EL CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA, PEPE MONTESERÍN, ENTRE LOS MIEMBROS DEL JURADO
Hace once años, en uno de sus viajes al Sáhara, los escritores Gonzalo Moure y Ricardo Gómez se dieron cuenta de que en las escuelas de los campamentos de refugiados no había libros. Fue entonces cuando decidieron emprender el proyecto Bubisher, una iniciativa que ha llevado ya a estos territorios cuatro bibliotecas y cuatro bibliobuses y que ayer vio reconocido su trabajo al erigirse ganadora del premio Serondaya a la Innovación Cultural 2019 en la categoría de Letras.
El jurado -reunido en el restaurante mierense La Viña y formado por Jesús Fernández, Antonio Fernández, Laura Castañón, Pepe Monteserín, Miguel Rojo, Conchita Quirós y el director de EL COMERCIO, Marcelino Gutiérrez, con Fulgencio Argüelles como secretario- destaca su labor por «acercar los libros a una población empobrecida y abandonada por la comunidad internacional, por fomentar la lectura como herramienta de acceso a la cultura y al conocimiento». Además, valoraron «la entrega generosa, la dedicación y el empeño del escritor Gonzalo Moure».
Piquero en el recuerdo
En la reunión hubo un recuerdo para Alberto Piquero, escritor y colaborador de EL COMERCIO hasta su muerte, el pasado mes de febrero. Y es que este de las Letras era el jurado en el que habitualmente participaba, por lo que Fulgencio Argüelles le dedicó unas cariñosas palabras antes de las deliberaciones. Minutos después del fallo, Moure recibía la noticia con el «orgullo» de quien ve reconocido su esfuerzo y el de tantos voluntarios. «Hemos trabajado siempre anónimamente, muy modestamente, y esta es una manera de valorar el trabajo diario que hacemos desde aquí y allí», explicaba. Bubisher promueve, desde hace más de una década, concienzudamente, el acercamiento al conocimiento de esta población forzada a vivir alejada de él. Empiezan temprano su trabajo y lo prolongan, incansablemente, durante toda la jornada. «Por las mañanas, desplazamos a los colegios los bibliobuses con monitores que incentivan la lectura en castellano y en árabe en las escuelas. Luego, por las tardes, en las bibliotecas, organizamos clubes de lectura, de teatro, de cine y de informática», cuenta Moure.
Y, por eso, el Serondaya de las Letras reconoce su esfuerzo por «la formación integral de los niños, potenciando la interculturalidad y visibilizando la lucha del pueblo saharaui, así como su patrimonio cultural sobre la base de la lengua española». La semilla que alguien sembró cuando le contaron que en los campamentos de refugiados faltaban libros ha germinado y se llama Bubisher.