POR JOSÉ A. RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO, Y OSCAR DE S. MACARIO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE CASAS DE DON ANTONIO (CÁCERES)
Se conservan las ruinas de un antiguo Hospital en la calle de la iglesia. Sabemos de su existencia y funcionamiento desde el siglo XVI, aún se conserva el Libro de Cuentas del Hospital de la Concepción, 1579-1652 en el Archivo parroquial de la iglesia de San Juan Evangelista de Deleitosa. Por tanto, en la segunda mitad del siglo XVI se fundó este Hospital con su ermita de la Concepción por don Juan García Rico, dotándose de cinco médicos que atendían a enfermos emigrantes de los alrededores y del pueblo. En este hospital fue atendido San Pedro de Alcántara en su última enfermedad antes de ser trasladado a Arenas de San Pedro donde falleció. Todavía finales del siglo XVIII el hospital estaba en plena actividad. En el Interrogatorio de don Tomás López, realizado el 10 de diciembre de 1785 (la obra original fue publicada en el año 1798), recogemos literalmente: “Se halla también un hospital que fundó y dotó Juan Garzía Rico, con su hermita de Concepción, en el que se recojen pobres emigrantes, y curan enfermos de el pueblo hasta donde alcanzan sus cortas rentas”. Incluso nos ofrece una relación de las enfermedades típicas que se tratan en dicho hospital: “…que más regularmente se padecen son terzianas por acaloramiento, que con el uso de dos o cuatro sangrías y algunos refrescos se remedian, los purgantes de toda casta cusan funestos efectos, algunos dolores pleuríticos en sujetos vinosos y por lo mismo poco peligrosos, siempre en las evacuaciones no aia retraso, … tres epidemias de tavardillo…, hidropesías, con esta agua no se contrahen tisis por caso raro y en fuerza de algún golpe en el pecho ethicas, acontecen algunas más solo en mugeres poco reflexivas y zelosas de su saluz,… párvulos fallezen en bastante número de aczidente varmiginos o de sarampión y viruelas,…”. Un hospital destinado a acoger a pobres y enfermos, con un aposento para alojar en él a los peregrinos que pasarán por el pueblo o a los sacerdotes y frailes. A finales del siglo XVIII sólo se acogían en él pobres transeúntes, la mayor parte de sus ventas se destinaban ayudar algún pobre necesitado natural de la población que presentaba grave enfermedad.
El patronato del hospital estaba en manos de las autoridades civiles y eclesiásticas de Deleitosa, los cuales nombraban mayordomo y las cuentas eran periódicamente revisadas por el visitador del obispado de Plasencia.
El edificio en el que se encontraba el hospital presentaba dos partes, el hospital propiamente dicho y una capilla. En el Libro de Cuentas (1579) aparece mencionada una imagen de la Virgen con el Niño que representaba a la Inmaculada Concepción, advocación del hospital, que poseía mantos, gargantillas, coronas y diademas. Existía en el hospital un portal de entrada con dos dormitorios, una cocina, un establo junto a ésta y un corral donde aún se conserva otro portal. La capilla comunicaba con una de las salas mediante una reja y por uno de sus lados limitaba con el corral. Las salas presentaban techumbre de viguería de madera a teja vana, con el tiempo se doblaron primero los aposentos de los pobres y más tarde la capilla. Según el Libro de Cuentas del Hospital de la Concepción, entre los años 1582 y 1590 se realizaron varias reformas en el hospital dirigidas a evitar los problemas de humedad, reforzando las paredes hará protegerlas de la lluvia, también hubo de rehacerse el corral del hospital porque se estaba cayendo, rehaciendo ser una portada, sustituyeron algunos cabríos, se doblaron los aposentos de los pobres y se arreglaron algunas paredes que estaban caídas.
En el segundo Libro de Cuentas del Hospital de la Concepción, 1653-1721 de nuevo encontramos datos sobre obras de mantenimiento en el hospital: arreglar los tejados, las paredes y sustituir vigas, obras realizadas en el año 1686, así como la reparación de una casa pequeña que comunicaba con el hospital en la que también se acogían pobres, obras realizadas por 146 reales pagados a don Alonso de Córdoba, vecino de Deleitosa. El hospital se mantenía con las rentas que producían sus propiedades, consistentes en un alcacer, que a finales del siglo XVI rentaba más de 30.000 maravedíes anuales, y varios censos cuyo valor se aproximaban a los 1000 maravedíes. También recibían limosnas de la condesa de Oropesa y de los habitantes de los pueblos comarcanos.