PASADO Y PRESENTE DE LA FIGURA DEL CRONISTA OFICIAL EN LA PROVINCIA DE ALICANTE
Hace cientos de años, en España, apareció una figura que pasaría a convertirse en fundamental e importantísima para cada uno de los municipios del país en la que se encontraba. Sería la encargada de narrar de manera minuciosa y precisa la historia de una ciudad, pueblo o villa. Las primeras referencias sobre esta figura, que se mantiene en muchos lugares en la actualidad, datan del siglo XIV. El cronista oficial de entonces no es el mismo que se puede encontrar a día de hoy, los avances que se han producido en la sociedad desde aquéllos años son abismales, por lo que las funciones propias de esta figura han evolucionado a las necesidades actuales y, en ocasiones, se cuestiona el verdadero sentido de esta figura en pleno siglo XXI.
La Real Asociación de Cronistas Oficiales de España (RAECO) cuenta con una quincena de cronistas oficiales asociados de la provincia de Alicante. Aspe, Benilloba, Cox, Elda, Granja de Rocamora, Los Montesinos, Monforte del Cid, Muro de Alcoy, Novelda, Orihuela, Petrel, Relleu, San Juan de Alicante, Sax o Torrevieja, entre otros, hacen uso de esta figura que aún hoy relatan e investigan el pasado y el presente de sus municipios. Ni Elche, ni Alcoy, ni tan siquiera la capital alicantina han cubierto la plaza vacante dejada en los años 50 por el ilicitano Juan Ors Román, Rogelio Sanchís Llorens en Alcoy hace siete años, y en noviembre del año pasado, Enrique Cerdán Tato en Alicante.
Funciones del cronista
“El origen de los cronistas es la Edad Media”, afirma Gabriel Segura, cronista oficial de Elda, que asegura que la función del cronista no está clara ni definida en el siglo XXI. No hay ningún documento oficial que defina cuáles son las tareas de esta figura.
Miguel Ors, historiador y director de la Cátedra Pedro Ibarra -en honor al penúltimo cronista oficial de Elche y que fue “más que esto, un excelente historiador y documentalista”-, explica que la figura del cronista “tenía” y tiene dos misiones: “una era dar a conocer lo que pasaba, pero sobre todo conservar, resguardar y en cierta medida crear patrimonio documental desde el punto de vista de una localidad y de un ámbito concreto”.
“En el siglo XIX sí que sabíamos cuál era la función del cronista y de donde toma el nombre: de hacer la crónica de los acontecimientos y los sucesos que ocurrían en cada ciudad o villa”, explica Segura. “La función de los cronistas en aquella época era contar las hazañas de los monarcas” comenta Antonio Galiano, presidente de la Real Asociación de Cronistas Oficiales, que continúa: “lo que hacían era edulcorar de alguna forma todo lo que estaba pasando”.
El cargo de cronista oficial es honorario y vitalicio, y su nombramiento se realiza por pleno ordinario o extraordinario, por lo que en la mayoría de ocasiones las funciones de esta figura las dicta el reglamento de honores y distinciones del Ayuntamiento. “Ahí es donde se debe reflejar si han de hacer una crónica anual, si la labor es de asesoramiento a la corporación municipal en cuanto a heráldica, vexilología, investigación, rescate de historia, o de tradiciones”, amplía Galiano, que también es cronista oficial de Orihuela.
La historia de la que ahora se es consciente en muchos municipios alicantinos se debe, en gran parte, a los cronistas oficiales. En Elche, Pedro Ibarra contribuyó con su labor como cronista, historiador y documentalista, a crear uno de los archivos históricos más importantes de la Comunidad Valenciana. El primer documento escrito data de 1265. En Elda, por ejemplo, Alberto Navarro fue quien escribió la historia de la villa, base fundamental para conocer su historia actual. Antes ostentó el cargo Lomberto Amat, típico cronista del siglo XIX. Erudito del pueblo, persona ilustrada que sabía leer incluso documentación antigua y que fue secretario del Ayuntamiento. “Era la figura típica del cronista que todos llevamos en la cabeza”, comenta Gabriel Segura.
La elección del cronista oficial suele depender, entre otras cosas, de la trayectoria de implicación social a nivel cultural que tenga con su ciudad. “Escribimos más que crónicas artículos de investigación o de difusión con los que dar a conocer a los vecinos determinados aspectos de la historia de su ciudad”, explica el cronista de Elda.
Diferencia de opiniones
Actualmente esta figura sigue vigente en muchos pueblos, villas y ciudades de España, pero en algunos de ellos esta figura está desapareciendo o, por el momento, no se está buscando sustituto para cubrir el puesto.
Alicante, Elche o Alcoy carecen de cronista oficial en la actualidad. Elche es la veterana, 56 años han pasado desde que falleció Juan Orts Román, el último cronista oficial. “Partiendo de que tienen todo mi respeto, tengo dudas razonables de si merece la pena crear esta figura o no en los lugares donde no existe”, explica Miguel Ors.
En Alcoy hace siete años que no se cubre el puesto, y en Alicante hace tan solo unos meses, aunque según la archivera municipal de la capital alicantina, Susana Llorens, no cree que vayan a nombrar ningún cronista: “ahora lo que han hecho ha sido nombrar un asesor municipal en cultura”, comenta. Al menos de momento, el Partido Popular no se ha manifestado al respecto.
