POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
A veces se dice con razón que los jóvenes de ahora adolecen de la mentalidad de los de antaño, de ese hambre competitiva que tuvieron que desde lo más bajo, lo más humilde, las circunstancias más difíciles, desarrollaron SU vida a base de talento sí, pero sobre todo de picar piedra, de querer ser mejores, algunos hasta labraron fortunas y adornaron hojas de servicios a base de tesón, competitividad, hambre, pasión, ambición. Pues bien, todo empezaba nada más despertarse desayunando… lo que había de forma más inmediata y a bajo coste.
El desayuno estaba compuesto generalmente por un tazón de leche con azúcar y, a lo más malta, añadiéndole a la sustancia liquida trozos de pan duro (sopas de pan), también se hacían esas mismas sopas con galletas, bizcocho o magdalena, todo dependía del presupuesto familiar y de las existencias del momento; equivalente a los llamados cereales azucarados o ‘Corn Flaques’ de ‘Kellogg’s’.
Otro desayuno cotidiano de los torrevejenses se componía de pan tostado con aceite y sal, o con manteca de cerdo o pringue, pan con chicharrones, y también pan con mantequilla y una onza de chocolate de algunas de las pocas marcas que habían a la venta en aquellos años: “Samally”, “La Campana” de “El Gorriaga” o “Chocolates Tárraga”, fabricado en la cercana población de San Pedro del Pinatar. Mucho más sano que las masas industriales: Donnuts, croissant, etc.
Alimentos menos habituales o extraordinarios en el desayuno eran las magdalenas, los rollos de anís, los rollos de naranja, las tortas de chicharrones, los bizcochos o “pepes” -con la masa de las monas y con forma de panecillo-, las almojábenas, las tortas y los buñuelos de calabaza. En los domingos y días festivos, cuando el presupuesto alcanzaba, se compraban o hacían en casa “almojábenas”, tortas de piñones, tortas de miel y tortas “escaldas”.
En verano, era imprescindible desayunar agua de “seba” comprada a la puerta de la casa o en alguna de las heladerías que habrían sus puertas en verano: `Sirvent’ frente a la plaza de Castelar, ‘Mary’ en la calle Ramon Gallud’ y ‘La Ibense’ en la calle Chapaprieta, también se podía adquirir en algunos de los carritos de helados que callejeaban desde bien temprano por las calles del pueblo, como el de Rafael, que vendía, además, una excelente horchata.
Muchos están de acuerdo en que desayuno es la comida principal de día, lo que deben aportar los elementos nutricionales y energéticos necesarios para afrontar el día, y sobre todo que nos permita no tener hambre a la hora del almuerzo con el riesgo de devorar cualquier cosa. Y en aquella, nuestra niñez, se comía de la que había a nuestro alcance… desayunos mucho más sanos que los de ahora.
Fuente: Revista ‘El cocido de mi pueblo’. Torrevieja, julio de 2019. Año 3, número 8