POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Hay días tristes, acomplejados, desaboridos… en los que uno (muchos) pasa, pasamos de todo. Pasamos de este y de aquel, de esto y lo otro, de lo de aquí y de allí, y de lo de allá y acullá, aunque no nos queda más remedio que soportarlo. Hacemos de necesidad virtud. No nos interesa nada de lo que está sucediendo a cuenta del gobierno ni de lo que gritan a voz en cuello y tapada la cara los malencarados al uso contra el constitucional, porque es agobiante y contradictoria la algarabía a la que nos someten y en la que se llevan a tortas la acción revolucionaria, la prensa despistada, la política encontradiza y las ondas digitales (en la celeste inopia), mezcladas todas ellas en un batiburrillo insidioso, lamentable y demoledor. La juventud y la inconsciencia, unidas por el cuello de cisne de la demagogia, son así: insolentes, locas. Y algunos maduros y viejos, también, todavía con los pelos de la dehesa sin pasarlos por la gatera de la sensatez. ¿Lo llamamos populismo barato a lo que predican hoy los pobres desheredados que se quieren alzar con el machito de la verdad incontaminada? Vale. Ya veremos cómo se aman más a sí mismos que al pueblo al que pregonan redimir. Tiempo al tiempo de las elecciones. Menos palabras y más hechos ejemplares, hasta ahora no puestos de manifiesto. Cada mindundi apostólico de Iglesias doctora sobre lo que no sabe o sabe y te confunde: “todos somos iguales, a mí que no me toquen en una manifestación que los denuncio por guardias de la casta, a mí que no me registren en Hacienda, que soy minijob, a mí que no me vengan con monarquías anticuadas; el pueblo al poder (podemos, pablemos), la imaginación incendiando contenedores y escracheando… al poder, casa y sueldo vitalicios para todos, trabajen o no, ETA tiene su explicación (¿política, judicial?)… ¡Qué cacao mental nos intentan alumbrar estas inteligencias progres para dejarnos, como siempre, en la caverna de la perplejidad si no de la irritación constante! Hay días tristes que uno (muchos) no están para nada de lo que pasa, pero entonces los aprovechados pasan sobre ellos. Y así le luce el pelo al país de las maravillas.