A LA DESAPARECIDA CONFITERIA DE FÉLIZ PÉREZ DE LA SERNA
May 19 2014

POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE LEGANES (MADRID).

 

Asi era la antigua "Confiteria" de Félix Pérez de la Serna, Un establecimiento mítico en Leganés.
Asi era la antigua «Confiteria» de Félix Pérez de la Serna, Un establecimiento mítico en Leganés.

Uno de los edificios que más pena me han dado nunca que desapareciera, era sin duda la confitería de Félix, situada en la ahora calle del General Aranda muy cerquita de la Plaza del General Antonio Aranda.

Don Félix Pérez de la Serna, era un tipo feliz, había sido de casi todo en Leganés, concejal, amigo de alcaldes, responsable de muchos puestos importantes en el club deportivo Leganés desde su re-fundación en 1928, miembro del grupo de los llamados siete Leones, que puso en pie a ese equipo ahora con casi 100 años de existencia, y en segunda división B.

Pero sobre todo Félix, era un hombre bueno, y el confitero de toda la vida de Leganés. Me contaba que llegó a ser propietario de la pastelería por línea familiar. Su padre era en 1872 quien abría una pastelería en la calle La Cantimplora que ahora se llama Antonio Machado, muy pegada a lo que ahora conocemos como el edificio de la sala de Exposiciones municipal Antonio Machado y pegada en su tiempo al edificio de dos plantas de los juzgados, ya desparecidos.

La confitería se cambio de local y se marchó varios años después terminado el siglo XIX a la calle travesía de Paris hasta donde ha resistido muchos años.

A la muerte de su propietario el señor Pérez de la Serna (Padre de Félix) el negocio pasó a mano de su viuda y sus hijos (los hermanos de Félix)  y hasta esta época a llegado su vida.

Hace muy poco, desapareció ese emblemático establecimiento bajo la piqueta y el ahora el solar de la afamada pastelería de Félix, espera mejores tiempos.

Y digo afamada porque desde todos los puntos de la geografía madrileña se oía hablar de la confitería en Leganés y hasta aquí llegaban paisanos en ciertas épocas del año en carretas, burros, en una diligencia que subía de Madrid por la mañana y bajaba a Madrid atravesando el estrechísimo puente del Butarque por la tarde, y mas tarde hasta en el tren se acercaban para comprar roscones de reyes, confituras, dulces artesanales.

Miles de pastelitos salían de un horno artesanal único y eran delicadamente envueltos por el propio Feliz, su mujer, sus hermanos o sus descendientes, sobre todo sus hijas en un papel finísimo y con un cordoncito de color que se cortaba “delicadamente” con un aparato aséptico y preciso.

Era una delicia llevarse a casa pastelitos de Félix para disfrutarlos. Eran únicos, del día y de todos los sabores y gustos posibles.

Siempre que te acercabas a “Ca Félix”, que así decian los de siempre, éste te recibía con una sonrisa e inmediatamente te metía en el mundo del fútbol, del Leganés sobre todo y en concreto del que era el socio número uno y del que sabía como mi suegro Pedro Maroto, pelos y señales. Un hermano suyo, fue una de las rutilantes estrellas futbolísticas del recién nacido Club Deportivo Leganés.

Ahora, cada vez que paso frente a la taberna Irlandesa que existe frente al solar de la confitería, recuerdo el lugar (la casita, como era, dos plantas, y un gran letrero. Confitería), frente a los almacenes Montero, pegado al bar las Murallas de Ávila ahora de Quique Abanades.

Era este, un lugar de culto y admiración al que llegaban los campesinos y hortelanos de Alcorcón y otros pueblos de alrededor con sus “animales” cargados de frutas y hortalizas, o solamente para vender sus cantaros y porrones de agua.

Hasta 1934 no se construyó la carretera que nos une con la vecina Alcorcón y ésta era la primera de las impresiones que se llevaban los que a Leganés venían.

Poco a poco, la ciudad en la que vivo desde 1970 esta cambiando, la confitería de Félix, desaparece, las casas de la Plaza de Paris, el baile, ahora el edificio de la EÑE, la antigua tienda de Comestibles, la gran casona de los Durán de la Plaza de España, el bar de los Irigoyen también en Plaza España que se ha transformado en un lujoso “Viejo Café”  a punto de inaugurarse, heredero de las partidas de cartas de miles de asociados a esta casa y sus vermouth, gaseosas y cervecitas o cafés de por la tarde. Poco a poco Leganés se asemeja más a una gran urbe.

Félix y su familia dieron para mucho con sus deliciosas masas de pasteles , porque fueron miles las personas que pudieron disfrutar de sus delicias, sus confituras, sus tartas, su mazapán, sus natas, sus turrones, sus delicias y su sonrisa. La “pastelería del pueblo” desapareció, pero un pervive en el recuerdo de vecinos como yo, la estupenda confitería de Félix.

Atrás quedaron otros celebres establecimientos del pueblo de Leganés, las tabernas de Mayoral, y la del cervecero Maroto. El horno y las tahona de los Luaces, la taberna de la señá Concha, los Tranquilos, los Gaitanes, Juan el tendero y bodeguero de la esquina de la calle la Fuente, los ultramarinos de las Francesas, Sesé y su hermana, la tienda del republicano  Ramón Ariño.

Que dulces momentos vivimos desde los años setenta del pasado siglo en aquel establecimiento. Se nos recibía con delantal y con un “buenos días” o “un buenas tardes”, se levantaban de la mesa camilla donde se leía el periódico del día, una novela o una revista y se atendía al público con todo el cariño del mundo. Feliz un abrazo muy grande, allí donde estés.

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