POR MARTÍN TURRADO VIDAL, CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DE JARAMA (MADRID).
El siete de agosto estaba marcado en el calendario como el día en que deberíamos hacer una excursión. La distancia a recorrer no era demasiado larga, porque desde Torrelaguna se emplea en ella como tres cuartos de hora. Hoy nos acompañó la temperatura: suave y agradable que vino a sustituir al calor intenso de días pasados. Nuestro objetivo: visitar la Iglesia y claustro del antiguo convento de los Carmelitas de Cogolludo, Guadalajara, fundado en 1590. Hoy este pueblo del norte de Guadalajara pertenece por derecho propio a la llamada España vaciada, pero, con la desgracia añadida, de encontrarse en una zona tan bonita como desconocida.
Desde Torrelaguna a Cogolludo hay que recorrer unos paisajes que van cambiando en unas distancias muy cortas. Recogí a mi amigo José Luis en su casa. Llevo muchos años haciendo este recorrido varias veces cada verano, pasando por Patones de Abajo, la confluencia de los canales de Isabel II y Cabarrús, atravesando el puente sobre el Jarama y recorriendo Uceda. Pasado el Cubillo, hay una larguísima meseta que solamente se rompe con la bajada al valle del río Sorbe, con sus increíbles vistas panorámicas. Se deja luego a la derecha el pueblo de Beleña, con el hermosísimo calendario agrícola de su Iglesia, y, finalmente, tras una curva en un alto, aparece, como por encanto, Cogolludo con su castillo y sus iglesias de Santa María y de San Pedro destacando al fondo. Pasamos una glorieta y algunas curvas más y llegamos al Convento de los Carmelitas.
Nos espera Yñigo Míguez del Olmo, su actual dueño y restaurador. Lo que tenemos ocasión de contemplar, una Iglesia completamente restaurada. Vista desde fuera, nada tiene que ver con las ruinas que hemos estado contemplando durante años desde la carretera con la pena inmensa de que un edificio histórico hubiera llegado a tal estado de postración. Esta primera impresión, no tardamos en comprobarlo, se produce gracias a la extraordinaria labor de rehabilitación del edificio que ha sido llevada a cabo.
Yñigo mismo nos sirve de guía en el recorrido que hacemos por el monumento. Empezando por su bello pórtico exterior tan típico de las iglesias carmelitas con su arquería y en dentro de él, la imagen restaurada de la Virgen del Carmen.
La iglesia tiene una planta en cruz latina con capillas laterales en su parte izquierda. Es de una sola nave, y el ábside está rodeado por otra construcción que hizo las veces de sacristía. Es de una arquitectura extremadamente sencilla y descarnada muy representativa de la vuelta a la sencillez y pobreza que representó la reforma de la orden carmelitana llevada a cabo por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Actualmente la iglesia ha ido convirtiendo en un museo, lleno de piezas interesantes que Yñigo ha ido adquiriendo y depositando en ella hasta convertirla en un interesante museo, aunque no figure en ninguna parte como tal. Esta mañana nos las ha ido explicando una por una.
Terminamos la mañana con la presentación de los vinos que se atesoran en la bodega del Convento y con la compra de unas botellas. Así podremos recordar, una vez de vuelta cada uno a su casa, el buen momento que hemos pasado en esta visita.
Fue una mañana templada que se desarrolló en un clima de amistad y de buen rollo, como se dice ahora. Entre explicación de los objetos y de la historia del convento carmelita y de la iglesia se colaron multitud de vivencias personales y de recuerdos. De esta forma fue como la vieja iglesia carmelitana restaurada gracias a los esfuerzos de Yñigo se transformó por unas horas en un lugar sumamente acogedor.
FUENTE: CRONISTA