POR OSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA OFICIAL DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO).
Señor: habrá escuchado ya mi nombre, el de “Lope”, que complementado con “ez” o sea López, cambia en su significado a “hijo de”, aunque no es nuestro caso. Sé que su abuelo fue peninsular, yo conocido como “El Fénix de los Ingenios”; usted, con todo respeto, llega en su ingenio a “cállate chachalaca”, “quén pompó”, “al carajo” y cositas por el estilo. De quién sea usted hijo, habrá qué preguntarle al pueblo bueno y sabio…
Aclarado el punto, le comento que escribí una obra para teatro que sigue siendo vigente luego de más de cuatrocientos años llamada “Fuenteovejuna”; trata de un pueblo fastidiado de atropellos y agravios por parte de un majadero Comendador, a quien poco faltó para recetar vaselina a los vasallos.
La obra acaba en el linchamiento de aquel mequetrefe a manos del pueblo que totalmente unido niega dar santo y seña de los autores del crimen. A la pregunta de: “¿Quién mató al Comendador?” siempre vendrá por respuesta: “Fuenteovejuna, Señor”.
No deseo ni creo que vaya a pasar esto en su país pero aprovecho para comentarle que veo en lontananza a un pueblo nada contento, confabulado y reaccionando a sus diarios agravios. Aunque usted le minimiza debe saber que se han conjuntado: clases medias, médicos, mujeres ignoradas -nunca ignorantes-, parientes de enfermos, padres de niños usuarios de las extintas estancias infantiles, estudiantes brillantes, ex-beneficiarios del seguro popular, artistas, creadores, escritores, periodistas y parientes de periodistas que ya no pueden protestar por haber sido asesinados; los acusados de corruptos sin fundamento, familiares de desaparecidos y de víctimas del crimen organizado, deportistas sin apoyos y en general los que se oponen a su estilo bravucón y pendenciero; de los parientes de las víctimas del COVID luego hablamos porque se me aburre el lector…
Resulta que esos Mejicanos se han unido, tal como lo hiciera el pueblo de Fuenteovejuna, haciendo la vida pesada a usía desde el seis de junio pasado, fecha en que confiaba ganar la mayoría absoluta en el Congreso Federal, con lo que hubiera podido hacer y deshacer el estado de derecho.
Pero antes de continuar, yo sí quiero ofrecer una disculpa a México por el bullyng que hice tiempo atrás a Juan Ruiz de Alarcón, ilustre novohispano a quien le tuvimos tirria debido a su gran talento tomando como pretexto su joroba y mal aspecto; peeero, si espera que se disculpe Felipe VI, le sugiero mande comprar una sillita o pídale la suya al gobernador de Puebla, porque se va a cansar. Y resulta que Ruiz de Alarcón escribió entre muchas de sus talentosas obras: “Las paredes oyen”, “Los pechos privilegiados”, “Quien mal anda mal acaba”, “No hay mal que por bien no venga”, “La verdad sospechosa” y otras que ya no menciono porque es usted capaz de subirlo a la mañanera de los miércoles por andarle echando indirectas como lo hizo con Díaz Mirón que ni la debía ni la temía.
Sin dar más vueltas al asunto, creo que puede mandar a su fiscal a amenazar a todo el pueblo, mismo que le llevó al poder, harto de la rapiña de los anteriores gobernantes -es cierto-, para hacer las siguientes preguntas:
¿A quién puede responsabilizarse de la inasistencia a la Consulta del primero de agosto?
– ¡A Fuenteovejuna, que representa a tantos que ya no alcanza el tiempo de una mañanera para repartir las culpas!
¿A quién se puede culpar por la reculada de aquel a quien dio el regalazo de dos años más al frente del Poder Judicial:
– ¡A Fuenteovejuna, representada por aquellos acusados de integrar un sistema podrido, declaración con la que interviene de manera irrespetuosa e irresponsable en un poder ajeno al suyo!
¿A quién poder acusar de la salida del redil por parte de sus alfiles en el Congreso, antes temerosos de cambiar siquiera una coma a sus proyectos:
– ¡A Fuenteovejuna, que son los legisladores que adivinan en cada uno de sus gritos a un lobo desdentado, carente ya de sus antes poderosas tarascadas!
Majestá, a los criminales no se les amenaza acusándolos con su mamacita ni con tandas de abrazos; a la pandemia se le combate con cubrebocas, no con estampitas; entienda que su pueblo no es beisbolero, aunque le motive el festejo por sus abanicadas a las bolas que le pichan “de nenita”, como si fueran preguntas de “la mañanera”.
Tenga usía conciencia de que Fuenteovejuna defenderá el estado de derecho que ha logrado a través de muchos regímenes por encima de los colores partidistas.
Señor, lea esa obra mía y encuentre en ella el valor de la solidaridad popular, misma que es capaz de desafiar a cualquier sátrapa sin importar los tiempos, que no es nuestro caso.
Lope, que vuestra mano besa