POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hablar de piedra en estas tierras arevalenses no deja de ser una paradoja, porque estamos en plena meseta, en la zona de “los arenales” tierras de pinar antaño también de viñas, como ocurre con los términos colindantes, que hoy son flamantes términos de la denominación Rueda, el verdejo que está de moda. Una zona en la que las arenas de un gran banco de entre ríos, se alternan con arcillas. La poca piedra que “aquí se da” es una caliza de sedimentación, esos cerros calcáreos del norte y este de la población, que se presenta en dos clases diferentes, aunque sean parientas. La caliza denominada de “rajuela” porque al aparecer en estratos de quiebra o raja, no se puede labrar y se ha usado históricamente formando mampostería más o menos cuidada, eso depende más del maestro de las obras. Toda la arquitectura histórica de esta ciudad está formada por los ladrillos de esas arcillas y la piedra rajuela. Hay poca, ya están agotadas sus canteras, pero hubo mucho más de lo que podemos pensar a juzgar por los edificios construidos con ella. La otra variedad es una caliza bastante blanda que se labra con facilidad y también ha servido para nuestras construcciones históricas, los restos del románico del Sexmo de La Vega con Arévalo incluido. Es tan blanda que desgraciadamente en algunas edificaciones en que está, la podemos ver en un grado grande de deterioro, de desintegración, adolecen del “mal de la piedra”, lo que ha ocasionado que muchos sillares fueran sustituidos. O el triste ejemplo de los capiteles del atrio de San Martín, que están muy erosionados y perdiendo formas. Una pena porque en las partes más protegidas de la intemperie se aprecia una gran calidad de labra románica.
Al agotarse las canteras, se siguió reutilizando esta piedra, reaprovechada de las ruinas y los derribos. Pero llegó la última época de restauraciones y la carencia de este material de aspecto tan característico en nuestros edificios, se optó por otra bastante parecida, pero distinta, mucho más blanca, la piedra de Campaspero, que es la que ya habitualmente se utiliza en nuestros monumentos y construcciones restauradas, pero no es igual, canta mucho.
Siempre se habló de crear un “banco de piedras” rescatadas de derribos que pudieran servir para las restauraciones, pero nunca se realizó… Luego está el granito abulense, el que históricamente se traía de Cardeñosa en carretas, que a veces costaba más el porte en carretas que la propia piedra. Un bien escaso en nuestra arquitectura, sinónimo de riqueza, por su coste, y utilizado en zonas nobles convenientemente esculpida o en zonas para reforzar.
Esto de la piedra viene a cuento porque, en las obras de restauración del puente de Valladolid, o del cementerio, se está utilizando de nuevo como sustituta de nuestra piedra de rajuela. Nunca la dicha es completa, que alegría por fin recuperar esta construcción medieval tan mal tratada por las inclemencias del tiempo, por los siglos de vida y también por la insensatez de los hombres, se le ha despreciado lo que no merece una construcción histórica tan notable e importante dentro de la arquitectura mudéjar.
Ahora nos queda por ver la pulcritud de esa restauración, porque en el mal estado del puente aún se aprecian las características mudéjares, en alfices, en frisos de esquinillas, en arcadas dobles, triples y aún cuádruples, que los diferentes arreglos han ido diluyendo y tapando en aras del más bajo costo posible… ahora debería primar el devolver al aspecto más original posible esta joya de nuestro pasado. Tenemos dos precedentes que confirman las dudas. El puente de Medina, quizás la mejor restauración de nuestro mudéjar, aunque el mantenimiento deja que desear, con él se recuperó una gran obra de ingeniería medieval. Y el puente de los Arcos o de los barros, también mudéjar, que se renovó tanto en su aspecto y eliminó con la obra los signos identificativos, que nos dejó casi una nueva construcción. ¿Cuál de los dos modos prevalecerá en la actual actuación sobre otra de las joyas de la arquitectura mudéjar de Arévalo?