El que sí lo ha hecho ha sido Daniel Simón Plá, historiador y concejal de Cultura de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Alicante: “El PP no ha hecho ningún movimiento para cubrir la baja de cronista oficial. Por lo menos institucional, no sé si entre ellos estarán buscando una persona”, y afirma: “me atrevo a decir sin tener ningún dato que si se retrasa esto también debe ser porque el PP busque una persona ideológicamente afín. No creo que tenga narices de nombrar a otro Cerdán Tato a pesar de que hay muchos historiadores con perfil de izquierdas con prestigio nacional en Alicante”.
Enrique Cerdán Tato, último cronista oficial de la capital alicantina, dijo en numerosas ocasiones que esta figura podía ser incómoda para un equipo de gobierno. Antonio Galiano cree que muchas veces el hecho de que no se ocupe este cargo es por simple desconocimiento o por no tener voluntad de cubrirlo porque el cronista es un asesor que no cobra, “una persona que tienen a su disposición para resolver algunos temas, realizar informes, o evacuarlos. Todo ello de manera gratuita”, explica el presidente de la RAECO.
Controversia ideológica
Que el cargo se elija por pleno en el Ayuntamiento es cuanto menos un punto de inflexión. Unos opinan que el hecho de que sea un partido político quien designe a esta figura puede influir en la forma de contar los hechos, incluso en la decisión de qué contar y qué no.
El historiador Miguel Ors explica así las razones por las que no cree que sea necesario crear esta figura actualmente en ciudades como Elche, que lleva medio siglo sin ella. “Designar un cronista oficial en una ciudad como esta, que tiene 250.000 habitantes, sería como elegir un historiador oficial, un poeta oficial o un arquitecto oficial…”, comenta el presidente de la Cátedra Pedro Ibarra, y continúa: “Es algo así como el depositario de la verdad histórica y eso tiene una cierta complejidad”. Opina que sería un peligro porque “tal y como están nuestros pueblos tendríamos cronistas oficiales peperos o del PSOE” y defiende la pluralidad de memorias como lo más recomendable.
La labor de los cronistas ha sido fundamental para conocer a día de hoy la historia de la provincia alicantina: “si no fuera por ellos nuestra memoria histórica sería mucho más flaca de lo que en estos momentos es todavía”, reconoce Ors.
La profesionalidad a la hora de ejercer el cargo es fundamental para esta figura. Independientemente de la profesión del cronista, la mayoría de ellos en sus textos hablan de historia y Daniel Simón explica que los historiadores deben criticar las fuentes, no situarse de una de las partes, dejar muy claro de dónde ha sacado esas fuentes históricas, cuáles han sido, criticarlas si son válidas y objetivas y explicar cómo se ha llegado a las conclusiones. Extrapolando esto a la faceta del cronista comenta que en el caso de una ciudad la base son los documentos públicos, las actas del pleno, el material que hay en el archivo de Alicante… “¿Hasta qué punto puede influenciar la ideología? Pues como en todas las profesiones quizás”, contesta el historiador y concejal de Izquierda Unida.
“Como humano evidentemente se puede caer, y los propios Ayuntamientos pueden pretender un nombramiento tendencioso”, comenta el cronista de Elda que explica que en la época de Franco se podía dar esta situación. “Hoy en día, con la libertad de expresión se ha evolucionado mucho y yo creo que ya no pasa” explica Gabriel Segura, que defiende que el cronista debe ser decente y tener dos dedos de frente. Es importante que se mantenga al margen de los vaivenes políticos, “sobre todo porque el cronista queda y los políticos pasan”, concluye el cronista eldense.
El concejal de Izquierda Unida, Daniel Simón, explica que para nombrar a alguien como cronista oficial de un municipio lo ideal es llegar a un consenso, elegir a una persona en la que aunque “tú seas de izquierdas y yo de derechas nos fiemos de su criterio”.
La realidad es que los cronistas no suelen ser personas afiliadas a partidos políticos aunque no hay ninguna ley o norma que lo prohíba. Lo que prima es el interés de la población y presentar estudios históricos que no tengan connotaciones partidistas.
Los cronistas en la actualidad
Actualmente los cronistas siguen siendo tan importantes como en cualquier época de la sociedad en que nos situemos. Es evidente que a lo largo de los años esta figura ha evolucionado y en la mayoría de ocasiones ha dejado de ser aquella persona que trabajaba para el señor del pueblo, la corona o el poder.
Internet, las nuevas tecnologías, los blogs y los medios de comunicación han propiciado “un exceso de información que provoca una inflación informativa que en muchas ocasiones es incorrecta y en algunos casos no conoces ni siquiera el autor”, explica Gabriel Segura.
“Para el quinto centenario de la ciudad de Alicante se cogió a todos los profesores de historia de la Universidad de Alicante y se hizo una historia de cuatro tomos muy interesante. Pues falta escribir el quinto. Falta nuestra historia reciente”, comenta Daniel Simón que aboga porque en la capital alicantina se elija a alguno de los tantos historiadores importantes a nivel nacional que tiene la ciudad. “Puede sonar a tópico pero si no conocemos la historia estamos obligados a repetirla y ya digo que el acceso a la información para mí no garantiza que se transmita la historia adecuadamente, sobre todo por el ruido existente. Hace falta un cronista”, concluye el historiador.