POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Lo sabía, amigos lectores!
Antaño, cuando yo era joven y se publicaba (si la censura franquista no la clausuraba temporalmente) la grandiosa e inimitable revista «LA CODORNIZ», dirigida por Álvaro de la Iglesia, siempre me hicieron mucha gracia dos «personajes» de sus viñetas: uno, el pequeño sabelotodo, que respondía al título general de «REPELENTE NIÑO VICENTE»; otro, el viejo sabio griego apodado KALIKATRES al que siempre se le empezaba preguntando así: ¡Dime, oh Kalikatres sapientísimo…!»
Pues esto es lo que hace un momento me acaba de suceder. Un lector, supongo que bien intencionado, me hace esta pregunta relacionada con mi comentario de ayer acerca de las miniespichas de exaltación de la cultura sidrera: » ¿Usted escribió algo acerca de la sidra?
Es muy fácil criticar en plan «niño Vicente» y muy difícil colaborar «dando el callu».
Tiene toda la razón mi comunicante porque, en realidad, lo que hace con su pregunta-comentario es afirmar la verdad del refranero de mi pueblo «Una cosa ye pedricar y otra sembrar trigu».
Y digo que mi buen amigo lector tiene razón porque, aparte de mi librín «De sidrería en sidrería por Asturias», yo no escribí algún otro libro más sobre ese asunto de la sidra.
«Solamente» colaboré en la medida de mis posibilidades, aunque de forma muy decisiva, en las dos mejores publicaciones que se han escrito y editado en Asturias sobre la cultura sidrera.
Las cito:
1.- EL LIBRO DE LA SIDRA
Un tomazo de 594 páginas editado en Oviedo, año de 1991, por Pentalfa Ediciones.
Son de mi autoría varios capítulos del mismo.
2.-SIDRA Y MANZANA DE ASTURIAS
Otro tomazo de 452 páginas editado en fascículos por Prensa Asturiana SA. LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo. Aparte de redactar diversos capítulos de la obra fui el responsable del diseño y dirección de la misma.
¡Ah! Deseo aclarar otra cosa. Yo no vendo libros ni, en este caso, tengo derechos de autor sobre los mismos. Los editores ya me pagaron (si pagaron) y yo cobré (si lo cobré) mi trabajo.
Les cuento esto para evitar comentarios tipo Francisco Umbral a Mercedes Milá en una entrevista televisada: ¡Oiga, señorita: yo vengo aquí a hablar de mi libro!
Si hago mención a estas publicaciones, a las que había que sumar las escritas por mi antiguo alumno y, ¡quién lo diría!, entrañable amigo, el profesor David M. Rivas, es porque con ellas Asturias tiene un argumento más para sumar al caudal de adhesiones a su título sidrero de PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD.
Aunque, a decir verdad, quizá pese más la folixa popular y bullanguera que el silencio de un libro.