POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJ Y LOBÓN (BADAJOZ).
Será esta noche, en la Plaza de España, organizado por la Asociación Cultural el Granero de la Nava y promovido por el Ayuntamiento. Ángela Benito falleció el pasado 19 de abril a la edad de 97 años. Acto al que estoy invitado, sintiendo mucho no poder estar en él. En el homenaje participarán el alcalde de La Nava, Emiliano Cortés Rueda y María del Carmen Bazaga Benito, hija de Ángela.
Después, José Alfonso Romero PSeguín, Mercedes Cáceres, Claudio Cortés, María José Duque y Agustín Romero, leerán poemas de Ángela Benito. Los versos de Ángela se verán acompañados por la música de los roqueños Manolo Mejías (guitarra) y José María Núñez (caja).
Tras el recital de poesía se representará la obra “El divorcio” de la que es autora Ángela Benito, que pondrán en escena los actores de la compañía local de teatro el Granero de la Nava.
LA VIDA LE NEGÓ MUCHO PERO NO PUDO CON SU ALMA DE POETA
La obra de Ángela Benito está formada por más de ochocientos poemas. Ha escrito novelas, narraciones, cuentos, sainetes y obritas de teatro. Ángela Benito es vocación por el verso. La vida le negó mucho, pero nunca pudo con su alma de poeta. En sus ojos, desgastados por la huella que deja el tiempo, se reflejaban el trabajo, el esfuerzo, el cansancio, el dolor, las alegrías y las tristezas de la vida sensible de esta mujer.
De pequeña, con ocho años, la pusieron a trabajar de niñera por tres pesetas al mes. Ella quería aprender a leer y escribir, pero era imposible. Envidiaba a las niñas que iban a la escuela. Ángela me contó que su abuela le dijo, “déjate de escuela, ni tu madre ni yo sabemos leer ni escribir y no nos hace falta. Ni que fueras a ser maestra. La escuela es para los ricos, el trabajo es lo tuyo”. Ángela Benito aprendió a leer y a escribir por iniciativa propia, con muy pocas ayudas, casi a escondidas.
LA ILUSIÓN QUE YO TUVE
Tuvo una enorme pasión por escribir, por narrar, por contar y comunicar. La poesía de Ángela Benito es como ella misma, como su forma de vivir. El mensaje que transmite son los sentimientos de su entorno, de aquello que le ha rodeado. Las dehesas, los cortijos, los encinares, la cosecha, los mayorales, el amo, los pastores… “Traqueando paso a paso/ se acercaba a la besana/ la tierra llena de pasto/ eran sus mieses doradas” (Estribao en una encina). Ángela Benito, en sus versos, aboga y reivindica la tierra y los comportamientos sociales de sus personajes, descritos con la sencillez y humanidad que esta mujer poeta sabe impregnar a sus composiciones: la queja, la ignorancia, el analfabetismo, las desigualdades, la servidumbre… “Cuadrillas de cortadores/ para el corte se encaminan/ guiados por un manijero/ se suben a las encinas” (Cortadores extremeños) “En los campos de jarales/ de encinas chaparreras/ donde van los cazadores/ con su perros y escopetas” (La liebre). “Cortijo estás escondío/ clavao en tierras extremeñas/ onde te achicharra el sol/ entre trigales y rastrojeras” (Mi cortijo).
TIEMPOS VIVIDOS
En un pequeño librito, “Tiempos vividos”, Ángela Benito recopiló todos aquellos usos y costumbres, muchos de ellos ya perdidos, que se vivieron en La Nava de Santiago. En él habla de la Cuaresma, la Semana Santa: “Virgen de la Soledad/ baja tu vista para el suelo/ verás con que esclavitud/ vive el pobre obrero”. La Candelaria, San José, San Isidro, Santa Quiteria, Nochebuena “El día de Nochebuena/ se ha casado la Ramona/ y toda la noche estuvo/ dale que dale a la zambomba”. Los Carnavales, La Gira “Carrerito, carrerito/ que no queremos carrera/ pero tampoco queremos/ que nos lleven delantera”. La sementera, la siembra, la siega, la trilla… Los títeres, los bailes, las lavanderas, la matanza… La ronda de los mozos, la Cruz de mayo “A la mayordoma/ de esta Santísima Cruz/ Dios le de suerte/ amor y salud”. Las comidas, los muebles de la casas, los aderezos en el pelo, los quintos y la rivalidad con Cordobilla de Lácara “Las mocitas de La Nava/ todas se peinan p’atrás/ pero las de Cordobilla/ se peinan p’allá y p’acá”.
El triste suceso del accidente de su hijo marcó la sensibilidad y los sentimientos de Ángela. En uno de sus poemas se percibe su abatimiento poético: “Los almendros están de luto/ya no quieren abrir las flores/ y se marchitan sus frutos/ llorando penas de amores” (Muere una ilusión). Recuerdo que hace años que me regaló, en una entrevista que le hice, estos versos navideños: “Estos niños que dormían/ encima de una jerga/ellos sueñan con los Reyes/que a su casa nunca llegan” (Noche de Reyes).
Hoy, 10 de agosto, en la Plaza de España de su pueblo, La Nava de Santiago, a quien tanto quiso, su alma de mujer poeta seguirá soñando desde la memoria y los recuerdos. Un merecidísimo homenaje que sus paisanos le ofrecen.
Daré un beso al cielo, Ángela, en esta noche de agosto en la que lloran las estrellas.