POR ANGEL DEL RÍO LÓPEZ , CRONISTA OFICIAL DE GETAFE Y MADRID CAPITAL.
Madrid ha dejado de ser la única capital europea que no tenía ninguna zona calificada como Patrimonio Mundial de la Unesco, porque, por fin, el eje Prado-Retiro, bautizado como El Paisaje de la Luz, ha recibido este reconocimiento. Se cumple el objetivo iniciado en 2014 y que ha superado una larga tramitación y también la incomprensión de algún país que sólo conoce de España las zonas del turismo de costa, y tiene serias carencias en el conocimiento del patrimonio cultural, histórico y artístico de ciudades incomparables como Madrid. Esta declaración ha contado también con la oposición del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, y esto parece más incomprensible.
Para ignorantes, olvidadizos y otros especímenes de difícil catalogación, solo unos apuntes.
El Paisaje de la Luz tiene el gran parque del Retiro, el Jardín Botánico; museos como el Prado, Thyssen, Reina Sofía, Casón del Buen Retiro y Naval; edificios singulares como la Bolsa, la Real Academia de la Lengua, Caixa Forum, Congreso de los Diputados, Banco de España, el templo de los Jerónimos o los hoteles Ritz y Palace, fuentes monumentales como las de Cibeles, Neptuno, Apolo o la de la Alcachofa. Y la inigualable Puerta de Alcalá.
No se puede atesorar más patrimonio histórico, cultural, artístico, arquitectónico, ecológico y paisajístico en tan escaso espacio.
Ya siendo alcalde Juan Barranco, quiso hacer del Prado un eje cultural. La ordenación del proyecto Prado-Recoletos, desató una guerra administrativa y política entre Esperanza Aguirre (presidenta de la Comunidad de Madrid) y Alberto Ruíz Gallardón (alcalde de la capital), ambos con el ánimo de revitalizarlo, protegerlo y promocionarlo.
Históricamente estamos hablando de un espacio histórico que fue residencia real, símbolo del Madrid de la Ilustración, de la nueva ciudad patrocinada por Carlos III y bulevar de la alta y de la baja sociedad madrileña cuando el paseo se conocía como Salón del Prado.
Este Paisaje de la Luz tiene luminosidad propia para alumbrar las entendederas de los que desde la ignorancia no reconocen los méritos que le ha otorgado la Unesco.
FUENTE : CRONISTA