del islamismo, se permiten estos vergonzantes boicots a actos que sin duda apoyarían si el Santo hubiera favorecido al aspirante catalán al Trono del Casal de la Corona de Aragón. Actitudes respaldadas y toleradas por el Rectorado.
Sin embargo, la respuesta del Pueblo Valenciano fue, una vez más, blandengue y acomodaticia, protestas de «mesa camilla» sin más alcance, tal y como sentenció en su día el repetido Olivares, empezando por las mismas Cortes y continuando por la Presidencia y Gobierno Valenciano, sin olvidar a la Consellería de la que dependen las Universidades y su nutrición.
I blandengue será, una vez más, la reacción contra la invasión que preparan elementos extranjeros, apoyados por quinta columna interna, para anexionar el Reino de Valéncia a otra organización territorial y política, con amplias ambiciones imperialistas. Lo que no consiguieron en Caspe pretenden conseguirlo ahora, aprovechando la ausencia del intrépido dominico y del indomable Vinatea