RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Un gran acontecimiento artístico que este año conmemora el IV Centenario de la muerte de El Greco, Domenikos Theotokopoulos, “El griego de Toledo”. Ya nos habían dicho de la gran atracción del acontecimiento y de las colas durante los fines de semana. Por eso decidimos ir un día de diario, para evitar aglomeraciones.
Toledo es siempre una meta de viaje, casi sin disculpa aparente ya es interesante una visita a la “Ciudad Imperial”, la Toletum romana, Tollitum la capital de la Hispania visigoda, Tulaytulah la gran urbe árabe del reino toledano, la Toldoth mozárabe y la Toledo cristiana, que siguió siendo una gran ciudad tras ser reconquistada por Alfonso VI y aún fue capital, por derecho propio, de los reinos castellanos y de la España de los Reyes Católicos, aunque la corte fuera itinerante, y capital de “las Españas” en tiempos de Carlos I y de Felipe II, junto a Valladolid, hasta que este definitivamente instaló la capitalidad en Madrid. Siempre ha sido y será una capital histórica.
Por todo ello, su historia dilatada ha creado un gran patrimonio acumulado, de tal forma que las diversas ciudades de Toledo se superponen unas sobre otras, riqueza monumental y arqueológica, que de vez en cuando nos sorprende con algún nuevo hallazgo importante de su historia y la nuestra, meta de las gentes hacia aquella urbe antigua y sede de culturas, con su universal “Escuela de Traductores”.
Este es el año de El Greco y en la ciudad imperial se han reunido casi todos los “grecos” venidos desde todo el mundo. Desde su primera época de los iconos, pasando por la italiana de Venecia y de Roma, hasta su llegada a España y a su Toledo, ciudad que conoció todo su esplendor y que ya nunca abandonaría.
Una vez más, unas cuantas exposiciones ya, en el Hospital de Santa Cruz, la exposición, inmensa, representativa de sus épocas diversas. Otra meta imprescindible es la Catedral Primada, con su sacristía rebosando arte, “El Expolio” y el apostolado, entre otros, lucen magníficos recién restaurados.
Y luego la Capilla de San José y el convento de Santo Domingo el Antiguo, complementarias… no nos dio tiempo a más y renunciamos a “El entierro del Señor de Orgaz”, hace poco que lo vimos por última vez.
A pesar de las amenazas y alertas amarillas y esas cosas, en la sierra llovió lo que no está escrito, pero en Toledo, cuatro gotas, como se suele decir… al regreso otras tormentas en las montañas, pero menos intensas.
Pero no todo es maravilloso, que en todas partes queda un ¡hay! La mala señalización te hace estar preguntando continuamente, y ya saben, en el Toledo laberíntico de mapas más que escuetos, no es fácil encontrar nativos, el turismo a tope y eso que era un día laborable. Luego el costo de las entradas, nada barato diría yo, y recorriendo las sedes, porque no en todas se venden entradas ni te dicen que el comienzo es Santa Cruz. Esa peregrinación entre sedes y las cuestas de Toledo nos molieron las piernas, que ya no somos de hoy. Sin contar la des guardería del paraguas.
No puedo dejar de nombrar a nuestro amigo Rubén, el mejor guía posible, en Valladolid para los Gregorio Fernández; en Toledo para los Grecos. Un agradecimiento sin medida, por sus sabias opiniones y descripciones. Así nada es igual, y fue capaz hasta de quitarme el paraguas del pensamiento.
Dirán que ¡ya está bien con el paraguas! Pues sí, es que me lo extraviaron cuatro guardas en Santa Cruz, y no hice reclamación porque la hoja que me proporcionaron era como escribir un testamento, y el corta lluvias no iba a volver…
En este tipo de exposiciones no se pueden permitir tantos detalles de desorganización. Pero, a pesar de todo esto y las aglomeraciones, ¡mucho greco! una reunión de obras imprescindible, una ocasión única… muy recomendable.