UN RECORRIDO POR CASA DE GRACITA NAVARRO Y EMILIO ESTEBAN-HANZA, CRONISTA OFICIAL DE CANJÁYAR (ALMERÍA), RECORRIENDO TODO UN MUSEO DE VIVENCIAS, ACTOS LITERARIOS, Y MÚSICA, ESA FASCINACIÓN QUE LE HACÍA SER TAN ESPECIAL
Hay días, espacios necesarios, en que la amistad y el reconocimiento se unen para evocar momentos entrañables. Como hoy, como siempre. Manuel del Águila, compositor, narrador, poeta, articulista de prensa, observador de tantos mundos recreados, hubiera cumplido cien años este 13 de junio.
Desde su marcha, el 8 de octubre de 2006, los días transcurren sin ese contacto tan especial -emoción del instante recreado-, que nos dejó definitivamente huérfanos, incrustados en esa especie de abismo que supone la carestía de palabras y deseados encuentros, tantos verbos conjugados alrededor del juego cómplice, algo que, con el paso del tiempo, se ha ido convirtiendo en fiel añoranza, aquellos momentos nacidos desde la hondura.
La constante evocación de aquellos días irrepetibles, nos hace recordar su presencia y el abrazo sincero, los paseos por las calles de Almería, cuando Manolo hacía latir la vida allá donde fuese. Desde un escenario que se nutre de secuencias vitales y de todo cuanto ello representa, el ayer que nos lleva a reverdecer aquellos recuerdos: viajes culturales, acompañados de tantos y buenos amigos, recorriendo los municipios almerienses. Motivados siempre por el factor sorpresa, en cada nueva etapa, en cada recorrido, descubriendo renovados instantes, aquellos que sentíamos como luz necesaria. Especialmente, nuestra estancia en Canjáyar, sorbiendo la vida, escuchando en su voz los pasajes de su intensa existencia. En casa de Gracita Navarro y Emilio Esteban-Hanza, cronista oficial de Canjáyar, recorriendo todo un museo de vivencias, actos literarios, y música, esa fascinación que le hacía ser tan especial, tan buen comunicador. Una sensibilidad que llenaba espacios y nos hacía partícipes de inolvidables encuentros. Recuerdo muy especialmente nuestro viaje a Macael, sus versos y sus palabras afectuosas, y aquellos días en Berja, donde compartimos, en años sucesivos, respectivos pregones con motivo de la celebración de la Feria del Libro.
Y es mágico y entrañable, hoy en día, recorrer las calles de El Alquián. El bulevar de esta barriada, donde nació, cerca de su querido mar latino, ya lleva su nombre. En este mismo sentido, debería llegar el reconocimiento desde algún centro de enseñanza, tal como merece su memoria. La experiencia llena de signos del profesor de idiomas que mantenía intensa amistad con sus alumnos, aquellos que siempre le tendrán como referente. Esa especial singladura, manifestada en una entrega sin descanso, proveniente de un hombre cercano, humanista de la palabra, sabio y sencillo al mismo tiempo, dador de afecto a manos llenas.
Recuerdo nuestro primer encuentro en la cafetería «Habana», una mañana otoñal del mes de octubre, un encuentro propiciado por nuestro común amigo Juan José Ceba. El motivo para este encuentro fue la posterior aparición de un libro que coordinamos junto al profesor y editor Gonzalo Pozo: «Poemas para la solidaridad», donde colaboraron una interesante nómina de escritores y artistas, con destino a los fines promovidos por Manos Unidas en defensa de los valores humanos. Fue prologado por el poeta Julio Alfredo Egea, generoso amigo, y presentado en los actos de la XVII Feria del Libro de Almería, celebrada en noviembre de 1993. El relato de Manolo, llevaba como título «El nido», una narración llena de hondura y esencialidad. Desde entonces, el tiempo nos llevó a coincidir en muchas otras ocasiones, entre ellas, las convocatorias de la Junta de Departamento de Arte y Literatura del IEA, en los años 90, cuando la sede estaba situada en la calle Navarro Rodrigo. También hubo momentos especiales con motivo de los actos promovidos desde el Ateneo de Almería. Recuerdo aquellas notas de su piano, inmensas. Y los homenajes que, durante estos últimos años -también en vida recibió, por fortuna, el reconocimiento de todas las instituciones- se han llevado a cabo desde del IEA y, muy especialmente, en Canjáyar, con motivo de la celebración del IV Centenario de la aparición de la Santa Cruz del Voto.
Hoy revivimos, en el centenario de su nacimiento, la emoción del instante, el recuerdo intenso y perdurable.
Fuente: http://www.elalmeria.es/