POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No sé si las tradicionales fresas del Corpus eran una invitación del arzobispado al ayuntamientado, después de la misa que proclama la presencia real de Jesucristo en la eucaristía, en respuesta al caldo con el que hace cincuenta años Masip invitó a los canónigos, después de la misa del Domingo de Ramos que celebra la entrada de Jesucristo en la ratonera de Jerusalén, o si fue al revés. Ya no sé si lo primero fue el caldo o la gallina, si Antonio Masip dio un paso al frente, un caldo al frente, para abrazar a la familia católica, o si fue el Cabildo, lo cortés no quita lo caliente. Sea como fuere, al derechizarse (no digo enderecharse) el Gobierno municipal se evidencia un acercamiento entre organismos; de hecho, en las invitaciones al ágape místico y gastronómico, se pide confirmación de asistencia a la comunión bajo las dos formas, el pan y la sangre, el cuerpo y la fruta, para que haya hostias y fresas para todos.
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