POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Como estamos en la república gozosa del Carnaval, fiesta que desprende humor por los cuatro costados, el montijano Chele, sacó ayer brillo a la memoria en el desfile. Porque en estos días donde se alcanza la plenitud del mundo mundial, sólo basta acudir con lo puesto para zambullirse en la borrachera del desmadre perpetuo que habita en la loca república del esperpento colectivo. Porque están aquí las locuras de las carnestolendas con todos sus ingredientes y condimentos. Qué poquito hace falta para decir en esta república gozosa algo. Y Chele lo hizo.
Me hizo regresar a aquellos territorios que se fueron bajo el baile del repión, del polvo levantado por el golpeo de la comba, de la tiza marcando el recinto del piso, de los saltos de entera, de las carreras buscando las cuatro esquinas, del golpe del cinturón que castigaba sin piedad la espalda por decreto del rey verdugo, del escozor por los pelotazos, de la habilidad en el escondite, de la intensa pelá del bolindre de cristal, del golpe seco de la billarda, de policías y ladrones, del aro y de unas latas atadas con una cuerda a las que nos subíamos para divisar un mundo mejor… y de tantos y tantos, que hacen que hoy reivindique la memoria de ellos, eliminados por la “pedagogía” de ordenadores, consolas y videojuegos que han enganchado a niños y padres.