POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue don Marino Busto, Cronista Oficial de Carreño, un gran amigo mío. Autor de muchos libros sobre su concejo, siempre me decía cuando yo, afectuosamente, le criticaba su afán de situar a Carreño en el protagonismo de la historia asturiana y en ocasiones, hasta nacional.
.- ¿Y yo qué voy a hacer -me contestaba sonriendo- si la documentación confirma lo que yo digo y escribo? ¡No tengo autoridad para cambiar lo que sucedió!
Pues algo parecido me sucede a mi con «cosas de Colunga». En este mi concejo, del que también soy Cronista Oficial, tenemos un «modo de habla» que, dentro de las coordenadas generales del asturiano, posee un vocabulario muy localista. Así, por ejemplo, al «cestu de carreteru» lo denominamos FAXINERU; al rastrillo de madera, ANGAZU; al tridente (traenta) doblado en forma de «ele mayúscula» (L), GARABATU; a los erizos de mar les decimos ARANCINOS y ARCINOS y a los peces serranos («sarrianos»), GOVITOS.
Dicho esto («hoc dicitur», que en latín queda como muy culto), les contaré que en Colunga -y al menos desde el siglo XIX, como demuestra don Braulio Vigón – para designar una apetencia, un capricho, un antojo (tan típico de las embarazadas), utilizamos la palabra PETITE.
Creo que en otros lugares asturianos utilizan, con el mismo significado, las palabras MAMBÍS y EMBAGU.
¿Por qué PETITE?
Seguramente muchos de ustedes habrán utilizado la frase, de origen bíblico, PEDID Y RECIBIRÉIS; en latín, «Petite et accipietis»). O como leemos en San Mateo (7-7): Petite et dabitur vobis (Pedid y se os dará).
PETITE, si no me equivoco, es primera persona plural de imperativo del verbo PETERE (solicitar, suplicar, pedir…) y el «petite», para nosotros, es el deseo que se manifiesta como de forma muy sensible, muy necesaria de cumplir.
Más aún. Ahondando en ese verbo latino (petere), les diré que en castellano existen dos palabras muy relacionadas con ese deseo de súplica:
1.- PETERETES, que se aplica a todo tipo de golosinas que gustan a los niños (y también a los mayores). Ahora se dice CHUCHES y hace tiempo, CHUCHERÍAS.
2.- PETERA, que refiere la rabieta, lloriqueo, pataleo… que hacen los niños cuando se les niega aquello que solicitan con insistencia.
Pues yo ayer, por el aquel del encierro doméstico (¿por qué se empeñan en decir CONFINAMIENTO que no significa, precisamente, «estar en casa») TUVE PETITE de dos platos primaverales: HUEVOS RELLENOS A LA MIMOSA y MACEDONIA DE FRESAS, PLÁTANO Y KIWIS.
Así preparé el plato primero (y único):
Cocí cinco huevos (de gallina, claro) y, eliminada la cáscara, los corté a lo largo en dos mitades. Separé las yemas y con la ayuda de un cuchillo agrandé la oquedad resultante en las claras.
Ese «hueco» lo rellené con una mezcla de yemas (4) desmenuzadas, la pulpa de un aguacate grande, y bonito en conserva de aceite (una lata). Rematé con un adorno de aceituna verde.
Coloqué los huevos rellenos en una fuente y completé con trozos de aguacate y de tomate canario. Adorné con un espolvoreo de yema cocida imitando flores de mimosa.
¿Y la macedonia, que fue el postre?
Muy sencillo:
Fresones de Huelva, kiwis asturianos y plátanos de Canarias cortados todos en láminas; bañados en una disolución azucarada de zumo de naranja valenciana, y bendecida la mezcla con un «asperges me, Dómine» (es decir, «pingarates») de cointreau (léase «cuantró»).
Pues eso. Ahí tienen las fotos que demuestran cómo satisfice mi PETITE DE CUARENTENA.