POR FRANCISCO PÙCH JUAREZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDESIMONTE (SEGOVIA)
Ya se pasó. Ya terminó la euforia. Al parecer ha vuelto la sensatez a las mentes calenturientas que durante todo el verano nos han estado distrayendo con el manido tema del MADRID 2020, para que mezclado con las vacaciones que sólo un 20 por ciento de los españoles han podido disfrutar, nos olvidáramos de los verdaderos, de los auténticos, de los cruciales problemas que el pueblo español está atravesando.
¡Qué ilusos somos!, todos pendientes de esa utópica designación de Madrid como sede de las próximas olimpiadas mundiales a celebrar en el año 2020, como si no nos preocupara lo más mínimo si mañana íbamos a conservar nuestro puesto de trabajo o si íbamos a tener para dar de comer a nuestros hijos.
“Pan y circo”, “Vino y cristianos a los leones”. ¿Qué diferencia existe?.
Durante esos meses del verano en los que todas las noticias importantes eran los viajes de deportistas y representantes de España a Argentina, para participar en la presentación de nuestra candidatura; todos esos fastos de alojamientos en hoteles de cinco estrellas pagados con cargo al presupuesto; esa enorme pantalla colocada en la Puerta de Alcalá para congregar a miles de madrileños que soñaban con esa designación; todas esas grandes inversiones en nuevas instalaciones deportivas cuyo coste dinerario nunca se verá amortizado, creyendo que, como en el cuento de “La Lechera”, íbamos a ser los elegidos, para que al fin llegara la desilusión de que habíamos sido desdeñados por el COI, ese Comité Olímpico Internacional para el que Madrid, España, no es más que un minúsculo país, con turbulencias políticas, con problemas interregionales, con seis millones de parados, con una ruina inminente a nivel del pueblo, ha frenado en seco nuestras ilusiones, nuestras ambiciones, derramando por los suelos la leche de nuestro cántaro.
Al COI lo que le interesa es el dinero para poder mantener su organigrama, para que sus representantes a nivel mundial puedan cobrar y gastar a manos llenas, y España está en bancarrota, es un país en la ruina. ¿Cómo nos iban a elegir? estando por medio Japón una de las más importantes potencias económicas del mundo.
No soy derrotista pero sí realista y todo esto que hoy escribo, en mi mente estaba cuando la euforia de los demás era exultante. ¡Pobres ilusos! Pensaba yo, no saben que la suerte ya está echada, “alea jacta est”.
No he escrito nada sobre las olimpiadas mientras la euforia duraba y tantos oportunistas escribían algo sobre ellas sin haber dado en su vida una patada ni a una pelota de trapo.
Los entendidos en deporte,pensaban que íbamos a ganar, lo malo es que hasta los entendidos en política se lo creyeran también dando la espalda a la realidad de España.
Hoy unos días después de aquel fracaso, una persona de tan alto cargo civil y político como es ser alcaldesa del primer municipio de España, doña Ana Botella, ha dado muestras de su sensatez, manifestando que Madrid no se presentará como candidata a los Juegos Olímpicos del año 2024. Está con los pies en el suelo.
Al menos una persona y de tan alto rango se ha dado cuenta de que hemos sido unos Quijotes, y de que España no atraviesa momentos como para seguir embarcados en libros de caballerías con las graves necesidades por las que atraviesa el pueblo.
Ya está bien de fastos y gastos cuando el pueblo tiene tantas carencias.
No puedo por menos que aplaudir la decisión de doña Ana Botella, Alcaldesa de Madrid; en los momentos cruciales es cuando se muestra la valentía. Me dejo mucho en el tintero pero lo principal ya está dicho.