POR CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO
Acaba de inaugurarse el curso en la Universidad, acto que pasa casi desapercibido de puertas afuera, muy adelantado en la fecha con respecto a otros tiempos, cuando el curso se abría incluso entrado octubre, animando la ciudad en todos los órdenes, con buen provecho para las faltriqueras locales, pues, siendo como fueron durante siglos las comunicaciones, los estudiantes forasteros, que no eran pocos, tenían que vivir aquí todo en curso y buscar posada, lo que hacía que muchas casas de Oviedo, de aquellas de pasillo interminable, admitiesen estudiantes como huéspedes, lo que era buen remiendo a las economías familiares.
Los estudiantes se hacían notar, llenando no solo las aulas sino calles y tabernas y formando frecuentes algaradas con los mozos de aquí, en las bandas de polaina y de sotana, como se describe en una olvidada novela ambientada en Oviedo en 1961, «Carolina» de José Melendreras. Dice allí: «Hoy llevarán sotana los de sotana, que aguardan en el Campo los de polaina». A lo que replicaban los estudiantes: «Que aguarden y no huyan los de polaina que allí van presurosos los de sotana».
Efectivamente, durante siglos los estudiantes llevaban sotana o manteo, que era más apreciada cuanto más vieja, tal como pasa ahora con los pantalones vaqueros.
Como la Universidad ha perdido parte de su personalidad y mucha de su autonomía, como se ve en el número de personas con cargo no universitario que ocupaban el estrado, o cuando se adelanta a primeros de septiembre para acomodarse a ritmos impuestos. En el Paraninfo, que volvió a desempeñar el papel que le es propio, los muros y el coro se encargaron de recordarnos que estábamos en casa, esa casa de puertas abiertas en la que cabemos todos, aunque sea a duras penas, con gran número de profesores revestidos con muceta y birrete, en lo que ahora caben todos los colores de arco iris y más, con tantas facultades nuevas que casi no queda raso coloreado para tanto revestimiento. A veces me recuerda la dificultad para dar bandera a los países nuevos. Los colores clásicos de las mucetas eran el rojo de derecho, el azul claro de letras y el azul fuerte de ciencias. Las serpiente multicolor que recorre el claustro bajo, coincidiendo curiosamente con la Vuelta Ciclista a España, da color y vida a un colectivo que cuenta la vida por cursos y no por años.
La Universidad de Oviedo, y de Asturias, cumplirá 405 años el día de San Mateo, fecha tradicional aquí para inauguraciones. Sin ella, esta tierra hubiera sido otra y todos, de alguna forma, directa o indirecta, estamos en deuda con el Alma Mater. A la vez, ella vive tiempos de vacas flacas y cuenta con nosotros.
Fuente: http://www.lne.es/