A FALTA DE CONOCER EN DETALLE LA INVESTIGACIÓN DE LA CRONISTA OFICIAL DE LEÓN MARGARITA TORRES Y JOSÉ MIGUEL ORTEGA RECOGIDA EN EL LIBRO «LOS REYES DEL GRIAL», DE INMINENTE PUBLICACIÓN, PARA JORGE MANUEL RODRÍGUEZ, «NO SE PUEDE ASEVERAR QUE EL CÁLIZ DE LEÓN ES ‘SIN DUDA’ EL GRIAL AUTÉNTICO»

El vicepresidente del Centro Español de Sindonología y uno de los principales estudiosos del Santo Cáliz de Valencia, Jorge Manuel Rodríguez, manifestó sus dudas en relación a las conclusiones de la investigación de la profesora de Historia Medieval de la Universidad de León Margarita Torres que asegura que el grial auténtico es el que se custodia en la basílica de San Isidoro de León.

A falta de conocer en detalle la investigación de la cronista oficial de León Margarita Torres y José Miguel Ortega recogida en el libro «Los reyes del grial», de inminente publicación, para Jorge Manuel Rodríguez, «no se puede aseverar que el cáliz de León es ‘sin duda’ el grial auténtico». «El hallazgo tiene valor histórico y se trata de un cáliz fantástico, muy parecido al de Valencia pero de menos calidad». «Es posible que la copa que había en el templo del Santo Sepulcro es la que esté en León, pero eso no quiere decir que sea la que usó Cristo en la última cena», apunta Jorge Manuel Rodríguez, quien argumenta que en los siglos II y III el canon romano, la liturgia de los papas en Roma, ya hablaba de que éstos usaban el cáliz de Jesús.

Este sería, según la tradición, el cáliz que el papa envió en el siglo III a España a través de su diácono San Lorenzo y que se custodió durante siglos en distintas iglesias de los Pirineos hasta llegar a Valencia en el siglo XIV.

Para el vicepresidente del CES, tienen más validez los documentos de la liturgia romana que los pergaminos egipcios del siglo XI que esgrimen los investigadores de León y, según los cuales, los musulmanes regalaron al rey Fernando I, por mediación del emir de Denia, el cáliz que se custodiaba en la iglesia del Santo Sepulcro que ellos, a su vez, habrían robado del citado templo.

En todo caso, Jorge Manuel Rodríguez asegura que es imposible asegurar «sin lugar a dudas» que uno de los dos cálices fuera el que usó Cristo. Lo que sí se puede decir, añade, es que de todos los aspirantes que existen en el mundo, el de Valencia y el de León «serían de los únicos posibles, por la cronología y por el material. «No veo contradicción entre ellos». Pero «de ahí a decir que el de León es el de la última cena es imposible porque hay un salto en el tiempo que no se explica». La investigación de Torres y Ortega admite que el rastro del cáliz de León se encuentra en el año 400 en Jerusalén pero con anterioridad no hay documentación.

Fuente: http://www.levante-emv.com/ – Hortensia García