EL CRONISTA OFICIAL FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL RELATA COMO EL ESPACIO EVOLUCIONA EN LA MEDIDA QUE LO HACE LA CIUDAD Y ACABA CONVIRTIÉNDOSE EN LUGAR NO SOLO DE ACCIONES COMERCIALES
La Plaza Mayor de Cáceres surge como un lugar que ha ido evolucionando en sus usos y en sus formas desde la Edad Media hasta nuestros días. Su origen, como el de gran parte de las plazas mayores, hay que buscarlo en la adecuación de grandes espacios urbanos destinados a múltiples actividades que ilustran el progreso cotidiano de las ciudades. Así lo muestra una exposición de fotografías que exhibe el Palacio de la Isla hasta el próximo 30 de agosto. Se trata de una colección del archivo del ayuntamiento que ofrece un recorrido histórico por la ciudadela cacereña.
Desde principios del siglo XIV la actual plaza Mayor aparece como lugar dedicado a la feria y al mercado. Lo explica el Cronista Oficial de Cáceres y columnista de este diario, Fernando Jiménez Berrocal, quien relata como el espacio evoluciona en la medida que lo hace la ciudad y acaba convirtiéndose en lugar no solo de acciones comerciales. También se celebran en este espacio otras actividades como ajusticiamientos, autos de Fe, justas y fiestas taurinas, festejos o proclamaciones. De igual modo el sitio donde se ubica desde el siglo XVI, por Pragmática Sanción de 1480, la casa del Corregimiento.
Ello convierte a la plaza en el epicentro donde se toman las decisiones políticas de la ciudad. En sus alrededores se alzan pequeños soportales de madera que se irán convirtiendo en edificios de fábrica con el paso de los siglos. «Evoluciona su nombre; plaza Pública, plaza de la Feria, plaza de la Constitución, plaza de la Villa, plaza del General Mola y finalmente plaza Mayor», recuerda Jiménez Berrocal.
Está rodeada de soportales y la preside el ayuntamiento, que fue construido en el año 1869 por Ignacio María de Michelena. Aunque ha sufrido varios cambios a lo largo de su historia, ello no ha impedido que desde ella puedan contemplarse monumentos tan emblemáticos como la Torre de la Hierba, la de los Púlpitos, la Torre de Bujaco y la ermita de la Paz.
La actual Plaza Mayor de Cáceres se origina a partir de la evolución de la ciudad y de sus gentes. En cuanto a su diseño, el cronista señala que la ciudadela «nunca gozó de unidad artística, se hizo con remiendos arquitectónicos y por los impulsos que han marcado el desarrollo demográfico y los tiempos históricos».
El primer proyecto de ornamentación no se produce hasta 1842 cuando la ciudad ha conseguido la capitalidad provincial y había logrado la cifra de 8.800 habitantes. «Esta plaza, de aguaduchos y bandeja, perduró durante casi un siglo, hasta 1931, cuando se inicia un nuevo proyecto de adecuación que culminara con la plaza jardín que hemos conocido hasta 1970» y que aún permanece en la memoria de decenas de cacereños que ven con nostalgia aquel diseño.
Berrocal indica que «cuando se elimina el jardín, surge la plaza aparcamiento para darle más posibilidades a las incipientes visitas turísticas, para que accedan hasta la misma puerta de la ciudad monumental».
LA BANDEJA
Este cuadrilongo, saturado de vehículos, se mantendrá hasta el presente siglo (año 2001) cuando se construye sobre el pavimento original una pequeña bandeja (conocida como la bandejina) que entorpecía el desarrollo de actividades lúdico-festivas en una ciudad que caminaba hacia los 100.000 habitantes y asumía nuevos retos. Se dio otra imagen a este lugar con un presupuesto de unos 175.000 euros.
La última gran reforma de la plaza Mayor comenzó febrero de 2010 y finalizó un año después. Formó parte de las actuaciones incluidas en el proyecto Cáceres 2016 y fueron financiadas por el Consorcio constituido para tal fin con cuatro millones de euros. Era el proyecto estrella de la candidatura que aspiraba a conseguir que Cáceres se convirtiera en 2016 en Capital Europea de la Cultura, un título que finalmente no se logró porque San Sebastián fue la ganadora.
La última obra de la plaza fue ejecutada por la empresa Placonsa durante la corporación de la alcaldesa socialista Carmen Heras. Se empleó granito de Piornal en su rehabilitación, que cubrió una extensión de 3.300 metros cuadrados, es decir, la parte más amplia del recinto.
Esta es la historia de una plaza cambiante en el tiempo, de una plaza que es el escenario de la fiesta de San Jorge, del recibimiento a la imagen de la Virgen de la Montaña, del festival Womad o de la Semana Santa. Las viejas mercaderías de antaño se han tornado hoy en bares y restaurantes.
Las reformas de la plaza siempre fueron objeto de polémica; pasó con la retirada de las palmeras, con la eliminación de la diosa Ceres o del yugo y las flechas de la Torre de Bujaco. Pero nunca ha dejado de ser el centro de reunión de los cacereños e, indudablemente, el fiel reflejo de la historia de Cáceres.
Fuente: https://www.elperiodicoextremadura.com/ – ALBERTO MANZANO