BAJO LA ESPADAÑA (LXXI) – EN DEFENSA DE LA CHARCA DE LAS SALINETAS
May 27 2021

POR ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRON, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS).

Charca de Salinetas

El actual municipio de Telde se extiende a lo largo y ancho de 102 km. cuadrados aproximadamente. El límite Norte está establecido en el Barranco de Las Goteras-Marzagán- Jinámar y el límite Sur en el Barranco de Aguatona.

Entre uno y otro hay casi 15 km. de costa en la que se suceden entrantes y salientes formados por las más diversas playas y los más variados acantilados. En medio de todo ello se encuentra la playa de Las Salinetas, lugar de veraneo de numerosas familias teldenses que allí erigieron sus casas para pasar la temporada estival, en algunos casos hace más de ciento cincuenta años.

Los todos los topónimos que definen este lugar se han mantenido a lo largo del tiempo, pues algunos de ellos trocaron el nombre primigenio por otro, simplemente porque así como se suceden las generaciones, también lo hacen sus usos y costumbres. Los que ya frisamos los sesenta y algo años podemos determinar donde se encontraban los Manantiales de las Aguas Marchanas, hoy conocido simplemente como El Chingadero.

También teníamos dos muelles y para diferenciarles nada mejor que llamar a uno El Grande y a otro El Chico y, como al socaire de este último se formó un hoyo de cierta profundidad, pues nada más acertado que llamar a ese lugar de baños El Hoyo. Tres bajas tenían Las Salinetas: La Pequeña solo salía en los meses de mar batiente y nunca faltaba a la vista del veraneante en las violentas Mareas de El Pino. La Baja mediana sirvió de apoyo para extraer de las aguas las dos partes en que se dividió la chimenea de la C.I.N.S.A. para su mejor transporte marítimo. Y todavía hoy podemos ver, en el centro de su rocosa superficie, un tolete o tubo dispuesto allí para el amarre de los cabos de acero necesarios para dejar varados aquellos elementos de hierro.

Algo más al sur y en frente mismo de los llamados riscos, encontramos La Baja Grande a la que actualmente se puede acceder por el aumento paulatino de los depósitos de arena, pero que en el pasado no tan lejano, cuarenta o cincuenta años, para llegar a ella había que salvar algún que otro escollo, entre hoyos y corrientes submarinas. Delante de esta Baja y enteramente sumergida, existía un roquedal que por su caprichosa forma los lugareños veraneantes le llamaron La Caja del Muerto y, ya en la parte sur de la playa, existe una pequeña península rocosa que en el pasado le llamaban El Sombrero de Copas y que nuestra generación conoció como La Peña del Gato. Este caprichoso promontorio, guarda de los embates de la marea al popular Bufadero que ya no tiene la hondura que tenía en el pasado. Entre este lugar y la arena se extiende un brazo de riscales y, tras ellos, se forma La Charca.

Llegados a este punto debemos aclarar que a diferencia de su hermana Melenara, Las Salinetas fue durante muchas décadas un verdadero desriscadero de burros, pues la arena era bastante escasa. Sobresalían los pedregales en forma de cúmulos o majanos de piedra o callaos que ocupaban si no el noventa o ochenta por ciento de su superficie total, exceptuando eso sí la llamada Montaña de las Pulgas y la Montaña Grande o de Los Mayores.

¿Por qué entonces nuestra familiar playa no luce hoy el aspecto del pasado? Pues en un primer lugar, porque las piedras vivas o callaos, en muchos casos, se emplearon para los cimientos de los edificios allí levantados, pero también para los muros de las fincas aledañas. Pero, lo más determinante fue la construcción del llamado Muelle o Puerto Deportivo-Pesquero de Las Cuevas de Taliarte. Esta infraestructura cambió de forma radical el curso de ciertas corrientes marinas, lo que permitió que éstas actuaran sobre el fondo arenoso de Las Salinetas, dejando a merced de las mareas el transporte continuo de arenas sobre la otrora superficie pétrea.

¿Pero por qué ejercemos defensa a ultranza y pedimos auxilio para la supervivencia de ese paraje natural inherente a Las Salinetas que es su Charca? Pues bien, dos factores creemos influyen negativamente sobre su paupérrimo estado actual. Aclaremos desde un primer momento que su mermada superficie no llega ni a un tercio de lo que fue en el pasado. Y nos preguntamos ¿por qué se ha llegado a esta lamentable situación?, en primer lugar, le ha afectado la llegada de aquellas toneladas de arena a las que antes hemos hecho referencia, pero el factor humano, como casi siempre ha hecho su nefasto trabajo, ayudando a la posible o más que posible desaparición de esta superficie acuática.

