POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA).
En una cacerola, derretir la inercia, la amargura y el tedio. A continuación, untar con mucha guasa; especialmente, cuando se trata de nuestras propias tragedias.
En una vasija aparte, pela y corta, en tiras, la ansiedad. Pica fino el egoísmo y pon en remojo «el Ego», hasta que se macere; cuidando que no se derrita del todo.
El Rencor; que es «la furia rancia», aplástalo contra una tabla; trocea el «Reproche y la Envidia» y, a continuación, tira a la basura el deshecho: la pereza para pensar, la vanidad para no cometer más errores y la cobardía de no admitirlos.
Déjalo todo bajo el agua; con el fin de que se vayan todos por el sumidero, «el remordimiento por el pasado, la culpabilidad por el presente y el miedo por el futuro».
Es preceptivo amar con ternura, sin ahorrar algún gramo de locura.
No te preocupes si tarda en ablandarse, porque «la impaciencia no es compatible con la ternura».
Debes cocinar a fuego lento la pasión, vigilando- eso sí- que no se queme. Para una buena decoración, usa la armonía y distribuye en la fuente de los comensales; con imaginación y lucidez.
Punto importante «DEJAR REPOSAR».
FUENTE: CRONISTA