POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILA DE LEGANES (MADRID)
Se cumple ahora dos años, de mi último viaje a México y de la visita que pude hacer con un buen número de amigos cronistas a Guadalupe a esta bellísima ciudad del estado de Zacatecas.
Una de las visitas que más me impactó fue a la tierra de los franciscanos del Colegio de propaganda Fide de Guadalupe y al Monasterio de Fray Antonio Margil de Jesús, un misionero religioso que en la iglesia católica cristiana y entre los propios vecinos de la localidad y mexicanos lo conocen como el fraile santo de los pies descalzos.
Fray Antonio Margil de Jesús, era valenciano de los Santos Juanes y se recorrió toda la Nueva España evangelizando a pie, recorriendo miles de los kilómetros mexicanos del siglo XVI. Está considerando Fray Margil como un importante santo de aquel país, y un personaje desconocido en España como otros héroes y santos mexicanos.
En aquella ocasión pude conocer en la iglesia de Guadalupe a un grupo de amigos, vecinos, devotos y seguidores de este santo, del que nos enseñaron su breviario, sus objetos personales y su cañado que aún se conserva.
Fue sin duda un gran santo, y un autentico andarín cristiano y evangelizador y es por ello por lo que se busca con datos, pelos señales y documentos demostrar esa santidad ante el Vaticano para poder nombrarle beato primero y más tarde santo.
Pero además encontré en el Museo de Guadalupe que dirige Rosa María Franco Velasco un lugar en la gran pinacoteca para otra santa española soriana.
Desde hace muchos años leo y escribo sobre la figura y los escritos de una religiosa santa; Sor María Jesús de Agreda, que es una de las figuras religiosas más conocidas en México y Estados Unidos por su labor evangelizadora de la Nueva España, pero que, increíblemente, nunca salió de su convento de la soriana (España).
Nunca jamás pisó el quicio de la puerta de du convento español y nunca jamás salió de aquel convento en el que ingresó con su familia cuando apenas tenía 18 años.
Pero todo el mundo conocía en la Nueva España a la Señora de azul (color de hábito), y ella conocía los hombres y parajes, personalmente, de México.
Vi encantado en esa añorada visita un cuadro de la Inmaculada, donde se podría ver claramente a la llamada monja de azul, que escribiría uno de los libros más polémicos, audaces y conocidos de los teólogos y religiosos de todo el mundo.
La “Mística Ciudad de Dios” fue su libro impreso en México gracias a uno de los primeros periodistas e impresores mexicanos el obispo Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche.
Castorena, estuvo en España estudiando y confesando al Rey, y en Palacio Real escuchó la historia de esta humilde monjita. Años más tarde, imprimió para México la obra de Sor María Jesús de Agreda.
Uno de esos únicos libros del siglo XVII de la “Mística Ciudad de Dios” impreso en la ciudad de México está bien guardado y conservado en la Biblioteca de Colecciones Especiales “Elías Amador” que dirige , mi buen amigo Juan Carlos Ochoa Valenzuela.
En este marco y en una sala de esta céntrica biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador de Zacatecas arropado por miles de obras de arte bibliográficas, conté el año pasado en una conferencia de una de las sesiones del Primer Coloquio Internacional de Patrimonio Bibliográfico, la historia de esta gran santa soriana que a pesar de no salir nunca en su vida de su convento de Agreda (Soria), se convirtió en todo un referente evangelizador para los habitantes de la Nueva España, y para los cristianos con su libro, para el mismo Rey que llego a ser su confidente, incluso para la Inquisición que quiso enjuiciarla y no pudo.
También, una de las ponentes del Coloquio, la maestra Brenda Castro contó genialmente a tan solo unos metros de la vitrina de la biblioteca que contenía “La Mística Ciudad de Dios” particularidades excepcionales de esta obra literaria de la monja española “en la que se cuenta la Vida de la Virgen María, madre de Jesús”, a punto de defender desde el siglo XVII lo que hoy aceptamos como un dogma de la Iglesia Católica, como es la Inmaculada Concepción.
En el convento y Museo de Guadalupe pude ver “con inusitada expectación” aquel cuadro de la Inmaculada en la que estaba representada la monjita de azul, Sor María Jesús de Agrada.
La Inmaculada Concepción
El maestro Cristóbal de Villalpando pintó en este lienzo de la Mística Ciudad de Dios, con gran habilidad y maestría, la figura de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, en dos escenas.
En la primera aparece en la parte superior del lienzo, acompañada de la Santísima Trinidad. En la segunda aparece la misma Inmaculada un poco más escondida, en el medallón que porta sor la monja de azul Sor María de Jesús de Agreda.
Esta representación de la Virgen María fue muy común en la Nueva España, principalmente en los siglos XVII y XVIII.
Los Franciscanos del Colegio de Guadalupe celebraban con gran solemnidad esta fiesta, con música y procesiones por los ambulatorios y claustros.
En cuanto a la representación de la Virgen, se la observa vestida con una túnica blanca y un manto azul, símbolos de pureza y eternidad, coronada de 12 estrellas, sobre una luna, y en algunas ocasiones pisando una serpiente.
Hoy, 8 de diciembre que celebramos el día de la Inmaculada Concepción y que aquí en España, pese a todos los cambios , sigue siendo fiesta nacional, recuerdo con cariño el descubrimiento de este cuadro en el Museo de Guadalupe, que fue revelador para mí, de la importancia de la labor como misionera de esta sencilla y humilde monjita española que, repito, nunca salió de su convento soriano y supo sin embargo conocer personalmente , (bilocación) enseñar y evangelizar estas tierras lejanas de la Nueva España