POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Estaba yo revisando viejos papeles y entre ellos alguno de mis primeros artículos publicados en este Diario, cuando me llegó la noticia de una visita prevista para unos días después. Era un admirado y buen amigo, experto en arte y muy especialmente en el mudéjar. Con él y con Gutiérrez Robledo he vivido alguna de las aventuras artísticas más apasionantes, no exentas de riesgo y de algún susto. Raimundo, Rai para los amigos, venía con un grupo de personas de un curso, “Arte y arquitectura abulenses: una aproximación didáctica a investigaciones recientes e inéditas”, de los que organiza la Fundación Ávila y claro, ¡cómo no iba a saludarle este Cronista que tanto le aprecia!
Entre el grupo, había algunas personas conocidas y entre ellas, mi querida amiga Dolores, la presidenta de la Fundación. Con ella tengo una especial relación, porque en todos los actos de mi nombramiento como Cronista y en algún momento importante para mí, siempre estuvo ahí como representando a la familia. Hija de mi antecesor en la crónica Eduardo Ruiz Ayúcar. Y en otras muchas ocasiones, actos culturales y sociales, y siempre muy grato saludarla.
Pues esperé al grupo que realizaba una visita por el Arévalo histórico y artístico, siempre nuevo y sorprendente de la mano de Rai, el gran historiador de arte. En la espera, recordé tan gratos y productivos momentos de aquellos “Cursos de Arquitectura Española: el Mudéjar”, en los que tanto aprendimos de lo nuestro, momentos con grandes profesores que me descubrieron la grandeza de nuestro Mudéjar, y me enseñaron a amarlo y estudiarlo cada vez un poco más, para que vengan ahora algunos a volver con eso del “románico de ladrillo”, aunque en nuestra comarca efectivamente se presentaron simultáneos, convivientes e influenciándose mutuamente… Está claro como he tomado partido en este asunto, basta leer el título de estas columnas que me identifican con lo mío, mi ciudad y nuestro arte predominante.
Vimos Sata María la Mayor arevalense, una iglesia que es “la mayor” por su significado y rango, como sede del antiguo Cabildo Eclesiástico de la villa, no tanto por su tamaño, y “del Castillo” porque antiguamente su hermosísimo ábside tenía otra elevación, era un ábside acastillado, como otros de la comarca, que tuvieron que desmocharlo por el peligro de hundimiento, allá por el s. XVII. Pero también por las dos joyas de arte que guarda: el Pantocrátor tardo románico y el coro bajo mudéjar recuperado del hundimiento de su cubierta. Luego pasaron a San Martín.
Al tiempo coincidí y conocí a una nueva persona, María del Carmen Melendez, que trae un bagaje de nuevas actividades para este Cronista, que se sumó momentáneamente al grupo y después seguimos conversando de muchas cosas, todas espacialmente con Arévalo de fondo. Cosas de la radio en línea de las redes, que ahora llaman podcast, grabaciones que siempre están ahí, en la nube y accesibles al público interesado. Una gran nube que guarda infinidad de cosas, algunas mías, que a veces dudo que sea tan grande y tan capaz, que el día que esa nube explote como una de esas tormentas que nos visitas estos días, descargue un torrencial indecible.
Yo tengo en ese campo una experiencia preciosa, un podcast que se grabó en Madrigal, sobre nuestra Reina Isabel I, la Católica, emitido por los amigos de Hispanos sin Complejos, en el que intervine contando algunos aspectos de Isabel y Arévalo.
Las cigüeñas de Santa María, por cierto, esas del nido sureste, las que ven millares y millares de personas de todo el mundo, con las torres gemelas de San Martín al fondo, están de triste actualidad. Cuando estoy escribiendo estas líneas salta la noticia: el cigoñino hijo de Moraña y Briceño, ha muerto acurrucadito en el nido, parecía dormidito… dicen los observadores más asiduos o los que casualmente vieron el momento que las cigüeñas, cuando descubrieron al pollo sin vida, con evidente desdén ¡arrojaron del nido los otros dos huevos! Se ha roto el masivo seguimiento. Este parece que no es buen año de cría de las cigüeñas… sin embargo, esas mismas fuentes aseguran que la pareja de Moraña y Briceño de nuevo se entregan a las artes amatorias… un poco tarde parece pero, ¡quién sabe! podría ser un nuevo foco de atención, el ver si cuajan un nueva cría…
También a última hora está en el candelero las fresas de Huelva, tema controvertido donde los hay, que yo no entro en cuestiones políticas y menos en esos boicots, pero nuestra zona y otras comarcas abulenses, son el origen de las plantitas de esos frutos rojos y ese río revuelto, salpica a muchos más que a los onubenses.
FUENTE: R.G.S.