POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
Pues hoy amigos míos, traigo un tema nimio, yo diría que casi insignificante, pero que, sin embargo, está siendo motivo de muchos comentarios y discrepancias, para no perder la costumbre, temas que se dejan dormir hasta que pasa el temporal de la crítica ciudadana. Me estoy refiriendo a las diversas barandillas que poco a poco se han ido instalando en diferentes puntos de la ciudad.
Hubo una primera remesa, muy numerosa que guardaba las aceras de vías principales, adyacentes de carretera o vías de bastante tráfico. El ejemplo más significativo era la Avda. de Emilio Romero o la travesía de El Salvador-Caldereros, por ejemplo. Una barandilla solo interrumpida por la entrada de garajes o intersección de calles. Y es u modelo que cuando fue colocado no recibió ninguna crítica, por la necesidad manifiesta, por la oportunidad de su colocación, y además por el modelo elegido eficaz y agradable a la vista. Yo le denomino coloquialmente el modelo de la X, con una estética a la romana, de color gris oscuro-negro y que realmente embelleció el urbanismo. No es ningún modelo en exclusiva, que está todo inventado, pero que por su eficacia y belleza está extendido por todas partes.
Luego llegó otro modelo, el del acero inoxidable, ni que fuera un mobiliario urbano de cocina… que entonces se dijo que era un brillo que rechinaba en el entorno ante un edificio histórico, y además de un material muy caro. Me estoy refiriendo a la baranda de la rampa que se instaló para salvar los escalones de entrada a la parroquia de Santo Domingo, muy criticado en su momento, que ya hace tiempo. Tanto fue así que se dijo que sería retirado y sustituido por otra de color negro o de forja. Pero esa sustitución nunca llegó y ahí está reluciente. Ya ven amigos, las modas estéticas, o el inoxidable refulgente o el oxidado que todo lo mancha… no hay término medio, por lo que se ve.
Recientemente otra nueva oleada de críticas fueron el tema de conversación por la instalación de otra nueva barandilla metálica, claro está, en esta ocasión instalada en la acera de continuidad que va desde la Avda. del Castillo al Puente de Medina, palotes anodinos que algunos, con cierta guasa, decían que era el nuevo trayecto de los encierros… muy cerca, al lado, hay otras barandillas “a la romana” que cumplen y gustan, y la gente se pregunta porqué el cambio de modelo. Bueno, pues llovieron críticas y diferencia de pareceres que, por las opiniones escuchadas, a la gran mayoría no gusta. Y ahí se han quedado, como otras veces, aguatando el chaparrón hasta que escampe.
No nos habíamos recuperado de este trauma de las barandillas “de encierro” cuando otra nueva intervención vino a sustituir el punto de mira de los vecinos espectadores. En esta última ocasión, por el momento, es otra barandilla instalada en el Mirador del Adaja, de forma que dificulta tanto la visión de nuestro “río amado”, que casi hace cambiar el nombre de “mirador”, porque el río no se ve, pero al menos sí la loma segoviana y el Guadarrama al fondo, ahora nevada y preciosa sierra. Podríamos denominar esta invasión de las barandillas como la “pelea de las barandas”, ¡que visión de las cosas y de la estética tenemos…! Pero, eso sí, crean polémica.
Pues ya ven amigos lectores, ese cierre que llaman “perimetral” nos obliga a entretenernos en estas minucias, a falta de otros temas de conversación, porque estamos aburridos con tanto cierre… Ya sabemos que aquí, sin Madrid, no somos nada…
Y pensar que los alemanes ya están llegando a nuestras islas turísticas, por fin, y los nuestros con ansias de playas, no se puedan mover ni a las comunidades colindantes… ni nosotros salir.
Esta pandemia está teniendo otros muchos efectos colaterales, y no son sanitarios, pero sí anímicos, que van minando nuestros estados de ánimo. Menos mal que tenemos algún tema cotidiano y nimio para entretenernos…
FUENTE: CRONISTA