En numerosas ocasiones hemos comunicado al Ayuntamiento de la ciudad que la limpieza de la playa, por medio de tractores, iba en detrimento de La Charca. Nos pusimos en contacto con algunos ingenieros y biólogos, que con mayor conocimiento que nosotros, simples veraneantes, señalaron que lo normal y lógico sería que el tractor peinase la playa de sur a norte y no como se viene haciendo desde los últimos treinta años, de norte a Sur.

Nos explicamos, el viento de componente noreste levanta varios centenares de kilos de áridos y los lleva a la parte sur de la playa, esa es una realidad natural que desde siempre se ha hecho presente, de ahí las dos montañas (la de Las Pulgas y la de Los Mayores). La acción cotidiana del tractor llevando arena de la parte central de la playa a la parte sur de la misma, es lo que realmente ha perjudicado a la Charca. No solamente se ha vertido arena en las zonas aledañas, sino que en gran parte, se ha cubierto su extremo norte al mismo tiempo que se ha vertido ingentes cantidades en la propia orilla y también en el interior de la misma.

Por eso los vecinos del lugar ven con asombro cómo la Charca disminuye en calado o profundidad y en tamaño, sin que nadie ponga remedio a ello. La Charca de las Salinetas es un lugar privilegiado, no solo porque guarda un espacio para la cría y reproducción de algunos invertebrados marinos, sino que además es el espacio idóneo para el baño de personas mayores, y aquellas otras que por algún tipo de diversidad funcional no pueden hacerlo en mar abierto. También es el lugar preferido por los más pequeños de la playa, niños y niñas que pueden jugar sin miedo a sufrir ningún percance, así como aprender a nadar de una forma natural.

Cuando todo ello lo pusimos en conocimiento del Ayuntamiento de la ciudad, se nos dijo que no puede actuar limpiando los fondos y recobrando la antigua superficie, sin un permiso de Jefatura Provincial de Costas. Y este Cronista se pregunta ¿Se pidió permiso a Costas para que, de forma sistemática, se esté acabando con este Patrimonio Paisajístico y Cultural de Telde que es La Charca de Las Salinetas? pues no creo engañarles cuando afirmo que no, que jamás se pidió permiso para ello y que el resultado que ahora estamos observando nace de la mala praxis, cuando no de la ignorancia supina a la hora de actuar sobre nuestro litoral.

Llevo sesenta y seis años veraneando en Las Salinetas, en Melenara y en Las Clavellinas. En este tiempo he visto como se ha transformado nuestro paisaje playero. Acciones de todo tipo han cambiado el rostro de nuestras playas. No estamos en contra de aquellas acciones que sirven para aportar comodidad a lugareños y visitantes, pero siempre que se respete el paisaje en grado sumo. Desde aquí hago un llamamiento de socorro a los responsables de playas en el Ayuntamiento de Telde, para que se tomen en serio la salvación definitiva de La Charca de Las Salinetas. Si el Ayuntamiento no puede o no quiere, que sea el Cabildo o el Gobierno de Canarias, quienes intervengan en esa labor. Porque si no yo me atrevo a predecir el futuro que no va a ser el que el tractor decida, sino el que con trabajo y esfuerzo personal decidamos los vecinos del lugar.

En el Norte de la Isla, léase municipios de Gáldar y Arucas, se ha hecho todo lo posible por acondicionar para el baño las grandes charcas naturales allí existentes. No digamos en la agüimense playa de Arinaga. ¿Por qué en Telde no podemos conservar este espacio tan singular como es nuestra Charca de Las Salinetas? Esperemos que la cordura llegue cuando ya no sea demasiado tarde. Si quieren hacer las cosas bien por una vez, pregúntenle a los vecinos y a este Cronista, que podemos delimitar de forma certera las dimensiones que La Charca tuvo hasta bien entrado los años noventa del pasado siglo XX, y así se pueda actuar en consecuencia devolviéndole a la ciudadanía teldense todo su Patrimonio Paisajístico, hoy en inminente peligro de desaparición.

FUENTE: https://www.teldeactualidad.com/articulo/geografia/2021/05/26/317.html

Add your Comment

Calendario

noviembre 2024
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  

Archivos

UN PORTAL QUE CONTINÚA ABIERTO A TODO EL MUNDO