POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La Centramina, en los años 70, fue muleta de muchos estudiantes; a ella debo en buena parte mi carrera porque convertía lo aburrido en interesante; gracias a esta anfeta profundicé en el cálculo infinitesimal. Estos días, sin necesidad de chutarme, estudié “Guerra y paz”, en la magnífica traducción de las pioneras Irene y Laura Andresco, y comprobé la importancia de la susodicha disciplina matemática al ayudarme a comprender que el arte de integrar, las sumas infinitesimales que resuelven las paradojas de Zenón, son claves para interpretar las leyes de la Historia; así explica Tolstoi las invasiones de Napoléon y la batalla de Borodino, con la suma de las voluntades humanas, y así explica a reyes, caudillos y conquistadores, como suma de elementos infinitamente pequeños que conducen a las masas. De los ángeles, demonios o mentecatos que nos guíen es responsable la ciudadanía, halla o no democracia.
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