POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Apenas hay un llanto por los agravios en un tiempo que suspira. Ha muerto el muchacho que vive en San Francisco y el duelo se celebra en los brazos de las Angustias. Canon de la hermosura que abril pinta en su rostro. La que fue primer Sagrario que ilumina. En la calle Herreros el lamento rompe la indiferencia del silencio: «¡Ay dolor, dolor por mi Hijo y mi Señor! Vosotros, los que ahora pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el mío» (Lam. 1,12). Ante el dolor de Ntra. Señora de las Angustias la compasión surge espontánea: “¿A quién te compararé y asemejaré hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaría yo para consolarte, Virgen hija de Sión? Tu quebranto es grande como el mar, ¿quién podrá curarte?” (Lam. 2,13).
María de las Angustias acoge en su seno al niño que nos trae el primer villancico de los fríos de diciembre. Pues como entrevé el verso barroco quevediano, lo que fue pañal en Belén se convierte en frío sudario en el regazo de su Madre: “En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja”. Principio y fin de la vida.
En sus Angustias habla su corazón: “De tu cara a mi cara hay unos pocos metros de polvo y sol marchito y, sin embargo, tus rasgos son los míos. Un día estuvimos juntos: tú dentro de mí, adentro, y en mi vientre creció la gesta de tu vida”. Y rota por sus Angustias se reafirma en el Hijo, carne de su carne: “A mi lado está hoy la muerte que te vi desde niño entre pastores, ángeles y magos. De tu cara a mi cara, unos metros de polvo me susurran al oído: ‘Ha muerto’. Estaré aquí de pie cuando te bajen ya desmadejado. Y mis brazos serán tu cuna fría”.
Con el Hijo en su regazo, tan sola como nadie ha estado; en la soledad de estos días de la iglesia de San Francisco, borbotean en el viernes de dolor y duelo, los versos de Thomas S. Eliot: “Señora de silencio/serena y afligida/quebrantada e intacta/Rosa de la memoria/rosa del olvido/Exhausta y vivificante/angustiada apacible/La Rosa única/es ahora el jardín/donde todo amor termina/Tormento consumado/del amor insatisfecho/Tormento más vivo/del amor satisfecho/Gracias a ti Madre/por el jardín/donde todo amor termina”.
Permíteme Madre de las Angustias que acuda a ti, en nombre de tus hijos trujillanos, en este negro Viernes Santo de ruina, tribulación, expiración y mortaja. A ti, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor y muerte de Jesús manteniendo firme tu fe, para decirte: “Desde la esperanza, protégenos, Santa María de las Angustias”.
NOTA: Imagen de la Virgen de las Angustias, titular de la Hermandad del mismo nombre, Iglesia de San Francisco, Trujillo (Cáceres). Fotografías de mi amigo Adolfo García Jiménez. Gracias. El conjunto escultórico de la Virgen de las Angustias se enmarca en la centuria del dieciocho, siguiendo probablemente el modelo de la Piedad que el escultor vallisoletano, Luis Salvador Carmona (1708-1767) labró para la Catedral de Salamanca.