LA ELIMINACIÓN DE LAS CALLES FRANQUISTAS, UNA VOLUNTAD SIN FECHA • EL AYUNTAMIENTO DE SANTANDER MANTIENE AL MENOS TRECE CALLES Y DOS PLAZAS CON NOMBRES DE LA DICTADURA DE FRANCO
Abr 27 2014

LOS HISTORIADORES CARLOS DARDÉ, SÁNCHEZ Y EL CRONISTA OFICIAL DE SANTANDER BENITO MADARIAGA CONSTITUYERON EN 2001 UNA SUBCOMISIÓN DE EXPERTOS PARA ANALIZAR EL CAMBIO DE CALLES

La estatua de Franco, "el símbolo más ofensivo" se retiró en 2008.
La estatua de Franco, «el símbolo más ofensivo» se retiró en 2008.

Calle División Azul, General Dávila, García Morato, General Moscardó, Plaza de Italia, Ruiz de Alda, Alféreces Provisionales… Son solo algunos de los referentes icónicos que quedan en Santander de la dictadura franquista. Al menos 13 calles, dos plazas y parafernalia simbólica recuerdan aún hoy una etapa, oscura para muchos, de la historia de España. El Ayuntamiento de Santander asegura tener intención y voluntad de ir cambiando con normalidad los nombres franquistas, como ha ocurrido con General Mola, pero en el horizonte no hay fechas marcadas.

Francisco Franco era Jefe de Estado cuando las llamas arrasaron Santander en 1941. El fuego devastador del mayor suceso de la capital cántabra y el alcalde ‘franquista’ que regía la ciudad, Emilio Pino, obligaron a reestructurar y rebautizar calles y plazas con nombres de militares del Ejército español. Un trágico episodio que ayudó además a ‘limpiar’ el centro de la ciudad y construir viviendas para nuevos ciudadanos con mayor poder económico. La Transición empujó a las ciudades a retirar muchos de estos vestigios franquistas. En 2007, la Ley de Memoria Histórica, impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quiso acabar con esas huellas del pasado y animó a las administraciones públicas a que «tomaran las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la represión de la dictadura». Sin embargo a unas capitales les costó más que a otras.

En el caso de Santander, solo se cambió los nombres a las plazas del Generalísimo y de José Antonio Primo de Rivera por Del Ayuntamiento y Pombo, respectivamente, se acordó sustituir la calle Pilar Primo de Rivera por González de Riancho, se eliminaron las leyendas franquistas del Monumento a los caídos y los escudos del Alto de Miranda, el 18 de diciembre de 2008 se apeó a Franco de su último pedestal en la plaza del Ayuntamiento después de 44 años y el 30 de noviembre del pasado año se cambió el nombre de la calle General Mola por el de Ataulfo Argenta. Y hasta ahí. En 2007, el alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, se pronunció sobre la Ley de Memoria Histórica de Zapatero asegurando que cumpliría la norma aunque entendía que era «absurdo abrir un debate sobre el tema. Lo que preocupa a los ciudadanos no son debates que reabran heridas», dijo. Para el historiador de la Universidad de Cantabria (UC), Miguel Ángel Sánchez es importante acometer esa transformación y «cuanto antes mejor. Entiendo que en calles grandes de Santander si se quita el nombre primario se va a armar un lío gordo pero yo haría todo lo posible por acometer esa labor de una vez», explica. Sánchez subraya como una «victoria» la retirada de la estatua de Franco. «Se quitó lo más impactante y ofensivo. Se fijaba mucha gente de fuera y daba mala imagen de la ciudad pero el 85% de las calles continúan con la misma denominación». Los historiadores Carlos Dardé, Sánchez y el cronista oficial de Santander Benito Madariaga constituyeron en 2001 una subcomisión de expertos para analizar el cambio de calles. En su informe final, que fue remitido al pleno de la Corporación, se recomendaba lo siguiente: «Sería conveniente sustituir muchos de estos nombres de calles en especial los de las vías y plazas principales de la ciudad, recuperando las denominaciones tradicionales». Trece años después, Sánchez explica que el Ayuntamiento «no hizo caso a los técnicos. No se si es porque es un estrategia, que no creo, más bien se trataría de una cuestion técnica. Del caos que se formaría por el cambio».

Andalucía, un referente

Oviedo retiró en 2008 dos escudos franquistas con el águila y el lema ‘Una, Grande, Libre’ de las vidrieras de las puertas de entrada del Palacio de Valdecarzana, sede del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. En Madrid, se cambió el nombre de la Avenida del Generalísimo por Juan Pablo II. Andalucía anunció el mes pasado que obligará a retirar símbolos de la dictadura en 18 meses para quitar escudos y placas que exalten el golpe de 1936 y el franquismo. En febrero de este mismo año, el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, alertó del «conflicto social» que generaría en algunos lugares retirar calles franquistas mientras que en Castellón el pleno del Parlamento decidió hace unos meses por unanimidad retirar tres calles franquistas: Martín Alonso, Blasco Vichares y la plaza Serrano Suñer.

Sánchez cree que Cantabria debería tomar como referencia a Andalucía «y cambiar cuanto antes los nombres de las calles. Ir quitando capas a la cebolla para poder quedarnos con lo bueno».

Fuente: http://www.eldiariomontanes.es/ – Ana del Castillo

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