POR ALFONSO ROVIRA MARÍN, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA).
El 6 de junio, a los 91 años falleció la religiosa alcireña, Sor Rosa Sifre Montalvá, tras cuidar de los ancianos durante 76 años.
“ Venid benditas de mi Padre, porque tuve hambre y me distéis de comer; porque estuve desnudo, y me vestisteis; porque estuve desamparado y me acogistéis…”
Sor Rosa nació en Alzira, en la partida de Vilella. El 13 de octubre de 1945, a los 15 años, ingresa en la Congregación de Hermanitas de Ancianos Desamparados, en Santa Mónica, en Valencia y toma el hábito el 30 de abril de 1946 y, el mismo día, dos años más tarde, profesa como Hermana. El primer destino que tuvo fue Sagunto y más tarde, Bocairent, Xixona, Alcázar de San Juan y Daimiel. En 1965, la Madre General la destina a su ciudad natal, donde ha permanecido 56 años.
Muchas han sido las vicisitudes que ha atravesado Sor Rosa en su vida religiosa, pero la que la que le quedó más grabada fue la tarde del 20 de octubre de 1982, con las inundaciones provocadas con la rotura de la Presa de Tous, que casi se la lleva el agua y el barro que inundó la ciudad y el nivel del agua que alcanzó en la casa de los ancianos.
“Pretiosa est mors sanctorum ejus”. “Preciosa es la muerte de los justos de Él”. Esta frase le cabe de lleno a Sor Rosa Sifre. Según la vida, así fue su fin. Con enfermedad ejemplar, con incomparable resignación. El tránsito fue ejemplar, cumpliendo las palabras de San Vicente de Paúl, “el que ha llamado a los pobres durante su vida, verá sin espanto, la hora de su muerte”.
Muchas generaciones de alcireños han constatado durante décadas la humanidad, la entrega y bondad de una de las religiosas más apreciadas. Descanse en paz
FUENTE: CRONISTA