MASTRAL CON NUBES Y LEVANTE CLARO, PAGARÁ SI NO HA PAGADO (VI)
Abr 26 2014

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Calles Torrijos (Azorín) y Canónigo Torres en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Calles Torrijos (Azorín) y Canónigo Torres en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Calle Mariana Pineda (Fotógrafos Darblade) en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Calle Mariana Pineda (Fotógrafos Darblade) en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre, al fondo la pescadería,  en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre, al fondo la pescadería, en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre, al fondo pescadería y bar ‘La Marina’,  en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre, al fondo pescadería y bar ‘La Marina’, en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte

La gran nevada del 26 de enero de 1926

La nevada de los días 25, 26 y 27 de diciembre de 1926 en muchos puntos del levante español la podemos considerar como uno de los fenómenos meteorológicos más recordados del siglo XX, y no faltan motivos para ello. Según las referencias periodísticas, la nieve cayó con una intensidad poco habitual en numerosas localidades del este y sur de España, incluso en ciudades y pueblos costeros como Cartagena, Almería, Málaga, Torrevieja, Alicante o Sanlúcar de Barrameda, nada acostumbrados a este fenómeno meteorológico.

Desde el día 23 de diciembre una expansión de aire polar continental situó una desfiladero de aire frío sobre el Mediterráneo Occidental y la península Ibérica, situándose sobre el sudoeste peninsular los días del 24 al 27 de diciembre. Precipitaciones de agua y nieve y bajas temperaturas nocturnas fueron generales, los días 26 y 27, en toda España, destacando en Torrevieja la nevada caída la madrugada del 26 de diciembre, amaneciendo la villa con una gran capa de nieve, como se puede ver en la fotografía tomadas por Alberto Darblade.

Aquella tormenta del verano de 1928

La prensa se Alicante se hizo eco de los estragos a causados por el pedrisco en la tarde del día 16 de agosto de 1928 en la provincia, alarmando a las familias que se hallaban en veraneando en Torrevieja y que tenían posesiones de tierra en la provincia.

Aquí en todo el día hubo un intenso viento de levante, principalmente por la tarde, obligando a cerrar las puertas de las casas que se iban llenando de arena que el viento arrastraba con violencia.

El cielo, aparatoso de nubes, se fue poniendo amenazante de chubascos. La mar estaba imponente, estrellando sus olas en las rocas y levantando penachos de espuma. Y los barcos, que se hallaban a dos millas de la playa torrevejense, sufrían los embates de las gigantescas olas que tan pronto de veían subir envueltos en el agua agitada por el viento, como precipitarse en el abismo.

Las familias de los pescadores, con el corazón oprimido por la angustia, ignoraban la suerte que podrían correr los suyos, que muy de mañana se habían lanzado a la mar en busca de la pesca.

Conforme iba avanzando la tarde, el cielo seguía encapotado. Por todas partes amenazaban descargar las nubes que se corrían de un punto a otro. En principio, tan sólo un chispeo más o menos prolongado, y las nubes continuaban sin decir “¡agua va!”. Ya bien caída la tarde los relámpagos comenzaron a destellar. Empezó el desfile de las gentes que se santiguaban a cada chispazo de luz vivísima que alumbraba el espacio, retirándose a sus casas a esperar el aguacero.

El temporal arreció de una manera pasmosa. Ya no se iluminaba el cielo con relámpagos intermitentes. Era una ola intensa de fuego la que encendía con luz clarísima Torrevieja. Uno tras otros los fogonazos de las chispas eléctricas se sucedían en el espacio. Alguna que otra vez, la violencia de una fuerte descarga que se marcaba en el horizonte con un zig-zas prolongado, dejaba oír el trueno intenso que atemorizaba.

A las diez de la noche aún seguía la tormenta. Debió correrse hacia el Sudeste. Aunque los relámpagos seguían con igual furor, no se percibía el ruido de la descarga. Los ánimos se fueron recobrando poco a poco en la población, hasta que a las once cesaron los relámpagos que habían tenido que habían puesto en tensión los nervios de aquellas gentes, y un cielo estrellado llevo la calma a sus espíritus.

¿Dónde descargó la tormenta?

Al día siguiente el tiempo siguió alborotado en Torrevieja. Por la mañana amaneció sin una nube que empañara el horizonte; pero el mar siguió alborotado y a eso de las nueve de la mañana comenzaban a formarse torres de nubes blancas por occidente.

Los balnearios se vieron poco concurridos; pero no faltaron familias que gustaron del oleaje y aun advertidas del peligro que pudieran correr, remojaron sus cuerpos. Para ellos el baño con mar gruesa tenía sus encantos.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 26 de abril de 2014

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