POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Acabamos de celebrar con bastante solemnidad la fiesta del Patrón de Arévalo, San Victorino, un mártir romano de la época de los mártires del sanguinario emperador romano Diocleciano. Es patrón desde 1610, como muchos conocerán, hace poco celebramos el cuarto centenario de tal proclamación, y dentro de los actos especiales del acontecimiento la parroquia y el Ayuntamiento de Arévalo editaron un librito donde se reflejan aquellos acontecimientos.
Un santo mártir que vino de la mano de los Jesuitas que habían fundado poco antes aquí su colegio, una institución religiosa para la enseñanza y que se fundó con el patrocinio de un arevalense ilustre, Hernán Tello de Guzmán y su mujer, y en memoria de la estancia en Arévalo de San Ignacio de Loyola, quisieron que fueran la Compañía de Jesús quienes lo dirigieran.
Un Patrón que siempre estuvo en segundo plano ya que la Patrona Nuestra Señora de las Angustias llenaba con mucha diferencia las preferencias del pueblo. Y fue precisamente desde que se cambiaron las Ferias y Fiestas en 1972 del mes de junio al de julio, fueron las fiestas que arropan la celebración de San Victorino, aunque siempre ha prevalecido lo lúdico a lo religioso.
Por eso, hace ya un tiempo que se viene hablando de revitalizar y solemnizar esta fiesta en el aspecto religioso, recordar y divulgar la devoción a este Santo Mártir cuyas reliquias veneramos en la parroquial de Santo Domingo de Silos, en una urna de plata bajo el altar mayor, reliquias que el día de la fiesta presiden la ceremonia religiosa.
Pues bien, ya el pasado año y como preludio de lo que se pretendía, un nutrido grupo de personas devotas del Santo, iniciaron el cambio, sacando en procesión la urna de las reliquias, acto que resultó muy brillante y prendió en las gentes como lo atestigua la gran participación que registró aquel acontecimiento, lo que influyó positivamente para continuar y fructificar esa idea. Así, se redactaron y enviaron al Obispado para su formalización y aprobación. Ha nacido una nueva cofradía en la ciudad, la de nuestro Patrón San Victorino.
Este año la fiesta ha revestido una especial relevancia porque en el transcurso de la solemne misa se ha impuesto la medalla que acredita como cofrades al primer grupo fundador de esta asociación religiosa cuyo fin es rendir culto al Patrón y promover su devoción. Así, con su nueva y flamante medalla, portaron la urna de las reliquias que estaba rodeada de oloroso tomillo y cantueso, recorrieron la ciudad pasando por delante del que fuera el Colegio de Santiago de la Compañía de Jesús acompañados por numerosísimo público. Un rito que nos devuelve al mártir romano a la devoción popular.
Y las Ferias y Fiestas transcurren con normalidad, festejos tradicionales que no pueden faltar, y otros festejos nuevos para acomodarnos a los tiempos… Por cierto, un hecho histórico se produjo en la primera corrida de Ferias, corrida mixta en la que toros y toreros ofrecieron una gran tarde de toros.
En su puesto, ganado a lo largo de una brillante carrera, Ponce lidió en su línea que fue agradecido y premiado por el público. Finito de Córdoba, en su mejor momento realizó ambas faenas extraordinarias a su lote, el mejor, y se produjo lo aquí nunca visto, el indulto del último toro de la tarde.
Orejas y rabo simbólicos del astado de la ganadería de Garcigrande. Y la salida a hombros de los dos maestros de la tauromaquia. Una gran tarde que puede ser el magnífico preludio de la segunda de Ferias del próximo sábado.
Y finalmente destacar la gran afluencia de público a los festejos populares, como la verbena del sábado de la Plaza del Arrabal, que volvió a llenar rotundamente esta espaciosa plaza, miles de personas, de una noche de baile y diversión. Son “Ferias”.