NISÉN DÍAZ, UN ENAMORADO DEL FÚTBOL • EL RECUERDO DE UN HOMBRE BUENO
Oct 08 2013

POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)

Nisén Díaz. / mariola menéndez
Nisén Díaz. / mariola menéndez

Recordar el fútbol en Grandiella y no evocar la figura de Nisén Díaz sería imperdonable. A lo largo de varios años fueron muchos los partidos que compartimos juntos, en compañía de un grupo de habituales (Fermín Sastre, mi hermano Pablo, su hijo Vicente, Ramplu, Monchu, Fermín el de Vegadali, etcétera) que sentíamos predilección por verlos desde el sucu que había tras la portería de arriba, en el viejo campo.

Nisén fumaba en pipa habitualmente, y hubo una época en la que coincidí con él en la afición (en tiempos en los que estaban de moda Half and Half, Clan, Borkum Riff, Prince Albert, Mac Baren, Amsterdamer, Captain Black, mi preferido, y los nacionales Apolo y Gravina, que intentaba «mejorar» añadiendo en casa un poco de miel, o unas gotas de whisky), por lo que, una vez en el campo, intercambiábamos nuestros respectivos productos. De Alemania le mandaba (o le traía) su amigo Alberto Torga un buen tabaco, que Nisén, inefable, guardaba a granel en el bolsillo lateral de la chaqueta, con el resultado final para el producto que puede suponerse.

Nunca una mala palabra, nunca prisa, nunca un mal gesto, ponderado siempre, no era Nisén amigo de entrar en polémicas, buscando el consenso a partir de razonamientos plenos de sentido común, de modo que era una delicia disfrutar de su compañía. Enamorado del fútbol, el equipo de Nava fue una parte muy importante de su vida. Un ejemplo; me contaba su hijo Vicente que un día de invierno en que había amanecido nevando, y con un frío de mil demonios, había visto a su padre, por la mañana, con ambos pies metidos en la forna de la cocina. Pues bien, por la tarde, el tiempo había empeorado, si cabe, pero ¡ay, amigo! jugaba el Europa en casa. Entonces Nisén, que había pasado la mañana al calorín de la cocina, al llegar la hora del partido razonó diciendo: «¡Coime, paez qu`escampa!» Y sin más, ante el asombro de la familia, salió pitando rumbo a Grandiella.

Durante muchos años puede asegurarse que no quedó campo donde fuera a jugar el Europa que no conociese el coche de Nisén, y alguna anécdota hay de eso. Como aquella vez en que, cuando se dirigía al pueblo donde jugaban los de Nava, detuvo el coche para subir a un chaval que hacía autoestop. Cuentan los que lo saben que el joven y Nisén se pusieron a hablar, hasta que, en cierto momento, el chaval le preguntó que adónde iba. Nisén se lo dijo, y el chaval, correcto, le comentó que entonces no llevaba la dirección adecuada. «Ya lo sé -dijo Nisén-, pero es que primero voy a llevate a ti al sitiu al que vas, y luego doy la vuelta pal partido». Así era Nisén.

Otra muestra; jugaba el Europa en Colunga y subiendo La Campa, se averió el autobús que transportaba al equipo. Entonces, los coches de aficionados navetos que iban al partido fueron llevando jugadores, de modo que el Europa pudo comenzar el choque, si bien el once se fue completando según iban llegando componentes. Aquella tarde de invierno habíamos viajado mi mujer y yo hasta la villa colunguesa con Nisén y su hijo Paco en el SIMCA 1.200 que tenía a la sazón. Al regreso, se estropeó la luz del coche y, pese a los intentos de Paco con los cables, la cosa no tuvo arreglo. Era pleno invierno y oscureció pronto, porque en medio de La Campa se hizo noche cerrada; de modo que la última parte de la subida la hicimos a paso de hombre, con Paco a pie, haciéndonos señales en cada curva. La cosa es que, además, aquella noche había velada de boxeo en el local situado junto al bar Plaza, y Nisén tenía gran interés en presenciar los combates. Así que, con el ángel de la guarda sobrevolando la capota, en cuanto coronamos La Campa nos lanzamos sobre Nava como si de un coche fantasma se tratara. Pero ni aun en aquellas circunstancias perdió Nisén el buen humor. Así que, cuando pasábamos por Paraes, tierra conocida, Nisén respiró; «Aquí ya no tengo mieu». Y con ello lo que quería decir era que la posible sanción por circular sin luz ya quedaba descartada, pues él tenía buena amistad con el teniente de la Guardia Civil.

Otra vez me contaba muy serio: «Mira, yo soy,… veráste; andaben los cuervos arrancándome el maíz, y a mí dábame muncha rabia, así que un día, muy enfadáu, cogí la escopeta y púsime ena tierra, al acechu. Bueno, pues en esto vien un cuervu, pósase en una rama, y, cuando-y estoy apuntando, ponse a mirame de una manera triste, muy triste, talmente como si supiera que iba matalu. Bueno, pues, ¿quies creer que me dio pena del páxaru, y baxé la escopeta? Non pudi tira-y».

Había fallecido José María Ordóñez, de modo que mi mujer y yo fuimos hasta Vegadali a dar el pésame. Eran principios de primavera, y estaba muy buen día, luciendo el sol. En cuanto rebasamos el paso a nivel encontramos a Nisén, en camiseta y armado con una foz, desbrozando la maleza de una finca lindante con la carretera por el lado derecho. Se le veía sudoroso, por lo que, al pasar, lo animamos a seguir con la labor, que por otro lado parecía muy necesaria. «Sí, hombre, hay que hacelo, porque, si no, el escayadal termina ocupando toa la finca».

Ya de vuelta, apreciamos que Nisén no se encontraba ni en el lugar ni con la labor en la que lo habíamos dejado, pero, de improviso, apareció para hablar con nosotros.

-Coño, Nisén, ¿ya terminasti? Era evidentísimo de toda evidencia que no, que la labor estaba apenas comenzada, pero atentos a la respuesta:

-Oño, chachu, ¿sabes qué pensé?, nos dijo, mientras arrascaba, filosófico, la cabeza.

-No, Nisén, ni idea -le contesté.

-Pues que si quito toa la maleza, puen venir los ecoloxistas y llamame la atención, porque, vamos a ver, si lo dejo too limpio, ¿ónde van poner los ñeros los paxarinos? ¿Non te parez a ti lo mismo?

-Coime, Nisén, claro. No me había dado cuenta, pero tienes toda la razón.

Un día de primavera del año 2008, coincidimos en la Casa de Cultura naveta con motivo de la presentación de un libro de su buen amigo Saúl Torga (el cual, por cierto, escribió cosas interesantes sobre nuestro hombre), y, en el ágape que siguió al acto, le comenté mi intención de pasar por su casa cualquier día, para charlar con él. Nisén, sonriendo, me dijo; «Non tardes munchu, porque hay paisano pá pocu». Y hasta en eso acertó, porque falleció poco tiempo después. Han pasado algunos años, pero su figura de hombre bueno permanece intacta en mi memoria. Sirvan de prueba estas líneas.

El 2 de septiembre, a los 78 años, falleció en Parres (Llanes) José Luis González González. Natural de Castañera, si hubiera un ranking de los futbolistas navetos, José Luis estaría, sin duda, entre los primeros. Que descanse en paz.

Fuente: http://www.lne.es/

Add your Comment

Calendario

noviembre 2024
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  

Archivos

UN PORTAL QUE CONTINÚA ABIERTO A TODO EL MUNDO