POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE MADRID Y GETAFE
Hay personas que viven solas sin desearlo; o sí. Pero ahora se encuentran en un estado de libertad condicional. El Estado de Alarma les ha condenado a pena de confinamiento, donde se encuentran con una nueva forma de vivir en soledad, la de la reclusión y aislamiento por imperativo legal.
Puede que muchas de ellas lleven muchos años solas, conviviendo con un estado de soledad no deseado, pero hasta ahora, podían combatir el tedio yendo al cine, de compras, viajando, dando un paseo o andando por el parque. Ahora están obligadas a permanecer encerrados en casa, con su soledad como única compañía, sin que nadie acuda a visitarlas, aunque antes las visitas se distanciaran en el tiempo; ni pueden distraer el tiempo echando la partida en el bar, o en el hogar de mayores, ni acudir al centro de Día, porque el día a día, se lo pasan confinados en sus hogares. Ni siquiera pueden “vigilar” las obras de la calle, a no ser que tengan una ventana con vistas.
Hay solitarios especialmente lapidados por el Estado de Alarma. Aquellos que viven en casas arracimadas, de espacio escuálido, en bloques comunitarios, de los que el artista canario, César Manrique, decía que eran: “colmenas de cemento, que te impiden ver el cielo, el parque, los pájaros”.
Ahora se están dando cuenta de que existía un estado de soledad más duro: el que te obliga al aislamiento total. Han descubierto que la soledad no tiene límites, por el momento.
Fuente: https://www.madridiario.es/