POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
Estamos en días de una intensa actividad cultural, actos que a veces se acumulan, de forma que hoy, por ejemplo, hemos tenido un acto sencillo pero muy emotivo de la presentación de la restauración de la capilla de los Nava Tapia y Zabala, en la iglesia-museo de El Salvador, durante la mañana. Y esta misma tarde se abrirá la exposición “El valor de la Lealtad” una aportación arevalense en el V Centenario de los Comuneros, de lo que ya hablaremos más adelante.
La recuperación de esa capilla ha sido realizada por la Fundación Las Edades del Hombre, y patrocinada por la Archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias, una colaboración con la parroquia en este afán de recuperar espacios expositivos, para exponer un patrimonio histórico artístico de la cofradía, la gran historia varias veces centenaria y que se ha conservado después de tantos avatares. Así se enriquece también el legado cultural de arte religioso de las parroquias de Arévalo, una parte del cual ya está expuesto, como ha ocurrido recientemente, durante la Semana Santa en una exposición del patrimonio religioso arevalense, muy visitada. En el acto estuvieron presentes el Secretario General de Las Edades, el Párroco, representante del obispado, varios mayordomos de la cofradía y el restaurador que explicó a los presentes la labor realizada.
Este templo, antigua parroquia hasta el año 1911, además de una rica y variada arquitectura de varias épocas, desde los primeros restos de una iglesia del románico tardío que ya figura documentada en 1230, en la época de Fernando III el Santo, donde la citan hablando de un solar que tenía este rey y que dona, “en el suburbio de la villa en la parrochia de Sant Salvador”. Sus reformas renacentistas, con la capilla de Dávila Briceño con su gran retablo de Juan de Juni, y el añadido de varias capillas barrocas. Las bóvedas barrocas precisamente ocultan la estructura románica del primitivo templo. Esta capilla que nos ocupa se construyó en 1584 por fundación de una capilla funeraria, al uso de entonces, de Rodrigo Ruiz de Narvaiza, una fundación que se renueva en 1798 y desde entonces se la conoce ya con el nombre actual.
La noticia de este acto se ha reflejado en las páginas de este Diario, pero, como en otras ocasiones, necesito contar no tanto la noticia, sino las circunstancias que rodean los hechos, y una actividad enriquecedora en todos los aspectos.
Yo quiero recordar una antigua idea de convertir este templo en Museo Parroquial de Arte Sacro, idea que tiempo después se iniciaría, aprovechando alguna infraestructura de la exposición “Credo” de Las Edades del Hombre en Arévalo, el comienzo más serio de esta aventura avalada por la parroquia por la abundancia de patrimonio artístico.
Esta capilla ya fue almacén de cosas de la Virgen de las Angustias, más como trastero, pero afortunadamente, con el nuevo plan se recuperará para contener bienes artísticos y culturales de la Archicofradía.
En el proceso de restauración han aparecido varios elementos llamativos como escudos nobiliarios de los fundadores y otro desconocido con una frase en latín. Esas grisallas desconocidas que tanto enriquecen este espacio. Y la mesa de altar, pétrea de granito con una greca muy cuidada y una inscripción, también en latín, alusiva a la Virgen, tendremos que recordar que esta capilla tenía un gran cuadro sobre table, en tamaño y en calidad, que sufrió mucho las humedades y que, después de su restauración, se encuentra en el Espacio Cultural de la iglesia de San Martín, y conocemos como “La Sacra Conversación”, una iconografía llamativa y poco habitual, con una Virgen conversando con S. Pedro, S. Pablo, S. Ambrosio y Sta. Catalina, buena pintura de la época de la fundación, que tiene en el ático un bellísimo Calvario con la Virgen y S. Juan.
En definitiva, un acto emotivo por lo que de recuperación patrimonial representa, un paso más en esa preciosa labor de recuperación de nuestro patrimonio y nuestras raíces.
FUENTE: CRONISTA