RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
De nuevo un gran puente y un tiempo excelente, que cuando Madrid “puentea”, todos los alrededores lo notamos. Es algo parecido a cuando se constipa, que todos estornudamos, y así, la XXXVIII Feria de Muestras y la Almoneda de Antigüedades han registrado grandes afluencias de público. Han estado bien después del año pasado en que no se realizaron con motivo de Las Edades del Hombre. Parece como que se han cogido con ganas.
Luego están los resultados, se ha vendido, y bien según unos, y según otros la crisis se notaba demasiado. Pero indudablemente la han disfrutado mucha gente, miles de personas, que para el tamaño de mi ciudad es bastante.
Casi lo mismo que en ediciones anteriores, quizás algún expositor más, pero a mí, los espacios institucionales y de asociaciones, los actos culturales paralelos, me gustan. Y las grandes maquinarias agrícolas, los coches, y los sorteos, las conferencias, los actos sectoriales y los de entretenimiento, todo ello es un conjunto de actividades muy entretenidas.
Miles y miles de miradas, de visitas, muchas de ellas de turismo y todo animado. La feria propiamente dicha, la carpa de la Plaza del Arrabal con la almoneda de antigüedades, las artesanías instaladas en el frontón municipal cubierto, las iglesias con el programa “abrimos”, los museos y las diversas exposiciones, hacen que estos días de entre abril y mayo sean para mi ciudad un polo de atracción. Y además el tiempo ha acompañado… pues, un puente redondo.
Después vendrán las cifras y estadísticas, que es bueno tener referentes comparativos. Pero, aún sin cifras conocidas, ya se puede decir que ha sido un extraordinario puente ferial y de turismo.
Y hablando de turismo, quizás ha tardado en notarse el “efecto edades”, pero ya está aquí. Claro, que en invierno aquí nunca hubo nada, siempre se ha dicho que los motores del turismo arrancan con la Semana Santa, este año a calendario avanzado, que también han sido días extraordinarios de público y para todas las cosas, los actos procesionales, los culturales y los gastronómicos.
Ya reconocemos gentes que han vuelto desde Las Edades, gentes que repiten para disfrutar de la ciudad monumental y del Tostón, con más tranquilidad y saboreando con mayor sosiego, todo nuestro patrimonio, no sólo el gastronómico sino también el histórico y artístico.
Y hablando de patrimonio monumental, y de sus nuevas señalizaciones, muchas de ellas estrenadas para “Credo” y otras renovadas. Algunas muy caras, de esos materiales modernos que se oxidan y que cuestan más que valen, porque si no es así, díganme cómo es posible que en apenas un año algunas señales turísticas estén descoloridas, con la pintura saltada en parte de ellas y así… pues muy caras y muy malas, sin entrar en el tema de sus contenidos, no han durado dos telediarios.
No hace mucho en una visita a Medina del Campo, con unos amigos de allí comentábamos de temas comunes de ambas ciudades, ambas poblaciones, que no son pueblos, tampoco tienen un tamaño mínimo de ciudad, yo digo “mi pequeña ciudad”.
Yo les comentaba, Medina es bastante mayor, pero ¡es igual poco más o menos! –me comentaban- es una cuestión de conceptos. Se quieren tener cosas como en las ciudades, es una demanda del ciudadano, pero luego llega el mantenimiento y eso es otra cuestión, deja mucho que sedear. Se coloca “mobiliario urbano” y al poco tiempo se dejan ver los vándalos y la falta de mantenimiento, que es caro y además no se cuenta con el efecto vandalismo. Ese concepto es aplicable también a los carteles anunciadores de turismo, que algunos anteriores no estorbaban, el caso era sustituir…
Por cierto, en la columna anterior, del románico al mudéjar, donde decía Ávila, quería decir Arévalo ¡duendes…! “Cosas de mi pueblo” que diría Marolo Perotas…