POR ANTONIO VERDÚ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE JUMILLA (MURCIA)
Había una larga tradición -desaparecida por la década de los 70 del siglo XX-, por la que durante la festividad del santo, o sea, el 17 de mayo de cada año, muchos vecinos y visitantes de otros lugares, llenaban con su presencia el monte, el Convento y la iglesia de Santa Ana del Monte de Jumilla, para estar durante unas horas en el mismo lugar en donde durante tres años (1580 a 1583), estuvo viviendo San Pascual Bailón. Los actos los organizaba la Adoración Nocturna. Ver la celda que ocupó durante ese tiempo. Tocar sus reliquias. Andar el mismo camino del santo, cuando cargado de limosnas de las recogidas en Jumilla, subía hacia el Convento, y ayudar a paliar un poco el ayuno a que estaban sometidos. Todavía nos queda una higuera y un madroño de los que se comen, plantado por el santo. Autocares de Murcia, Albacete y Alicante, llenaban el ancho de Santa Ana la Vieja. Largas colas de peregrinos alegraban la jornada. El aroma del tomillo, romero, espliego, y de la enorme pinada, hacía que el espíritu se fortaleciera en todos los aspectos. Los zagales veíamos el movimiento de autocares. Alguna vez nos subía el maestro y pasábamos el día, sin alcanzar todavía el significado del acontecimiento.
Era un día grande para los franciscanos por la presencia de tantos peregrinos, como así reflejan en sus crónicas. Para el pueblo también era casi fiesta, aunque nada más fuera por el movimiento de gentes y vehículos que circulaban hacia el Convento de Santa Ana del Monte de Jumilla, y que como dice el Padre Salmerón en su Historia del Convento de 1788: “… una de las cosas que más ennoblece e ilustra a este Santuario, es haber morado en él algunos años este grande y glorioso santo…”
Era natural de Torre Hermosa, villa del reino de Aragón. Como nació el día 17 de mayo, festividad de Pascua del Espíritu Santo, le pusieron por nombre Pascual. Muere en Villareal al punto mismo, que en la misa conventual elevaba el sacerdote al Santísimo Sacramento, el día 17 de mayo de 1592, también domingo de Pascua del Espíritu Santo, en cuyo mismo día había nacido. Tenía 52 años y 28 de religioso.
La presencia del santo sigue viva en el Convento de Santa Ana de Jumilla a pesar de la lejanía del tiempo, y los más de cuatrocientos años que nos separan de su presencia. Nada más tomar la actual carretera, distinta al camino que recorrió San Pascual, podemos ver, uno de los lugares en donde descansaba el santo cuando cargado de limosnas subía hacia el Convento. Aquí le llamamos el “Pasico de San Pascual”. Era la primera parada de las tres que siempre hacía en su retorno al Santuario. Lo cuida la familia del arquitecto Salvador Moreno y su esposa Mari-Pura Moreno, que algún día contaremos el por qué lo hacen, aunque podemos avanzar que por una promesa de su abuelo.
Más adelante en el paraje de “El Prado”, estaba el segundo lugar donde descansaba. Más tarde hicieron una ermita, con fecha de 25 de octubre de 1668, por los señores don Francisco Abellán Tomás y Lorenzo Lozano Cuenca: “… una hermita en el término y jurisdicción de esta dicha Villa, en la partida del Prado, arrimado al camino que va a Señora Santa Ana, su invocación de San Pascual Bailón, la cual está acabada con la decencia debida…” Se estuvo utilizando hasta el 22 de noviembre de 1786, cuando el visitador Escrich mandó fuera demolida y colocada en su lugar una cruz. Se conserva el cáliz que había en la ermita y que tiene fecha de 1742.
El tercer lugar donde descansaba se le conoce como “Las Peñuelas”, cerca del Convento, en el ultimo ramblizo que cruza la carretera, recuperada hace unos años por la comisión del 425 aniversario del Convento.
“El mayor de sus prodigios es el de los milagrosos Golpes, que se sienten en su santo Cuerpo, Reliquias, è Imagenes; los quales si son con estrepito, ò mal son, pronostican, y anuncian cosas adversas, y trabajosas; pero si son suaves, y de agradable sentido, anuncian cosas favorables, y prosperas. De estos milagrosos golpes hai innumerables testigos, y muchos de la maior authoridad; y al presente hai muchissimas personas, que han oido estos golpes, y sonidos prodigiosos. Con ellos causa santos y maravillosos efectos de consuelo, gozo, luz, y devocion. Reprehende defectos, mueve à penitencia, ha convertido pecadores, y tambien Hereges. Zela el culto divino, y el respeto en las Iglesias. Ha manifestado su devocion à Maria Santissima, y al Santissimo Sacramento: al pronunciar su elogio, ha dado muchas vezes golpes. Y lo que excede toda admiracion muchas vezes han alternado con milagrosos golpes San Pasqual, y Christo Señor nuestro en la Hostia Consagrada; dando esta golpes, y correspondiendo con otros San Pasqual, deloqual hai tambien testigos mui fidedignos”. (Manuscrito de Fray Pascual Salmerón. Santa Ana 1788)
Todo sigue aquí, en nuestro Convento, en el que todavía podemos sentir ese aroma al monte, a santos, a su fresca y cristalina agua de la Fuente de la Jarra, a su iglesia, a su huerto, a sus imágenes de los siglos XV, como la Abuelica Santa Ana, San Antón y Santa Margarita; otras de los siglos XVI y XVII. Y de manera especial pueden admirar la imagen del Cristo Amarrado a la Columna del inmortal Salzillo; o al Cristo de la Reja, que desenclavando su brazo derecho bendijo a la Comunidad; o al Cristo de la Sangre, de cuyo costado salieron unas gotas de sangre que llenaron de fuego al Padre Mancebón ; y más de cien reliquias en su altar mayor y en los colaterales, como del Ignus Crucis, de Jesús, de María, Santa Ana, San Pedro, San Juan, Santa Clara, del Sepulcro, de la flagelación, San Pascual, etc., que le hacen ser el lugar de la región de Murcia con más reliquias, y que se pueden ver desde la reja que da acceso al altar mayor.
El lugar en que viviera San Pascual puede ser visitado y recorrer los mismos lugares que él pisó. Este Santuario sigue siendo referencia para Murcia y comunidades vecinas. Aunque los moradores le llamaban el desierto de Santa Ana del Monte, tiene algo tan especial, que ya no puedes olvidarlo jamás.